Los colonos jud¨ªos se rebelan
J¨®venes radicales acusan de traici¨®n al Estado de Israel por tratar de desalojarlos de los asentamientos en la Cisjordania ocupada. La colonizaci¨®n, impulsada por anteriores Gobiernos, deriva en un conflicto interno
Puedes tener armas y aviones. Pero sin Dios, nada se logra. No tenemos miedo. Cualquier cosa que pueda sucedernos aqu¨ª se ha decidido arriba. Mira toda esta gente rezando. De ah¨ª tomamos nuestra fuerza". Era la una de la madrugada del 3 de diciembre. Hablaba Pearl, un veintea?ero estadounidense nacido en Ucrania, en la planta baja de la casa de Hebr¨®n evacuada por la polic¨ªa israel¨ª al d¨ªa siguiente. Las toras, los murmullos de los rezos, los vaivenes del torso de los creyentes jud¨ªos, los platos de sopa y los pasteles, el polvo, los globos de colores colgando de cuerdas, algunas miradas y preguntas inquisitoriales al extranjero compon¨ªan un ambiente ca¨®tico en una sala transformada en sinagoga y dormitorio. Atestada de hombres j¨®venes pendientes siempre de una palabra clave: "Pinui", desalojo en hebreo.
"La imagen de jud¨ªos disparando a palestinos inocentes no tiene otro nombre que pogromo", lament¨® Olmert
"Este pa¨ªs es su ej¨¦rcito. Unos van con uniforme y otros sin ¨¦l. Hay polic¨ªas y soldados que nos informan", dice un rebelde
El Supremo israel¨ª hab¨ªa dictado sentencia tres semanas antes: el inmueble de cuatro plantas ten¨ªa que ser desalojado a la espera de que otro tribunal decidiera sobre la titularidad en disputa entre un potentado norteamericano y su antiguo due?o, un palestino de la ciudad donde, seg¨²n la tradici¨®n, reposan los restos de Abraham (Ibrahim para los musulmanes), Isaac, Jacob y sus esposas.
Cientos de j¨®venes hab¨ªan acudido al edificio para impedir el cumplimiento de la resoluci¨®n judicial. En la azotea, su arsenal: cascotes, botellas vac¨ªas y patatas rellenas de clavos. Pululan dos soldados que charlan con los rebeldes. Hace fr¨ªo y bailan en corro mientras entonan melod¨ªas: "Sim¨®n y Levi matar¨¢n a los gentiles". "No creemos en el Gobierno de los herejes". Eretz Israel, dicen, es sagrado: la tierra que abarca desde el Jord¨¢n hasta el Mediterr¨¢neo les pertenece por designio divino.
Sab¨ªan que ser¨ªa in¨²til resistir el despliegue de la polic¨ªa, pero promet¨ªan una resistencia violenta. "En Gush Katif (Gaza, 2005), los colonos creyeron que ganar¨ªan con amor. Nosotros lucharemos. Esto ser¨¢ mucho peor", advert¨ªa Bela Goren, colona de Kiryat Arba, el asentamiento fundado en 1968 en las inmediaciones de Hebr¨®n. Finalmente s¨®lo hubo llantos, chillidos -"nazis", gritaba una ni?a a los antidisturbios- y alg¨²n pu?etazo aislado. La violencia no se dirigi¨® contra soldados y polic¨ªas que vigilaban las casas adyacentes de los palestinos, acorralados en sus salones tras semanas de padecer el vandalismo en una ciudad de 180.000 habitantes en la que 600 colonos disponen del 20% del espacio, vaciado de ¨¢rabes.
Es la norma en los ¨²ltimos tres meses. En los alrededores de Nablus, Kalkilia, Ramala, a lo largo de toda la Cisjordania ocupada (Judea y Samaria, en terminolog¨ªa b¨ªblica, hoy oficial), los colonos han lanzado ataques contra civiles casi a diario. Los m¨¢s radicales entre el medio mill¨®n que pueblan los asentamientos en este territorio y en Jerusal¨¦n Este se han desbocado obedientes a asertos como el del rabino Shalom Dov Wolpe: "El Estado de Israel es el enemigo del pueblo jud¨ªo, y Tzipi Livni [ministra de Exteriores y aspirante a la jefatura del Gobierno] es la segunda Isabel". La primera es la reina cat¨®lica que expuls¨® a los jud¨ªos de Espa?a. La sola menci¨®n de que Livni ha prometido negociaciones con los palestinos desata exabruptos. "Ning¨²n tribunal, ni el Gobierno, tienen derecho a abandonar un pedazo de la tierra de Israel. El primer ministro Ehud Olmert merece ser ahorcado", brama un joven con barba incipiente. Justo encima, una pancarta: "Esta tierra es nuestra tierra".
