"El teatro vive un buen momento, pero los autores no pintamos nada"
Alfonso Sastre est¨¢ realmente encantado de que el Centro Dram¨¢tico Nacional (CDN) estrene hoy La taberna fant¨¢stica, una obra ambientada en el mundo marginal de un barrio de chabolas del Madrid de los sesenta y que hace 23 a?os que no se representaba. Aunque los m¨¦dicos le han prohibido que acuda al estreno de la reposici¨®n para evitar emociones fuertes a su delicado coraz¨®n, el dramaturgo no puede ocultar en la distancia un cierto nerviosismo, una ansiedad por las reacciones de un p¨²blico muy alejado de aquella Espa?a s¨®rdida, miserable e inculta de la dictadura.
"Espero", comenta uno de los autores m¨¢s importantes y prol¨ªficos del ¨²ltimo medio siglo con unas 80 piezas teatrales escritas, "que La taberna fant¨¢stica haya resistido bien el paso del tiempo. Es cierto que est¨¢ muy centrada en un momento hist¨®rico, con unos personajes marginales muy concretos como los quinquilleros
"La reposici¨®n de 'La taberna fant¨¢stica' es un reconocimiento"
"?ste es un arte imbatible, transmite la emoci¨®n de algo vivo, y el cine no"
[gente que se dedicaba a la venta de quincalla y al arreglo de cacharros de cocina], pero al mismo tiempo creo que conserva virtudes dram¨¢ticas al tratarse de una tragedia compleja. Es decir, que se trata de una obra que sin llegar a ser una tragicomedia puede suscitar la risa o la sonrisa en algunos pasajes. Ahora bien, los personajes, que son h¨¦roes tr¨¢gicos, no s¨¦ si habr¨¢n perdido su identidad".
Alfonso Sastre (Madrid, 1926) form¨® parte de una generaci¨®n de dramaturgos espa?oles realistas y muy cr¨ªticos que sufrieron los rigores de la censura franquista y cuyo teatro fue poco y mal representado hasta la llegada de la democracia. Considerado un autor de culto, Sastre reconoce desde su preciosa y amplia casa del puerto de Hondarribia, llena de libros, fotos y dibujos, que nunca se consider¨® un maldito. "Lo ¨²nico que ocurr¨ªa", recuerda, "es que mi teatro sub¨ªa muy poco a escena y lo que m¨¢s desea un autor es ser representado. De todos modos, es cierto que en los ¨²ltimos a?os mis obras se han podido ver m¨¢s y esta versi¨®n de Gerardo Malla para el CDN, que se estrena hoy, la tomo como un reconocimiento a mi larga trayectoria".
Tras subrayar que "el teatro es un arte imbatible porque transmite la emoci¨®n de un hecho vivo e irrepetible, algo que no puede hacer el cine", Alfonso Sastre confiesa que sigue atentamente los avatares de una manifestaci¨®n art¨ªstica que, a su juicio, no morir¨¢ nunca. "El teatro en Espa?a vive un buen momento, pero los autores no pintamos nada. Podr¨ªa decirse que las estrellas actuales del teatro son los programadores de los espect¨¢culos, m¨¢s que los directores y los actores y, por supuesto, que los autores. Y los dramaturgos, si nuestras obras no se llevan a escena no producimos teatro, sino solamente literatura. Nosotros los autores no jugamos ning¨²n papel en la programaci¨®n".
Con su pinta de siempre, desali?ada y de intelectual progre, por la que parece que no ha pasado el tiempo desde aquellos a?os de finales del franquismo cuando fue encarcelado en diversas ocasiones, Alfonso Sastre forma parte de una generaci¨®n que pens¨® que el teatro serv¨ªa para transformar la sociedad. ?Sigue pensando lo mismo? "Bueno", responde, "pas¨¦ de un optimismo exacerbado a un pesimismo radical y ahora me sit¨²o en un t¨¦rmino medio. En una palabra, creo que el teatro resulta ineficaz a corto plazo, pero que a trav¨¦s del tiempo y de su impacto en los espectadores, ayuda a cambiar las conciencias". Declarado admirador de Bertolt Brecht, este escritor nacido y formado en Madrid pero que se considera un ciudadano vasco despu¨¦s de m¨¢s de tres d¨¦cadas de residencia en Hondarribia, se?ala: "Por supuesto que admir¨¦ mucho a Brecht desde un punto de vista marxista. Sin embargo, me parece que su teatro es demasiado cerebral y que llev¨® su famoso distanciamiento a unos extremos que eliminaban la emoci¨®n. Cuando lees a Brecht no tiene la fuerza de dramaturgos como Ibsen, Pirandello, Valle-Incl¨¢n o Mamet".
A sus 82 a?os, Sastre no ha renunciado ni al marxismo ni al nacionalismo radical vasco que lo considera uno de sus intelectuales de cabecera. Sus manifestaciones recuerdan los discursos de la izquierda en los setenta. "Claro que soy marxista porque se ha demostrado que el neoliberalismo nos lleva a un infortunio generalizado. No hay m¨¢s que observar la crisis que padecemos. Adem¨¢s, las razones para cambiar el mundo siguen ah¨ª, con m¨¢s fuerza si cabe que en el siglo XIX. El gran fallo del comunismo fue su burocratizaci¨®n, pero hay que repensar el socialismo del siglo XXI".
Del mismo modo que el derrumbamiento del muro de Berl¨ªn no ha hecho mella en las convicciones del dramaturgo, la persistencia del terrorismo etarra tampoco ha variado sus puntos de vista sobre el conflicto vasco. "Una parte de la opresi¨®n de Espa?a sobre el Pa¨ªs Vasco ha desaparecido tras 30 a?os de democracia, pero otra no. La violencia siempre es indeseable. Ahora bien, para obtener la paz hay que llegar a un acuerdo con esa violencia existente de ETA. S¨®lo con la actuaci¨®n de la polic¨ªa no se acabar¨¢ con la violencia etarra y eso parece algo indudable. Por tanto, es necesario negociar con ETA y sin negociaci¨®n, no habr¨¢ paz. Cuando ETA ha declarado sus treguas, la reacci¨®n de los gobiernos ha sido m¨¢s de preocupaci¨®n y desconfianza que de alegr¨ªa y esperanza".
Babelia
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