La muralla en el sal¨®n de casa
Arque¨®logos rehabilitan en Santiago el exterior de un tramo del muro medieval
Mide 10 metros de largo y cinco de alto, y hasta hace unos a?os era una pared m¨¢s de una vivienda del casco hist¨®rico compostelano. Pero en una ciudad de origen medieval pueden darse sorpresas como que la pared del sal¨®n sea, en realidad, un pedazo de muralla del siglo XI. El mejor conservado de la ciudad, dicen los expertos.
Y no s¨®lo el muro; el propio suelo del sal¨®n por el que anda la familia Rosende, propietaria de la vivienda, es el original del techo de la muralla. "No damos cr¨¦dito ni valor suficiente a haber jugado toda nuestra vida en una reliquia", apunta Consuelo, hija de la due?a, que explica que se enter¨® de lo hist¨®rico de su sal¨®n cuando en 2004 se plantearon rehabilitar la vivienda.
"No damos valor suficiente a haber jugado toda nuestra vida en una reliquia"
La intervenci¨®n facilitar¨¢ la identificaci¨®n de otros tramos
Ahora, en su lado exterior, un equipo de arque¨®logos y top¨®grafos municipales dirigidos por Rebeca Blanco analiza el tramo de muro con andamios m¨®viles. Los trabajos pueden llevarse a cabo gracias a una subvenci¨®n del Ministerio de Cultura, que cuenta con un presupuesto de 80.000 euros.
La limpieza y el estudio de campo, en el que se analizar¨¢ tanto la piedra como la argamasa que las une, determinar¨¢ el estado en que se encuentra. Adem¨¢s, la intervenci¨®n facilitar¨¢ posteriormente la identificaci¨®n de otros tramos. Los datos que se recojan en la calle Entremuros n¨²mero 18 podr¨ªan permitir saber si, como sospechan los arque¨®logos, el muro de cierre del monasterio de San Mart¨ªn Pinario contiene restos de la fortificaci¨®n.
Santiago no conserva su muralla medieval, pero el trazado que sus creadores dibujaron hace mil a?os es el que hoy delimita el casco hist¨®rico. Se puede adivinar simplemente siguiendo los top¨®nimos de las calles (Entrerr¨²as, Entremuros, Porta Faxeira, Porta do Cami?o o Porta da M¨¢moa, entre otras), que todav¨ªa se conservan. El muro fue levantado por el Obispo Cresconio entre los a?os 1037 y 1068, y en su momento tuvo una longitud estimada de aproximadamente dos kil¨®metros.
En la calle Entremuros s¨®lo se conservan unos metros. "Por aqu¨ª iban las almenas", dice Consuelo sorteando el sof¨¢ mientras se?ala la pared. Observando el lienzo detenidamente, es posible distinguir las siluetas de las almenas, cuya piedra tiene un color m¨¢s claro, que desaparecieron tras el relleno posterior del siglo XV.
Cuando la muralla empez¨® a perder el sentido defensivo para el que fue construida, el ayuntamiento comenz¨® a vender terrenos, con tramos de muralla incluidos, para que los ciudadanos edificasen all¨ª sus viviendas. El que compraba ten¨ªa dos opciones: o bien tiraba la muralla o bien, si no ten¨ªa recursos suficientes, la aprovechaba para adosar su vivienda. "Era contradictorio: por un lado hab¨ªa decretos que instaban a conservar la muralla y por otro era el propio ayuntamiento el que vend¨ªa los terrenos", explica Dolores Cerqueiro, arque¨®loga municipal de Santiago.
La concejala de Cidade Hist¨®rica e Rehabilitaci¨®n, Olga Pedreira, pretende impulsar a largo plazo un proyecto m¨¢s ambicioso que permitir¨¢ saber con exactitud el per¨ªmetro que recorr¨ªa la antigua muralla medieval de Santiago. "Se mostrar¨¢ a los vecinos informaci¨®n sobre lo que fue la muralla, el recorrido y las modificaciones que sufri¨®", asegura Pedreira.
Para ello se llevar¨¢ a cabo un trabajo de documentaci¨®n y an¨¢lisis de los archivos municipales. Por ahora, la intervenci¨®n en el exterior del tramo conservado permitir¨¢ "profundizar en el conocimiento de la muralla", como explica Rebeca Blanco. "Seguro que existen m¨¢s tramos", dice Cerqueiro, "pero nunca se ha hecho un estudio exhaustivo".
La arque¨®loga municipal explica que conocieron la existencia de este valioso tramo cuando una arquitecta del Consorcio se dio cuenta de que su tipolog¨ªa era muy extra?a. "Era un muro que hab¨ªa pasado desapercibido hasta entonces", dice Cerqueiro.
La familia Rosende, que ya tuvo que abandonar su hogar durante dos a?os mientras dur¨® la rehabilitaci¨®n del tramo situado en el interior de la vivienda, no quiere ni o¨ªr hablar de levantar el suelo del bajo, tambi¨¦n de su propiedad, donde con casi toda seguridad se encuentra el foso de la muralla. Ya tienen un pedazo de historia dentro de casa, as¨ª que ante la perspectiva de otra engorrosa obra, dejar¨¢n las losetas que lo cubren tal y como est¨¢n.
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