Ruido de sables
Vivimos tiempos dif¨ªciles que, con toda seguridad, son susceptibles de empeorar a¨²n m¨¢s. Las inalterables realidades que sosten¨ªan el precario e injusto equilibrio mundial se tambalean y amenazan derrumbe. Las viejas consignas no sirven para frenar un desastre econ¨®mico y social que se levanta arrasando indiscriminadamente cuanto se le ponga por delante. Sin embargo, los principales culpables de este caos permanecen a salvo. Desde la inmunidad que les ofrece su fortaleza construida con dinero, perpetrar¨¢n mil y una maneras de prolongar la agon¨ªa del sistema para exprimir hasta la ¨²ltima gota de su sangre, de nuestra sangre. Porque toda la codicia y la soberbia que nos han conducido a esta situaci¨®n ha sido edificada, sobre y a costa, de nuestras espaldas. Las resignadas espaldas de la clase obrera. A costa de la educaci¨®n, de la sanidad, de la libertad informativa, del comercio justo, de nuestro sustento ecol¨®gico y, en definitiva, de todo aquello que es imprescindible para construir un futuro mejor. Empezamos a o¨ªr, t¨ªmidamente todav¨ªa, un rumor de sables que se cruzan. Revueltas estudiantiles que inquietan al poder porque no son capaces de prever su alcance y agitaci¨®n confusa y sin rumbo en el mundo sindical. Pero enfrentarnos a esta nueva era supone reconocernos, entre todo este ej¨¦rcito de desheredados, y entender. Entender que si alineamos nuestros sables contra el verdadero enemigo, podemos rodearlo. Porque somos muchos m¨¢s y estamos hartos. Porque s¨®lo nosotros, tomando conciencia de nuestra importancia, podemos cambiar el rumbo de la historia para no permanecer, cautivos y desarmados. Por eso espero que ese lejano rumor se transforme en un clamor que rodee todo el planeta y nos despierte del milenario letargo que nos ha conducido a esto. Si no es as¨ª, puede que estemos perdidos.
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