La izquierda ante el cambio de ciclo
Confirmando el sambenito que se cuelga a los bisiestos, 2008 pasar¨¢ a la historia como el a?o en que estall¨® la mayor crisis econ¨®mica de la ¨¦poca reciente. Pero reducirlo a eso ser¨ªa injusto, pues 2008 tambi¨¦n es el a?o de la prodigiosa victoria de Barack Obama. Un acontecimiento tan excepcional como el estallido de la crisis global, aunque de signo radicalmente opuesto. Y esta rara coincidencia en el tiempo de ambos hechos hist¨®ricos permite aventurar que quiz¨¢ no sea casual. Es posible que tanto la crisis como el landslide electoral sean producto de un se¨ªsmo estructural de los EE UU, dislocados por los efectos del ciclo neoconservador que se inici¨® en 1968 con la elecci¨®n de Nixon. Es posible que, sin el clima excepcional de crisis aguda del sistema, la elecci¨®n de un negro como presidente no se hubiera producido. Y es posible tambi¨¦n que, dada la gravedad sist¨¦mica de la crisis, s¨®lo un presidente tan extraordinario como lo es Barack Obama pueda gestionar su futura resoluci¨®n con ciertas esperanzas de ¨¦xito. Por eso tenemos derecho a pensar que en 2008 se ha producido un cambio hist¨®rico de ciclo.
La crisis y la victoria de Obama auguran un nuevo tiempo estatal, keynesiano y progresista
Sobra lucha medi¨¢tica y falta trabajo en las bases sociales
Se ha dicho que el siglo XXI comenz¨® con la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn que puso fin a la guerra fr¨ªa o con la ca¨ªda de las Torres Gemelas que inici¨® la llamada guerra contra el terror. Pero con iguales o mejores razones podr¨ªamos decir que el siglo XXI ha comenzado en 2008. La coincidencia de la crisis financiera con la elecci¨®n de Obama ha supuesto el final del ciclo econ¨®mico-pol¨ªtico iniciado en 1968 con la elecci¨®n de Nixon bajo el s¨ªndrome de la guerra de Vietnam. Entonces se puso fin a la era de predominio estatal, dem¨®crata y keynesiano abierta 40 a?os antes con el New Deal de Roosevelt y concluida con la Great Society de Kennedy-Johnson. Mientras que a partir de 1968 se inici¨® un nuevo ciclo opuesto al anterior, caracterizado por la primac¨ªa del mercado, del ultraliberalismo y del pensamiento neoconservador, bajo la ¨¦gida de los presidentes republicanos Nixon, Reagan y Bush. Y por eso, el acceso a la presidencia de alguien tan excepcional como Barack Obama, en medio de una crisis econ¨®mica sin precedentes y bajo el s¨ªndrome de la guerra de Irak, parece augurar el comienzo de un nuevo ciclo antit¨¦tico y contrapuesto al anterior: un ciclo de nuevo estatal, keynesiano y progresista, aunque no necesariamente izquierdista.
?Qu¨¦ posibilidades hay de reconstruir la izquierda, al hilo de este cambio de ciclo econ¨®mico-pol¨ªtico abierto en 2008? Aparentemente, no demasiadas. La izquierda est¨¢ literalmente arrasada en toda Europa, sin que el Reino Unido y Espa?a supongan ninguna excepci¨®n. Por su par
-te, la izquierda latinoamericana est¨¢ degenerando hacia el peor autoritarismo populista. Y en cuanto al movimiento altermundista, contin¨²a dej¨¢ndose seducir con demasiada frecuencia por el est¨¦ril nihilismo de la violencia antisistema, dado el atractivo medi¨¢tico de disturbios como los de Atenas o las banlieues parisinas. Por eso, la mejor forma de entender el actual marasmo de la izquierda es explicarlo como un final de ciclo. En efecto, la izquierda actual todav¨ªa contin¨²a afectada por los efectos retardados de Mayo 68: aquel festival pol¨ªtico improvisado en el mismo a?o que alumbr¨® la elecci¨®n de Nixon. Y es que su impacto medi¨¢tico fue tal que en seguida se revisti¨® con el carisma o la aureola del m¨¦todo infalible, dada su demostrada eficacia movilizadora. De ah¨ª que, inmediatamente, todos los movimientos sociales y pol¨ªticos de la izquierda europea se convirtieran en emuladores de Mayo 68, pasando a imitar sus nuevos repertorios movilizadores y discursivos.