No todos los rabinos sionistas expresan opiniones tan feroces como las de Wolpe, que ha ofrecido dinero a los soldados que desobedezcan a sus mandos a la hora de las evacuaciones. Pero los "j¨®venes de las colinas" -aquellos de los asentamientos que el Ejecutivo de Ariel Sharon prometi¨® desmantelar al presidente Bush, para luego incumplir el compromiso- s¨®lo siguen los consejos de un grupo de l¨ªderes fan¨¢ticos. A las puertas de la Casa de la Paz de Hebr¨®n -as¨ª etiquetada por los colonos-, Baruch Marzel, heredero espiritual y pol¨ªtico del radical rabino Meir Kahane, deambulaba charlando con sus ac¨®litos. Suben y bajan por las escaleras Daniela Weiss, Noam Arnon y David Wilder. Son jefes mesi¨¢nicos de la banda que organizaba la resistencia al asalto policial, a s¨®lo 20 metros de la mezquita y el cementerio profanados por sus huestes, que escribieron por las l¨¢pidas: "Mahoma es un cerdo".
Despu¨¦s de la tard¨ªa evacuaci¨®n del inmueble, decenas de colonos se dieron al vandalismo. Apedrearon a palestinos, quemaron casas y veh¨ªculos, incendiaron la colada e intentaron linchar a una familia de 20 personas recluida en su vivienda. Un grupo de periodistas israel¨ªes impidi¨® el crimen, no sin indignarse, porque la polic¨ªa y el Ej¨¦rcito miraron a otro lado. Uno de los extremistas, de avanzada edad, dispar¨® a bocajarro contra dos adultos ¨¢rabes. El juzgado que ahora le imputa ha dictaminado que no hubo provocaci¨®n, que ¨¦l es el asaltante. La prueba es concluyente: la grabaci¨®n de la ONG israel¨ª Betselem. "Somos los hijos de un pueblo cuya ¨¦tica est¨¢ construida sobre la memoria de los pogromos. La imagen de jud¨ªos disparando a palestinos inocentes no tiene otro nombre que pogromo", lament¨® Olmert.Son decenas de miles los israel¨ªes que no toleran estas persecuciones. Muchos se dicen avergonzados. Y decenas de intelectuales se rebelan contra lo visto las semanas precedentes. Fania Oz-Salzberger -profesora de Historia en la Universidad de Haifa e hija del novelista Amos Oz- es de las que afirman: "Si el apoyo de Occidente a Israel se fundamenta en la islamofobia o la arabofobia, mejor que no nos apoyen". Saben de lo que hablan.
Muchos de los asaltos violentos de los colonos est¨¢n motivados por conflictos entre el Gobierno y los fan¨¢ticos jud¨ªos. A mediados de agosto, un oficial del Shin Bet, el espionaje interno israel¨ª, ilustraba a otros mandos policiales y militares: "La violencia de los colonos es intencionada, planeada y viene acompa?ada del pago de un precio". Lo pagan civiles palestinos de Cisjordania. Los colonos lo dicen sin tapujos: si el Ej¨¦rcito, como ha sucedido, desmantela casas prefabricadas o caravanas asentadas sin permiso del Gobierno, los palestinos sufrir¨¢n las consecuencias. S¨®lo en la primera mitad de este a?o se registraron 429 ataques contra ¨¢rabes en territorio ocupado. En 2007 fueron 551. Y desde agosto se agravan las agresiones. La cosecha de la aceituna, como es habitual, est¨¢ jalonada de asaltos contra los campesinos ¨¢rabes de las cercan¨ªas de los asentamientos. Este a?o ha crecido la sa?a.
Los fundamentalistas jud¨ªos han invadido pueblos palestinos, destrozado sus casas acompa?ados por soldados indolentes y calcinado decenas de coches. Cuando los soldados israel¨ªes cumplen su misi¨®n, les pinchan las ruedas de sus veh¨ªculos; han lanzado perros contra ellos; han roto el brazo a alg¨²n militar; han puesto precio a la cabeza de l¨ªderes pacifistas israel¨ªes; han quemado casas ¨¢rabes en Acre, Tel Aviv y Jerusal¨¦n; han apu?alado a transe¨²ntes palestinos, y han colocado una bomba en el portal de Zeev Sternhell, prestigioso intelectual. Result¨® herido. Todo ello en las ¨²ltimas semanas de rebeli¨®n contra un Estado tan pasivo a la hora de actuar como contundente en la amenaza.
El Gobierno, si es sincero en que no permitir¨¢ desmanes, afronta una tarea tit¨¢nica. Entre otros motivos, porque en el Ej¨¦rcito los simpatizantes de los radicales abundan. S¨®lo hace 15 a?os resultaba dif¨ªcil ver a un militar tocado con kip¨¢. Hoy se acercan a la mitad. Defensores israel¨ªes de los derechos humanos est¨¢n convencidos de la connivencia entre colonos y soldados. Un joven presente en la casa de Hebr¨®n no se corta: "Este pa¨ªs es su ej¨¦rcito. Unos van con uniforme y otros sin ¨¦l. Hay soldados y polic¨ªas que nos informan, nos env¨ªan mensajes por el m¨®vil. Trabajamos juntos".
