Entierro de la sardina
Que el PP sea el partido al que pertenece Ana Matos, la misma que llam¨® analfabetos a los andaluces sin abandonar su esca?o, el de Vicente Mart¨ªnez Pujalte, toda una estrella del insulto parlamentario, o sin ir m¨¢s lejos, el fundado por Manuel Fraga Iribarne, que quiere colgados a los nacionalistas de alg¨²n sitio desde el jueves pasado, no es ¨®bice para que pueda exigir que el alcalde de Getafe deje hoy su cargo de presidente de la Federaci¨®n Espa?ola de Municipios y Provincias por haber dicho que no se explicaba c¨®mo hay tontos de los cojones que siguen votando a la derecha. Esperanza Aguirre espera, pues, que la Asamblea de la Federaci¨®n le sirva este martes la cabeza de Castro. Es un anhelo antiguo de la presidenta, ahora renovado. No parece la m¨¢s cualificada por su sensibilidad y delicadeza para escandalizarse por desmesuras tales como las del alcalde de Getafe cuando ella misma suele resultar tan inoportuna en las descalificaciones del adversario y en comparaciones que ponen en duda su elegancia y a veces su cultura. Fue lo que pas¨® hace unos d¨ªas, cuando con la insidia de que el Gobierno pod¨ªa estar en negociaciones con ETA, sin un indicio que echarse a la lengua, estuvo insuperable desde el punto de vista moral. Pero ha sido f¨¢cil ver de qu¨¦ modo se apresuraba a quitarse de en medio a Pedro Castro por otras razones de fondo que no son, en su ansia de poder incontrolable, precisamente la defensa de los votantes y de su derecho indiscutible a elegir en democracia a quien les salga de los mism¨ªsimos innombrables.
Si Aguirre reprueba las palabras de Castro no ser¨¢ porque ella, tan centrista, se d¨¦ por aludida
No hace falta ser de derechas, de izquierdas o del supuesto centro para reprobar la salida de tono del alcalde getafense, por mucho que fuera su cabreo y a pesar de la comprensi¨®n con que pudieran contar sus palabras en un contexto en el que se describ¨ªa, al parecer, c¨®mo el d¨¦bil afectado por las acciones de la derecha sigue votando a quien hace de su vida una vida peor. Pero Castro, que ha reiterado su arrepentimiento y sus disculpas, habl¨® de la derecha y no del centro, de modo que si la presidenta reprueba esas palabras no ser¨¢ porque ella, tan centrista indudablemente, se d¨¦ directamente por aludida, sino porque se siente afectada como dem¨®crata, no est¨¢ dispuesta a perdonar ni en la misa de san Francisco Javier, patrono de la India, y en cualquier caso est¨¢ en su derecho y en su deber de defender a la derecha toda.
Pero si el PP, antes de que descubriera sus coincidencias con ERC, hubiera roto su connivencia de gobierno con Coalici¨®n Canaria, porque en un arrebato de xenofobia un alcalde de las filas nacionalistas de las islas proclam¨® su miedo a que el moro viniera a arrasarle, como sucedi¨® hace d¨ªas, estar¨ªamos sin duda ante un acto desproporcionado pero aleccionador que les dar¨ªa a los populares autoridad moral para pedir ahora a los socialistas que no gobiernen con ERC en Catalu?a, que no es lo mismo votar que gobernar con ella, porque uno de sus diputados dio un viva a la Rep¨²blica y un muera al Rey. Ahora bien, adem¨¢s de que se supiera este pasado fin de semana que el referente de autoridad moral es para el PP Carlos Fabra, tanto el alcalde canario como el diputado catal¨¢n y el regidor madrile?o me han recordado, igual que tantas veces los m¨¢s deslenguados y las m¨¢s deslenguadas populares, la lamentaci¨®n de Emilio Lled¨®, maestro de ¨¦tica, de que en las tribunas p¨²blicas, a falta de pensamiento, se hable con mucha frecuencia sin haber reparado antes en lo que se dice. Me han recordado tambi¨¦n las palabras de Juan Fernando L¨®pez Aguilar a los socialistas europeos en Madrid cuando, bien pertrechado de analog¨ªas hist¨®ricas temibles, advirti¨® a sus correligionarios de los horrendos peligros del populismo en ¨¦poca de crisis. Bien claro se ve c¨®mo la demagogia m¨¢s deplorable se ejercita a prop¨®sito de la cat¨¢strofe econ¨®mica, pero la crisis ya encontr¨® a los nuestros, en sus distintos colores, enfrascados en un discurso populista como el de la presidenta, o el del alcalde de Getafe, cuya aplaudida cercan¨ªa no deja de tener parecidos visos populistas. En uno y en otro caso es f¨¢cil que por la boca muera el pez. Pero esta vez ha sido Aguirre, m¨¢s pescadora que pescada, la que ha puesto mayor empe?o en obtener ganancia en r¨ªo revuelto y tratar de pescar el cad¨¢ver pol¨ªtico del presidente de los municipios y provincias para pasearlo como un triunfo.
No s¨¦ si Aguirre conseguir¨¢ que la Asamblea de los municipios y provincias se convierta hoy en el entierro de la sardina, pero para nadie es consoladora la lecci¨®n que se obtiene, no ya de la falta de pedagog¨ªa de parte de nuestra clase pol¨ªtica, que tambi¨¦n, sino de los efectos negativos de esa ausencia para la convivencia democr¨¢tica.
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