El m¨¦todo Mayo es otra muestra de la "estetizaci¨®n de la pol¨ªtica" atribuida por Walter Benjamin al fascismo de entreguerras. Lo que el fascismo de hace 80 a?os signific¨® para la derecha como m¨¦todo de movilizaci¨®n pol¨ªtica es lo mismo que 40 a?os despu¨¦s signific¨® Mayo 68 para la izquierda, haciendo de la lucha pol¨ªtica una funci¨®n de teatro medi¨¢ticamente movilizadora, que busca el golpe de efecto espectacular para atraer la atenci¨®n del espectador. Pero por eficaz que parezca a primera vista, el problema de la espectacularizaci¨®n pol¨ªtica es que cae v¨ªctima de un esteticismo est¨¦ril y gratuito. De ser un medio puesto al servicio de fines pol¨ªticos, el m¨¦todo movilizador tipo Mayo 68 se autonomiza para convertirse en un fin en s¨ª mismo. Ya no hay estrategia pol¨ªtica de largo plazo (?qu¨¦ objetivos buscamos alcanzar con nuestra movilizaci¨®n?) sino s¨®lo t¨¢ctica movilizadora de corto plazo: ?qu¨¦ repertorio es m¨¢s eficaz para interesar a los medios informativos? Y la movilizaci¨®n degenera hasta convertirse en miope activismo gratuito, que se desentiende de cualquier contenido pol¨ªtico (organizar bases sociales, crear redes de solidaridad, defender intereses y derechos) para concentrarse en la busca de titulares de prensa cada vez m¨¢s impactantes. De ah¨ª la deriva activista de Mayo 68 y sus secuelas hacia una escalada de la transgresi¨®n que, como el fascismo de entreguerras, acab¨® por caer en el terrorismo nihilista. Una deriva que en el mejor de los casos, aun renunciando a la violencia, no supo evitar la compulsi¨®n antipol¨ªtica que define a la izquierda puritana, libertaria o exquisita.
Cuarenta a?os despu¨¦s, aquellos polvos han tra¨ªdo estos lodos. Al dejarse contagiar por la miope eficacia movilizadora del m¨¦todo Mayo, medi¨¢ticamente provocador pero pol¨ªticamente est¨¦ril y gratuito, la izquierda europea ha ido perdiendo su hegemon¨ªa cultural sobre sus bases sociales tradicionales (clases trabajadoras y segmentos sociales progresistas) hasta dilapidar sus antiguas redes de confianza y capital social. Todo por culpa del abandono de una estrategia pol¨ªtica basada en el reforzamiento organizativo de los partidos de clase como partidos de masas para pasar a concentrarse en la lucha medi¨¢tica por el control de la opini¨®n p¨²blica, dentro de lo que Sartori llama "videopol¨ªtica" y Bernard Manin "democracia de audiencia". Hora es de que cese esta deriva medi¨¢tica y la izquierda recupere su sentido de la pol¨ªtica.
Por eso es de esperar que la experiencia de 2008, con la crisis econ¨®mica y la elecci¨®n de Obama como catalizadores, permita a la izquierda superar su cr¨ªtica decadencia e iniciar un nuevo ciclo de ascenso y recuperaci¨®n. Un nuevo ciclo de acumulaci¨®n pol¨ªtica en el que, renunciando al fallido repertorio transgresor de Mayo 68, vuelva a rehacer sus fuerzas movilizadoras reconstruyendo nuevas redes de confianza y capital social. Y ello, adem¨¢s, seg¨²n el eficaz ejemplo que ha dado la victoriosa plataforma de Obama, que logr¨® movilizar en un solo movimiento unitario a fuerzas tan heterog¨¦neas como los latinos, los afroamericanos, las feministas o los trabajadores amenazados por la crisis econ¨®mica. Pues bien, eso mismo tendr¨ªa que hacer la izquierda europea. En lugar de encerrarse en s¨ª misma seg¨²n el ejemplo del socialismo franc¨¦s, ¨¦tnicamente limpio frente a unas bases sociales tan multiculturales como las francesas, habr¨ªa por el contrario que abrir la izquierda a la representaci¨®n de los aut¨¦nticos trabajadores que son los inmigrantes de m¨²ltiples procedencias: latinos, eslavos, magreb¨ªes, africanos, asi¨¢ticos. Pues s¨®lo as¨ª, construyendo desde abajo redes interculturales y pluralistas de confianza mutua y solidaridad colectiva, podr¨¢ la izquierda enfrentarse con ¨¦xito a la crisis econ¨®mica, como condici¨®n necesaria y suficiente para recuperar su capital social, recrear su poder de convicci¨®n y dise?ar una nueva estrategia pol¨ªtica.
Enrique Gil Calvo es profesor titular de Sociolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid.
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