Siempre estuvieron unidos. Los asentamientos en Cisjordania disfrutan de la eficaz protecci¨®n del Tsahal. Porque, adem¨¢s, insisten los extremistas, han sido los Gobiernos israel¨ªes los que impulsaron desde 1967 la colonizaci¨®n. Quienes hoy hablan de retirada -incluido Olmert- fueron sus firmes defensores. El presidente Sim¨®n Peres plant¨® ¨¢rboles durante la fundaci¨®n del asentamiento de Ofra, tres d¨¦cadas atr¨¢s. Los colonos se sienten traicionados.
?Qu¨¦ hacer al respecto? Desde que arranc¨® la empresa de la colonizaci¨®n, unos 120 asentamientos se han construido en Cisjordania. Otro centenar salpica las colinas del territorio palestino. Ya en 1979, el Tribunal Supremo fall¨® que la apropiaci¨®n de propiedades privadas palestinas era ilegal. Pero los Gobiernos hacen o¨ªdos sordos a sus veredictos. "El Gobierno no cumple las sentencias del Supremo, ni siquiera cumple sus propias decisiones", arremeti¨® la semana pasada Dorit Beinish, presidenta de la m¨¢s alta instancia judicial de Israel.
"En Hebr¨®n se ha generado una situaci¨®n que es una desgracia nacional, un pecado genuino y un crimen. El apartheid ya est¨¢ aqu¨ª. Pero no s¨®lo en Hebr¨®n... El robo de las propiedades palestinas es testimonio de la quiebra del Estado cuando se enfrenta al atrevimiento de los colonos y a su determinaci¨®n para no retroceder ante ninguna consideraci¨®n ¨¦tica o legal", ha opinado en el diario Haaretz Zeev Sternhell.
?Duda el establishment? El diplom¨¢tico s¨ª tiene clara una cosa: el acuerdo con los palestinos se antoja muy, muy improbable. Y las exigencias de dirigentes como la jefa de la diplomacia, Tzipi Livni, dejan escaso margen: "Mientras los palestinos no se olviden de la palabra nakba, no habr¨¢ entrega de territorios". Nakba significa cat¨¢strofe, y alude a la expulsi¨®n de los palestinos tras la fundaci¨®n del Estado sionista. A juicio de Livni, esos palestinos, todav¨ªa vivos, deben olvidar. Mientras, las casas de algunos de ellos son derribadas en Jerusal¨¦n porque los arque¨®logos israel¨ªes buscan restos de la dinast¨ªa del rey David.
"Ya vimos lo que ocurri¨® en Gaza. Ahora entregan la casa de Hebr¨®n, despu¨¦s el Gol¨¢n a Siria. Esto es una bola de nieve, y el Gobierno se ha puesto la venda en los ojos", explica David Wilder, residente en Hebr¨®n desde 1981 y cuya hija viv¨ªa en una de las dependencias del edificio bajo litigio, todav¨ªa con ventanas sin vidrio. A su juicio, las sentencias del Supremo son decisiones de un hatajo de izquierdistas impulsados por intereses pol¨ªticos. Las resoluciones de Naciones Unidas que exigen la retirada de Cisjordania, algo digno de desprecio. "Esto", dice tajante, "no es territorio ocupado. Los jud¨ªos han vivido aqu¨ª durante 2.000 a?os. La ley internacional no me concierne".
Avi, estudiante de una yeshiva (escuela talm¨²dica en Jerusal¨¦n), explicaba una visi¨®n compartida por sus correligionarios. "Los musulmanes quieren conquistar todo el mundo y matar a quienes no lo son. Y te advierto que odian m¨¢s a los cristianos. Los palestinos son pac¨ªficos porque son pobres. Pero Ham¨¢s, la Yihad Isl¨¢mica y Al Fatah les obligan a luchar contra los jud¨ªos. Nosotros somos un pueblo pac¨ªfico, pero cuando el Gobierno quiso hacer la paz durante el proceso de Oslo, estall¨® la guerra. Cada vez que les damos tierra, nos matan. ?ste es nuestro pa¨ªs". Punto.
Sternhell destaca el grav¨ªsimo riesgo que supone la empresa de los asentamientos: "La colonizaci¨®n es un desastre hist¨®rico... Si Israel es incapaz de reunir el coraje necesario para ponerle fin, la colonizaci¨®n podr¨¢ punto final al Estado de los jud¨ªos y dar¨¢ paso a un Estado binacional". Un pa¨ªs en el que la demograf¨ªa, favorable siempre a los palestinos, desempe?ar¨ªa un papel crucial en la eliminaci¨®n del car¨¢cter jud¨ªo del Estado. A Baruch Marzel ni le va ni le viene. ?Qu¨¦ har¨ªa con los palestinos que viven en Hebr¨®n?, se le pregunt¨® horas antes de la evacuaci¨®n de la Casa de la Paz. "?Palestinos? Eso es irrelevante".
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