Los trazos de Apel¡¤les Fenosa
Una amplia exposici¨®n en el Palau Moja re¨²ne 200 dibujos del escultor catal¨¢n in¨¦ditos o apenas vistos en p¨²blico
Apel¡¤les Fenosa (Barcelona, 1899- Par¨ªs, 1988) s¨®lo tuvo una vocaci¨®n: ser escultor. Eso explica que sus dibujos permanezcan pr¨¢cticamente desconocidos para el gran p¨²blico. La mayor¨ªa no han visto la luz, excepto los que realiz¨® para ilustrar libros y otros pocos rescatados en las retrospectivas dedicadas al artista. De ah¨ª que Apel¡¤les Fenosa. Dibuixos sea algo m¨¢s que un reencuentro.
Esta exposici¨®n de entrada libre, que ha tenido como comisario al profesor de la Sorbona de Par¨ªs Bertrand Tillier, permanecer¨¢ en el Palau Moja de Barcelona hasta el 28 de enero. La componen 200 dibujos, una representativa selecci¨®n de los 2.000 que integran el cat¨¢logo de la propuesta. El recorrido se inicia con unos retratos de juventud que hizo a sus padres y se cierra con una serie aleg¨®rica titulada Catalunya, datada el 11 de septiembre de 1974, en la que se ve a una mujer blandiendo una senyera. Y en medio m¨¢s retratos, como los que pint¨® de su mujer, Nicole, y m¨¢s series, como una protagonizada por ¨¢ngeles. Casi todos los dibujos son in¨¦ditos para el p¨²blico barcelon¨¦s, aunque algunos se han expuesto en el extranjero, como los que realiz¨® para ilustrar una traducci¨®n firmada por Max Jacob del Llibre d'amic e amat, de Ramon Llull.
Sin duda, uno de los expertos que mejor conocen la obra del escultor es Josep Miquel Garc¨ªa, director de la Fundaci¨®n Apel¡¤les Fenosa, sita en El Vendrell, donde el artista disfrut¨® tantos veranos, aunque el resto del a?o lo pasaba en Par¨ªs, destino de su exilio en la posguerra. No obstante, conoc¨ªa muy bien la ciudad porque ya se instal¨® all¨ª entre 1921 y 1929, tras desertar del ej¨¦rcito al ser reclamado para el servicio militar. Ayer, en la presentaci¨®n de la exposici¨®n a la prensa, Garc¨ªa fue encadenando detalles biogr¨¢ficos como el anterior, que contextualizan los trazos de Fenosa. As¨ª, record¨® que en Par¨ªs Jean Cocteau, a quien tambi¨¦n retrat¨®, puso en contacto al escultor con la sofisticada Coco Chanel, que se convirti¨® en su amante. La dise?adora le ofreci¨® para que se alojara su habitaci¨®n en el hotel Ritz, pero al artista aquel lujo le parec¨ªa demasiado. A Cocteau, no. Por eso se la cambi¨® con gusto durante tres a?os por su apartamento.
Otro de sus grandes protectores fue Picasso, quien le animaba a pasarse a la pintura para ganarse mejor la vida, a lo que Fenosa le contestaba que para ser millonario, se habr¨ªa hecho banquero. Este desapego por lo material se acent¨²a en la obra tard¨ªa, cuando el escultor quer¨ªa captar s¨®lo el esp¨ªritu de las cosas, algo que se nota en sus ¨²ltimos dibujos a tinta china de inspiraci¨®n oriental, una t¨¦cnica que aprendi¨® tras su ¨¦xito en Jap¨®n. En definitiva, trazos de una atrayente biograf¨ªa.
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