El inter¨¦s de Catalu?a
Desde el nacionalismo catal¨¢n se ha querido convertir el voto del PSC a los Presupuestos del Estado en un caso de deslealtad patri¨®tica. Dejo aparte la repugnancia que me provoca esta pulsi¨®n, propia de todos los nacionalismos (tambi¨¦n del espa?ol), de alimentar permanentemente una l¨ªnea roja con la que separar los ciudadanos buenos de los ciudadanos malos. De esto viven las ideolog¨ªas nacionalistas, forma parte del paisaje pol¨ªtico. Pero la cuesti¨®n es: ?votar los presupuestos de 2009 va contra los intereses de Catalu?a?
Si el Parlamento hubiera tumbado el presupuesto, habr¨ªan podido pasar dos cosas: que Zapatero gobernara con los presupuestos de este a?o prorrogados o que se entrara en una crisis pol¨ªtica que culminase en la disoluci¨®n de las Cortes y la convocatoria de elecciones al cumplirse un a?o de las anteriores, que es el tiempo que establece la ley. En cualquier caso, se hubiera abierto un periodo de inestabilidad pol¨ªtica poco deseable en una coyuntura de crisis. Hubieran deca¨ªdo inmediatamente las inversiones previstas para Catalu?a en los presupuestos de 2009 y habr¨ªa motivos para sospechar que la financiaci¨®n auton¨®mica ir¨ªa para largo. Desde el independentismo o el soberanismo pol¨ªtico puede ser atractiva la teor¨ªa del cuanto peor, mejor, conforme a la vieja doctrina de la agudizaci¨®n de las contradicciones para provocar cambios de fondo. Pero cuesta entender que el nacionalismo moderado tenga mucho inter¨¦s en empantanar la financiaci¨®n. Y en cualquier caso resulta dudoso que ¨¦ste fuera el inter¨¦s de Catalu?a. No se puede olvidar que, desde el inicio de la democracia, cada vez que los catalanes han tenido que votar si prefer¨ªan que gobernara el PSOE o que gobernara el PP han optado por el PSOE y, ocho meses atr¨¢s, por abrumadora mayor¨ªa. ?No da este dato alguna se?al sobre los intereses de Catalu?a?
Si el nacionalismo moderado se ha permitido presionar al PSC con el discurso de la traici¨®n patri¨®tica es porque sab¨ªan que los socialistas catalanes apoyar¨ªan los presupuestos, con lo cual la operaci¨®n desgaste de Montilla sal¨ªa gratis. Es m¨¢s, con un Gobierno que no conoce la lealtad entre socios, el problema de la financiaci¨®n auton¨®mica cae exclusivamente sobre las espaldas del PSC.
Durante mucho tiempo hemos o¨ªdo el discurso contemporizador de que lo bueno para Catalu?a es bueno para Espa?a y lo bueno para Espa?a es bueno para Catalu?a. Pero esto hace tiempo que se sabe que no es cierto. Los conflictos de intereses son inevitables entre naciones inscritas. Por ejemplo, cada vez que aparece la cuesti¨®n de la financiaci¨®n. Y aqu¨ª viene la tragedia existencial del PSC. Los socialistas catalanes tienen que tratar de conseguir la ¨®ptima financiaci¨®n posible para Catalu?a, como hicieron en su momento los nacionalistas en el poder. Y, al mismo tiempo, tienen que evitar que se llegue a una situaci¨®n de riesgo que pueda acabar con el PP en el poder, que es una hip¨®tesis que, como se ha visto, los catalanes no quieren bajo ning¨²n concepto. Artur Mas sabe mejor que nadie los costes que tiene en Catalu?a apoyar al PP o apoyarse en el PP.
Ning¨²n partido pol¨ªtico catal¨¢n tiene un arma m¨¢s poderosa que los 25 diputados del PSC. Pero la disuasi¨®n requiere m¨¢s habilidad que ruido. Y resulta rid¨ªcula cuando la otra parte no toma la amenaza en serio y el que la pronuncia no se atreve a ejecutarla. Despu¨¦s de lo que han dicho unos y otros, si el 31 de diciembre no hay acuerdo de financiaci¨®n, Zapatero habr¨¢ alcanzado insuperables cotas de ligereza en el uso de las promesas, pero ser¨¢ el PSC el que tendr¨¢ que demostrar que no amenaza en vano. De la prudencia de Montilla cabe deducir que si ha subido el tono de las advertencias es porque algo sabe. Lo que se estar¨ªa buscando es una f¨®rmula que Montilla pueda presentar como un ¨¦xito y Zapatero pueda defender que no es una cesi¨®n a los catalanes. Pero esto no deber¨ªa ser tan dif¨ªcil: el Estatut es una ley en vigor y todo lo que se pide es que se cumpla.
PSC y PSOE no pueden romper, porque si rompen se hunden los dos. Pero hay un enorme caudal de desconfianza entre ellos, que se funde en una realidad incuestionable: el PSC sabe que a cualquier presidente de Gobierno espa?ol le interesa que CiU gobierne en Catalu?a, porque le garantiza apoyo parlamentario y orden en el espacio catal¨¢n. Tanto es as¨ª que Artur Mas pens¨® que ten¨ªa que pactar la presidencia de la Generalitat en Madrid y no en Catalu?a. Y as¨ª le fue. -
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