Una leyenda en familia
El John Cale m¨¢s rockero ante una audiencia insuficiente
La Ant¨¢rtida no empez¨® ayer aqu¨ª. Por m¨¢s que el d¨ªa de perros hiciese desconfiar de que haya alguien all¨ª arriba que cuida de nosotros. El fr¨ªo y la lluvia influyeron en la paup¨¦rrima entrada (apenas 100 personas) del concierto en la sala Heineken de John Cale, leyenda del rock intelectual y ejemplo de c¨®mo todos deber¨ªamos envejecer.
En el fondo, la de anoche fue otra demostraci¨®n de que Cale siempre fue lo que Lou Red quiso ser, desde que ambos formaron The Velvet Underground, en los sesenta e introdujeron el elitismo en la ecuaci¨®n del rock. Lou deseaba ser el tipo culto que era Cale, gal¨¦s int¨¦rprete de viola, aspirante al nuevo stockhaufsen, prefiri¨®, como Bartleby, no serlo. Y al final, Reed lo ha conseguido. Sale con Laurie Anderson, y es todo un intelectual neoyorquino.
En cambio, Cale toca en ciudades como Madrid, ante audiencias insuficientes. Rock de toda la vida con una banda por la que Lou hubiese suspirado en los setenta. No sali¨® con su piano, para ofrecer uno de sus recitales hecho de canciones sobre el desaliento. M¨¢s bien ofreci¨® un espect¨¢culo de rock, que a ratos record¨® a Sabotage, acaso su mejor disco, una noche en el CBGB neoyorquino, grabada en 1979, y quiz¨¢ el mejor directo de la historia del rock.
Hay otras muchas leyendas del pop que dan vueltas por ah¨ª, pero es posible que nadie lo haga con m¨¢s dignidad que ¨¦l, por m¨¢s que ayer saliese al escenario con un par de zapatillas plateadas.
Y no, no toc¨® la espeluznante Antarctica, pese a que muchos la esperaban. Porque, al fin y al cabo, las emociones las suministra cada cual como mejor le viene.
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