Puede que sean felices
Muchas veces tenemos deseos de decir (de pensar): me ha pasado algo (muy importante), lo que quiere decir al mismo tiempo: lo que me ha sucedido no entra dentro de lo que ocurre (en la televisi¨®n, por ejemplo), no es del orden de lo que importa a los profesionales (de las finanzas, de la pol¨ªtica), no pertenece al orden establecido; es m¨¢s, me excluye, me aparta, me deporta, s¨®lo a m¨ª me importa. En realidad, importa a otros muchos tambi¨¦n. De ese encuentro de intereses intuyo que surgen los movimientos de lo que Fern¨¢ndez-Savater llama el anonimato conectado. Son movimientos que aparecen en momentos en que la palabra revoluci¨®n muestra tendencia a eclipsarse a favor de la palabra resistencia, que es m¨¢s modesta pero que sugiere una actitud que puede llegar a alcanzar una verdadera dimensi¨®n pol¨ªtica y que recuerda el esp¨ªritu inicial de la filosof¨ªa en un estado socr¨¢tico: los individuos que pasean al caer la tarde y conectan y dialogan con otros seres an¨®nimos y hablan sobre la posible verdad de las cosas, una verdad que esperan ir construyendo juntos.
"La Revoluci¨®n es un simple cambio de personal", sentenci¨® Josep Pla en los a?os veinte. Hoy, la Revoluci¨®n, a lo sumo, es una apergaminada a?oranza, y son muchos los que tienen la percepci¨®n de que deber¨ªa ser encauzada hacia la vida privada, a la que s¨ª que le convendr¨ªa un buen cambio de personal, mientras que la Resistencia debe seguir desplaz¨¢ndose hacia lo p¨²blico, un espacio en el que se afirman, d¨ªa a d¨ªa, una multitud de nosotros an¨®nimos, que no se dejan clasificar y que van cambiando el tablero de juego y ampliando el horizonte de aquellas viejas man¨ªas que detectara Musil en su inefable El hombre sin atributos, cuando observ¨® que hab¨ªa personas que eran tan "personas privadas" como era posible y para las que el mundo, tan pronto en cuanto ten¨ªan relaci¨®n con ¨¦l, se convert¨ªa en "mundo privado". Eran personas que dec¨ªan, por ejemplo, que dicen todav¨ªa "Nosotros est¨¢bamos ayer en casa de tal y cual", y se re¨ªan, se r¨ªen. Puede que sean felices, dice Musil, pero normalmente, "este tipo de gente resulta ya absurda a los dem¨¢s, sin que se sepa todav¨ªa muy bien por qu¨¦".
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