Disparo
Ante la crisis actual s¨®lo cabe una actitud sensata, aunque poco gallarda: la misma que adoptan los futbolistas cuando el ¨¢rbitro ordena cerca del ¨¢rea un tiro a puerta. Los jugadores contrarios forman una barrera, pero m¨¢s all¨¢ de la posibilidad de que se produzca el gol o de que el portero pare el bal¨®n, cada uno se protege con las manos los genitales para que el disparo no se los aplaste. As¨ª hay que afrontar la crisis y despu¨¦s Dios dir¨¢. Pero cualquier cosa que uno crea que ha dicho Dios, es falsa, como afirm¨® un sabio suf¨ª. Lo mismo podr¨ªa afirmarse de la f¨ªsica cu¨¢ntica porque, seg¨²n el Principio de Incertidumbre de Heisenberg, en el mundo microsc¨®pico la acci¨®n del observador altera por s¨ª misma el sistema observado. Si este principio se aplica a la filosof¨ªa resulta que la famosa frase de Descartes pienso, luego existo, no resuelve la duda met¨®dica, puesto que nuestra existencia cambia por el hecho de pensarla. Si se aplica al periodismo una noticia pierde veracidad por el hecho de publicarla. Si se aplica a la pol¨ªtica la opini¨®n de un l¨ªder nunca es aut¨¦ntica ya que su sentido se modifica por el hecho de pronunciarla. Si se aplica a la econom¨ªa ning¨²n pron¨®stico sirve de nada porque el propio dictamen del experto distorsiona el problema por el hecho de formularlo. Si Dios, la f¨ªsica cu¨¢ntica y la econom¨ªa no permiten que ning¨²n analista, aun trat¨¢ndose de un profesional muy solvente, acierte en la diana, no quiera usted saber el desastre que se produce cuando el te¨®logo es un fan¨¢tico, el fil¨®sofo un est¨²pido, el periodista un golfo, el pol¨ªtico un corrupto y el economista un ignorante, algo muy habitual. En este supuesto en lugar de dar en las proximidades de la diana, la flecha puede perderse en las nubes o atravesar el pie del que la dispara. Contra la ley de la ¨®ptica los problemas se ven m¨¢s grandes de lejos que de cerca, de modo que cualquier opini¨®n que se refiera a la pr¨®xima hecatombe nunca ser¨¢ acertada. ?sta es la base del optimismo antropol¨®gico. Nadie puede demostrar de antemano que el disparo a puerta llegar¨¢ a la red o lo parar¨¢ el portero. Ante esta incertidumbre s¨®lo queda una actitud: protegerse los genitales con las manos para que no salten por los aires.
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