?Un nuevo Robin Hood?
Kevin Mitnick es un hacker, pero es un hacker bueno. ?l se define a s¨ª mismo como "un hacker ¨¦tico", lo que resulta un poco empalagoso. Dej¨® hace ya tiempo de cometer fechor¨ªas -desquiciaba los sistemas de seguridad de las grandes compa?¨ªas-,
y ahora se dedica a ayudar al pr¨®jimo. Es decir, colabora con esas mismas grandes compa?¨ªas: encuentra sus puntos vulnerables, y cobra una pasta por el trabajo. Adem¨¢s, da conferencias, lo recogen en coches de lujo y viste de manera impecable. Ser un hacker ¨¦tico,
por el momento, es ser una persona que ha engordado y lleva corbata.
Su historia lleg¨® al cine. Un tipo que desde su ordenador puede pasearse por los ordenadores de Motorola, Nec y Apple, del Pent¨¢gono y el FBI, violar sus c¨®digos de seguridad, husmear en sus secretos y, adem¨¢s, burlarse de sus guardianes es un tipo que tiene los arrestos de un nuevo Robin Hood. Y su desfachatez: la de burlarse del poder. Termin¨® enfrent¨¢ndose con un sheriff que result¨® m¨¢s listo (m¨¢s r¨¢pido con el rev¨®lver), un tal Tsutomu Shimomura, y le cayeron cinco a?os tras los barrotes (aunque no hubiera robado ni un d¨®lar). En prisi¨®n lo tuvieron seco de tecnolog¨ªa: dec¨ªan que silbando en el m¨®vil pod¨ªa producir una guerra nuclear.
Ahora que ha pasado por Madrid convendr¨ªa pedirle un favorcito. Los ordenadores del Ayuntamiento se han vuelto majaras. Dicen los expertos que han sido invadidos por el gusano. Se trata de un virus, catalogado como esp¨ªa, que ha asaltado el sistema inform¨¢tico municipal: ralentiza el funcionamiento de los cacharros, impide la navegaci¨®n por Internet, fastidia el acceso a la red interna, llena las pantallas con molestas ventanitas rojas con mensajes indescifrables.
Tantos ingredientes de pel¨ªcula exigen un episodio decisivo: la batalla del hacker bueno contra el gusano. El h¨¦roe acude a salvar a los pobres funcionarios: Robin Hood devuelve la normalidad a quienes padec¨ªan el caos.
Y es que si no ocurriera tal cosa (o algo semejante), este hacker ¨¦tico tendr¨ªa finalmente poco de ¨¦tico. Y m¨¢s que hablar de un h¨¦roe bueno que se r¨ªe del poder habr¨ªa que considerarlo un vulgar empleado m¨¢s. Un s¨®lido y h¨¢bil guardi¨¢n que vende su talento al mejor postor.
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