Este a?o, la fresa tampoco
Inmigrantes subsaharianos acuden a la campa?a fresera de Huelva, pese a los mensajes disuasorios de la Junta
Los astros parecen haberse conjurado contra la suerte de los inmigrantes esta temporada. Al azote del repunte del paro, que ha devuelto al campo andaluz a miles de trabajadores locales (espa?oles e inmigrantes regularizados), relevando a los braceros for¨¢neos en las tareas agr¨ªcolas, ha venido a sumarse el fr¨ªo invernal de los ¨²ltimos d¨ªas que los ha sorprendido durmiendo al raso. La provincia de Huelva no es ajena al drama que vienen experimentando los inmigrantes en Ja¨¦n y en C¨®rdoba tratando de buscar sin ¨¦xito un jornal en los tajos.
La campa?a de la fresa onubense arranca el pr¨®ximo febrero y no alcanzar¨¢ su punto ¨¢lgido hasta abril y mayo. Tradicionalmente, grupos de inmigrantes llegaban a municipios como Lepe, procedentes de otras campa?as, para buscar un hueco en las labores agr¨ªcolas previas a la recolecci¨®n. Un reto que lograban sin muchos obst¨¢culos. Este a?o, en cambio, las esperanzas de hallar empleo se difuminan ante los ojos de los frustrados freseros cada ma?ana.
C¨¢ritas calcula que unos 200 africanos se reparten entre diez asentamientos
El fr¨ªo invernal y la lluvia los ha sorprendido durmiendo al raso
La plaza Fuentevieja de Lepe resume a la perfecci¨®n la desdicha de los inmigrantes. Bobakary Sancko, de 26 a?os, procedente de Mali, lleva en Espa?a tres a?os y dos meses y medio, en esta localidad. Tiene la desesperaci¨®n clavada en la mirada. "Vengo todas las ma?anas y pruebo suerte". Y a?ade abatido: "Sin papeles es muy dif¨ªcil. Trabajas un d¨ªa, a lo sumo, dos, pero nada m¨¢s". Corrobora sus palabras Mamadu Fisuku, de 22 a?os, tambi¨¦n africano. "Estamos viviendo una situaci¨®n complicada. Vengo de Almer¨ªa y en todos los sitios te dicen lo mismo, sin papeles no hay empleo", reitera mientras sujeta una carpeta repleta de papeles. Ha visto por televisi¨®n el infortunio de compatriotas suyos buscando a la desesperada un sueldo. "Es duro, pero tenemos que intentarlo", explica retorciendo los documentos de su futura regularizaci¨®n.
No hay acuerdo sobre la cifra exacta de braceros que vagan por los municipios onubenses. C¨¢ritas acudi¨® el martes pasado en auxilio de los sin papeles con ropa de abrigo y alimentos para protegerlos de las bajas temperaturas. Calcula que hay m¨¢s de 200 inmigrantes diseminados en unos 10 asentamientos. La organizaci¨®n tuvo que lanzar un llamamiento a los vecinos tras verse desbordada por la demanda del colectivo. Nieves Robles, la presidenta de Huelva-Acoge, asegur¨® ayer que la cifra de sin papeles ha descendido, con todo, a la mitad en la provincia respecto a otros a?os, en parte, porque muchos han ido a probar suerte en la aceituna de Ja¨¦n.
Antonio Castilla, portavoz de la Guardia Civil, remarc¨® que el asunto no reviste "alarmismo". "En Lepe hay una decena de asentamientos donde residen peque?os grupos de africanos, unas cifras similares a las del a?o pasado", explic¨®. Y a?adi¨®: "Lo que s¨ª preocupa son las condiciones climatol¨®gicas y las condiciones en las que viven esas personas".
El subdelegado del Gobierno en Huelva, Manuel Bago, formul¨® un mensaje a todas las administraciones y organizaciones que trabajan con la inmigraci¨®n: "Hemos visto lo que ha ocurrido en Ja¨¦n y otras provincias andaluzas. Aqu¨ª en Huelva la inmigraci¨®n es ordenada y legal y, por ello, el trabajador inmigrante debe venir con un contrato en toda regla y, sino, lo mejor es que no venga, porque lo ¨²nico que vamos a conseguir es que vivan hacinados y en unas condiciones infrahumanas". "El mensaje es que sin contrato legal en Huelva no se puede trabajar", reiter¨®.
En la c¨¦ntrica plaza se cruzan las miradas matinales de jubilados y africanos. Son los ¨²nicos colectivos que ocupan este punto del pueblo cada jornada. Tanto, que la ciudad pierde su cotidianeidad sin se trastoca la estampa. Cuando el ¨²ltimo rayo de expectativa se desvanece, la decepci¨®n los lleva de vuelta al asentamiento. Un grupo de ellos ha encontrado cobijo en las ruinas de una antigua vivienda del pol¨ªgono Huerta M¨¢rquez. All¨ª Bobakary Sancko se re¨²ne con sus compa?eros en torno al fuego. Pasa el tiempo. Improvisan un men¨² fruto de la solidaridad: arroz y pollo. Pan y algo de t¨¦. Uno de ellos lo sirve con una elegancia exquisita: "Viene bien para entrar en calor. La noche es larga y fr¨ªa" asevera. Una hilera de tiendas de campa?as desali?adas recubiertas de cart¨®n y pl¨¢sticos aguarda la llegada de los cuerpos desangelados de los inmigrantes. Hoy volver¨¢n a intentarlo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.