El descenso a los infiernos del PS franc¨¦s
La ausencia de un proyecto pol¨ªtico, la batalla campal de "presidenciables", la falta de un an¨¢lisis de la derrota de Jospin por Le Pen en 2002, son algunas de las razones de la grave situaci¨®n de la izquierda en Francia
El congreso de Reims del Partido Socialista confirma una evidencia: el descenso a los infiernos de la izquierda francesa prosigue inexorablemente, mientras que la derecha en el poder conf¨ªa en yugular la fuerza de rechazo que se ha manifestado contra ella en las elecciones cantonales y municipales. El Partido Socialista ha ganado todas las elecciones desde que Nicolas Sarkozy lleg¨® al poder, pero las ha ganado menos por su credibilidad que por el "efecto limpia parabrisas", seg¨²n el cual el electorado decepcionado sanciona a la mayor¨ªa en el poder votando a una oposici¨®n en la que no cree realmente.
La crisis de la izquierda francesa es en primer lugar la crisis de su direcci¨®n pol¨ªtica, y m¨¢s fundamentalmente, la crisis derivada de la ausencia de un proyecto pol¨ªtico alternativo serio. De hecho, el congreso de Reims ha revelado por lo menos tres cosas.
Es duro reconocerlo, pero el partido jam¨¢s ha estado en una situaci¨®n tan grave en el plano ideol¨®gico
La formaci¨®n ya no tiene ning¨²n adversario serio a su izquierda, es momento de preconizar la unidad
En primer lugar, este congreso quer¨ªa ser el del "proyecto", y no el de la elecci¨®n de un candidato a las pr¨®ximas elecciones presidenciales. Ahora bien, la elecci¨®n de Martine Aubry augura tiempos inciertos, puesto que ella misma es "presidenciable". Aunque ha conseguido reunir a su alrededor en la segunda vuelta a todos los enemigos de S¨¦gol¨¨ne Royal (Jospin, Fabius, Hollande, Delano?, Emmanuelli, los partidarios de Strauss-Kahn y otros m¨¢s), s¨®lo ha podido vencer por muy poco, lo que confirma la fuerza de la corriente Royal en el partido. El todo contra S¨¦gol¨¨ne se ha convertido en todos contra S¨¦gol¨¨ne. En s¨ª, esta coalici¨®n defensiva del aparato contra Royal tendr¨¢ consecuencias duraderas.
En segundo lugar, la elecci¨®n de Martine Aubry, del todo legal por otra parte, es fr¨¢gil, puesto que la realidad de las relaciones de fuerza en el seno del partido es del orden de 50 a 50. En estas condiciones pod¨ªamos esperar de Martine Aubry y de quienes la apoyaban que eligiesen en la composici¨®n del nuevo equipo, y para vendar las heridas, a una direcci¨®n colegial unitaria y ampliamente abierta a los representantes de S¨¦gol¨¨ne Royal. Nada de esto ha ocurrido. El s¨¢bado 6 de diciembre, el nombramiento de la nueva ejecutiva del partido encarnaba fielmente la batalla del congreso. Los royalistas fueron empujados a la minor¨ªa. Propon¨ªan varias enmiendas sobre la pol¨ªtica europea, la organizaci¨®n de primarias de toda la izquierda para las elecciones presidenciales, la instauraci¨®n de una cuota m¨¢s accesible para los simpatizantes y las alianzas. No obtuvieron nada.
En tercer lugar, esta situaci¨®n augura un mal porvenir. Es probable que el PS vaya hundi¨¦ndose en la espiral suicida que vive desde la desaparici¨®n de Fran?ois Mitterrand, ya que ninguno de los problemas planteados a este partido desde mediados de los a?os ochenta ha sido resuelto. Vive una situaci¨®n t¨ªpica de crisis sist¨¦mica, con efectos destructivos de feed back. La crisis de la direcci¨®n pol¨ªtica refleja la de la ausencia de proyecto pol¨ªtico movilizador, y esta ausencia de proyecto reproduce, profundiza, la crisis de direcci¨®n pol¨ªtica. En lugar de ser una fuerza con propuestas y llena de esperanzas, el partido se ha convertido en una batalla campal de "presidenciables" y en un valle de l¨¢grimas para unos militantes desesperados.
Sobre la crisis de la direcci¨®n, las contradicciones son patentes en el seno de la nueva coalici¨®n. Ante el desastre econ¨®mico del liberalismo y la crisis social resultante, la par¨¢lisis de Europa y la dimisi¨®n del Estado, ?c¨®mo podr¨ªa llegarse a consensos fuertes entre los partidarios socio-liberales de Strauss-Kahn, Jospin y Delano? y los de Fabius y Hamon, m¨¢s socialdem¨®cratas? En el momento en que los propios ultraliberales piden auxilio al Estado, la nueva direcci¨®n del PS retoma este leitmotiv aunque, de momento, sin darle un contenido concreto.
