La doble cortina de Madoff
La sociedad inversora funcionaba como una oficina secreta desconocida para los auditores
La sociedad inversora Bernard Madoff Investment Securities se presentaba de cara a la galer¨ªa como una firma de corretaje que serv¨ªa de intermediario entre vendedores y compradores de acciones. ?sa era la tapadera. En paralelo, su fundador, el respetado Bernard Madoff, mont¨® un club secreto, independiente de la matriz, a trav¨¦s del que asesoraba y mov¨ªa las fortunas de plut¨®cratas, hedge funds y otras instituciones financieras, sin que las autoridades reguladoras pudieran hacer preguntas impertinentes.
La parte l¨ªcita era gestionada por sus dos hijos, Andrew y Mark. Y era el propio Bernard Madoff el que tutelaba y manejaba con celo las cuentas de sus clientes. Es precisamente este secretismo el que le daba sentido de exclusividad al fondo, y lo que utiliz¨® como anzuelo para invitar a sus v¨ªctimas a que picaran el cebo. Su reputaci¨®n en Wall Street y los suculentos retornos que promet¨ªa, incluso cuando el mercado iba mal, fueron su tarjeta de presentaci¨®n.
Los inversores no prestaron atenci¨®n ni sab¨ªan el riesgo que corr¨ªan
Sus dotes sociales convirtieron los campos de golf en territorio abonado para captar inversores. Se calcula que en torno a la mitad de los clientes de Madoff eran hedge funds o fondos de fondos, por lo que se hace complicado determinar el da?o causado por este masivo fraude, que podr¨ªa alcanzar los 37.470 millones de euros. C¨®mo lleg¨® a manejar tal cantidad de dinero es dif¨ªcil de entender para los profesionales del sector, porque la estructura de la firma era demasiado peque?a.
Pero se tiene alguna idea de c¨®mo operaba la trama. En s¨ªntesis era as¨ª: un fondo "x" creaba una cartera de inversi¨®n con una cesta de acciones para atraer capital. A su vez, ese fondo pon¨ªa el dinero en manos del gur¨² Madoff. Estos fondos estaban apalancados, lo que multiplicaba el valor de la inversi¨®n. Sobre esa construcci¨®n -inversi¨®n real multiplicada con cr¨¦ditos- Madoff generaba, sobre el papel, los retornos que promet¨ªa. El problema es que con ese sistema -capaz de multiplicar el dinero como si fuera un milagro-las p¨¦rdidas pueden ser enormes.
Los inversores no prestaron atenci¨®n ni sab¨ªan el riesgo que corr¨ªan, porque Madoff no operaba un hedge fund como tal, sino una especie de "oficina trasera" que le permit¨ªa esquivar los controles de auditores externos, los que garantizan realmente que existen activos para respaldar las inversiones. La ¨²nica firma que al parecer supervisaba sus cuentas era un peque?o despacho de abogados con sede en New City, a las afueras de la ciudad de Nueva York, que tambi¨¦n invert¨ªa en la firma.
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