Miserias del poder vitalicio
Barbet Schroeder utiliz¨® admirablemente el documental en El abogado del terror para hablar de Jacques Verg¨¨s, un individuo tan enigm¨¢tico y peligroso que parec¨ªa salido de la ficci¨®n del puro y tenebroso cine. Verg¨¨s, defensor de causas perdidas, turbias o directamente indefendibles en el caso de Klaus Barbie, representa la empat¨ªa y el intento de justificar el terrorismo de los supuesta o realmente oprimidos. Es un s¨ªmbolo del enorme poder intimidatorio del bombazo, el atentado selectivo o indiscriminado, el clandestino tiro en la nuca.
El director italiano Paolo Sorrentino, de cuyo poderoso estilo visual y capacidad para crear desasosiego tuve noticias en la existencialista, rara y muy atractiva Las consecuencias del amor, se acerca con formato de esperpento y de s¨¢tira al m¨¢s que inquietante Giulio Andreotti, s¨ªmbolo del eterno y legitimado poder pol¨ªtico, un hombre familiarizado con las tinieblas, los misterios, las cloacas, los pactos maquiav¨¦licos y el chapoteo de la sangre derramada. Pero su retrato, aunque juegue con la desmesura y el histrionismo, juegue con la conjetura, combine la imaginaci¨®n con los datos, el intimismo y lo p¨²blico, resulta enfermizamente realista, de una veracidad y una complejidad alarmantes.
IL DIVO
Direcci¨®n: Paolo Sorrentino
Int¨¦rpretes: Toni Servillo, Anna Boniauto, Piera Degli Esposti, Paolo Graziosi, Giulio Bosetti.
G¨¦nero: drama. Italia-Francia, 2008.
Duraci¨®n: 110 minutos.
Es un retrato en forma de esperpento del muy inquietante Giulio Andreotti
Cuenta Sorrentino que en su acercamiento a la figura de Andreotti le inspir¨® una definici¨®n de Margaret Thatcher y otra de Oriana Fallaci. Dice la Thatcher: "Parec¨ªa tener una aversi¨®n positiva a los principios. Estaba incluso convencido de que un hombre de principios estaba condenado a ser un hazmerre¨ªr. Afirma Fallaci: "Me da miedo pero ?por qu¨¦? Este hombre me recibi¨® con enorme cortes¨ªa, su ingenio me hizo re¨ªr, no me dio la impresi¨®n de ser peligroso. El verdadero poder no necesita arrogancia, ni una poblada barba ni una voz aterradora. El verdadero poder te estrangula con lazos de seda, con encanto e inteligencia".
Fiel a esas inapreciables gu¨ªas, Sorrentino dibuja a un c¨ªnico, profundamente solo, monarca del ajedrez mental, asc¨¦tico, con permanente jaqueca f¨ªsica pero con una voluntad f¨¦rrea para eludir la jaqueca moral, conocedor del precio de cada hombre, urdidor de sombras, patriarca improbado de infinitas villan¨ªas de Estado, ?Hombre de honor o v¨ªctima de la mafia?, alguien que declara no creer en la casualidad sino en la voluntad de Dios y que no existen ¨¢ngeles ni diablos sino tan s¨®lo pecadores, convencido de que se puede perpetuar el mal para garantizar el bien.
Il divo perturba duraderamente, su mordacidad te divierte pero la sonrisa se convierte en mueca al constatar que la vida de los hombres est¨¢ regida por alguien tan singular como Andreotti, convencido razonablemente de estar m¨¢s all¨¢ del bien y del mal.
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