En efecto, si tomamos las cinco mociones que han sido presentadas en el congreso, incluyendo la de S¨¦gol¨¨ne Royal, es dif¨ªcil encontrar divergencias serias entre ellas. Elaboradas desde una perspectiva t¨¢ctica, todas ellas buscaban borrar las diferencias de orientaci¨®n en provecho de una s¨ªntesis. Pero unida por el rechazo a S¨¦gol¨¨ne Royal, ?resistir¨¢ esta direcci¨®n al impacto de los acontecimientos? Y las ambiciones personales de unos y otros, ?acaso desaparecer¨¢n milagrosamente? Martine Aubry gobernar¨¢ bajo la mirada de los jefes de los clanes. Y ¨¦stos, s¨®lidamente instalados en el partido como se?ores feudales, no est¨¢n dispuestos a ver c¨®mo se transforma en monarca absoluto.
Esta situaci¨®n no hace en realidad sino manifestar una crisis m¨¢s profunda. El Partido Socialista franc¨¦s ha sido incapaz de hacer balance de los a?os Mitterrand y Jospin. Ha sido incapaz de definir una l¨ªnea clara sobre Europa y nunca se ha interrogado sobre el sentido de la victoria del no en el refer¨¦ndum de 2005 a prop¨®sito de la Constituci¨®n europea. Tampoco ha sabido analizar las mutaciones internacionales despu¨¦s de la descomposici¨®n de la URSS, ni entender el papel del imperio americano convertido en superpotencia unilateral. En el ¨¢mbito socio-econ¨®mico, mientras que exhib¨ªa h¨¢bilmente su adhesi¨®n al liberalismo de las costumbres, en realidad se adormec¨ªa ante el liberalismo financiero.
En las elecciones presidenciales de 2002, Lionel Jospin llega detr¨¢s de Le Pen, el l¨ªder de la extrema derecha. Jam¨¢s se ha analizado esta derrota, quiz¨¢ por la transferencia de la culpa a otros candidatos de la izquierda. Demasiado simplista. El Partido Socialista nunca ha sabido escoger entre la socialdemocracia alemana, el social-liberalismo de Blair y el socialismo reformista a la francesa. En realidad, la experiencia del Partido Socialista en el poder, entre 1981-84, 1988-93 y 1997-2002, es decir, 13 a?os y tres cohabitaciones, es una curiosa mezcla de todas esas culturas, sin ninguna aportaci¨®n ideol¨®gica original. Una mezcla que ha llevado a la impotencia.
La crisis econ¨®mica y financiera actual es a¨²n m¨¢s reveladora del desfase del PS. En las mociones presentadas en el congreso no encontramos ning¨²n an¨¢lisis serio sobre la mundializaci¨®n, el librecambismo, las relaciones entre pa¨ªses pobres y ricos, las potencias emergentes, la reorganizaci¨®n geopol¨ªtica en marcha y el medioambiente, etc¨¦tera. La "declaraci¨®n de principios" adoptada por el PS en la primavera de 2008, antes de que esta crisis mundial apareciera en toda su gravedad, chorrea buenas intenciones socio-liberales y propone, como si fuera el problema, el alineamiento con la econom¨ªa de mercado. Todo esto, m¨¢s bajo una forma de cat¨¢logo que de visi¨®n del mundo, de esl¨®ganes publicitarios que de un proyecto coherente de sociedad fundado sobre un an¨¢lisis cr¨ªtico de la realidad existente. Es duro reconocerlo, pero debemos decirlo: el Partido Socialista jam¨¢s ha estado en una situaci¨®n tan grave en el plano ideol¨®gico.
Podemos preguntarnos hasta d¨®nde llegar¨¢ su ca¨ªda. Hay dos hip¨®tesis: o bien sigue desmoron¨¢ndose, empujado por el juego de las ambiciones y la ausencia de proyecto, y entonces podemos apostar que acabar¨¢ implosionando en varias capillas opuestas, dejando el campo pol¨ªtico despejado para la derecha, como entre mediados de los a?os cincuenta y 1981. La izquierda ser¨¢ entonces, en el mejor de los casos, una fuerza municipal y regional, pero no acceder¨¢ a la presidencia de la Rep¨²blica, clave de b¨®veda del sistema pol¨ªtico franc¨¦s. O bien la nueva direcci¨®n sabr¨¢ hacer r¨¢pidamente propuestas para reunificar todas las corrientes internas, frenar las ambiciones personales con orientaciones program¨¢ticas, unir el pragmatismo a la audacia intelectual, abrirse a todas las corrientes que quieren renovar la sociedad, ser finalmente el partido que une a la izquierda. Puesto que el ciclo que ha separado a las principales familias de la izquierda a principios del siglo XX se derrumb¨® con el muro de Berl¨ªn en 1989 y ha sido enterrado con la desaparici¨®n de la URSS en 1991. El Partido Socialista ya no tiene ning¨²n adversario serio a su izquierda. Es, pues, el momento ideal para preconizar la unidad de todos los dem¨®cratas de progreso, de los republicanos sociales, de los radicales, de los comunistas, de los ecologistas y de los altermundialistas en una gran confederaci¨®n de izquierdas, en la que cada uno podr¨¢ por lo dem¨¢s conservar su especificidad, pero donde todos estar¨¢n unidos bajo un mismo programa de gobierno. Es el medio m¨¢s eficaz para enfrentarse al gran partido de derechas que ha construido Sarkozy. Y ser¨ªa sin duda la mejor manera para que el Partido Socialista saliera de la crisis.
Sami Na?r es profesor en la Universidad Pablo Olavide de Sevilla. Traducci¨®n de Mart¨ª Sampons.
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