Los jardines de la memoria
El Salvador vivi¨® en los a?os ochenta una cruel guerra civil que dej¨® 75.000 muertos. Ahora, en el departamento de Moraz¨¢n, ex guerrilleros convertidos en gu¨ªas explican ese terrible pasado
Miles de banderas rojas en memoria de la revoluci¨®n cuelgan como farolillos de feria. Hombres y mujeres de rasgos ind¨ªgenas, cargados de ni?os, visten con sus mejores galas de antiguos combatientes: camisetas con lemas guerrilleros y gorras de camuflaje. A los vendedores callejeros que ofrecen papusas (tortas de ma¨ªz) y licuados se suman los puestecillos con todo el marketing del Che y los iconos de la revoluci¨®n salvadore?a. Los m¨¢s j¨®venes bailan al ritmo de los Torogoces (el torogoz es el ave nacional), el grupo de m¨²sica que naci¨® en las trincheras de la guerrilla y que hoy sigue proclamando en directo consignas revolucionarias.
Estoy en la plaza c¨ªvica de Perqu¨ªn (reconstruida tras haber sufrido varios bombardeos a¨¦reos) a unas cuatro horas de San Salvador, en una animada celebraci¨®n popular que re¨²ne a cientos de ex combatientes de la guerra civil. La mayor¨ªa son vecinos de este pueblo monta?oso, basti¨®n durante la d¨¦cada de los ochenta de la guerrilla que combati¨® al Ej¨¦rcito en una cruenta guerra civil cuyo dram¨¢tico saldo super¨® los 75.000 muertos en todo el pa¨ªs. Pero hoy esta aldea ha decidido no llorar m¨¢s a sus muertos sino convertirse en algo parecido a un parque tem¨¢tico de la revoluci¨®n.
Los guerrilleros llegaron a tener el control absoluto de Moraz¨¢n (departamento al que pertenece Perqu¨ªn) y lograron formar a m¨¢s de quince mil hombres y mujeres en la insurgencia. Hoy, 16 a?os despu¨¦s de la guerra, los vecinos aspiran a convertir Perqu¨ªn en "capital de la paz" y en un lugar de culto para la recuperaci¨®n de la memoria hist¨®rica.
Quiz¨¢ por ello no cuesta nada arrancarles historias del frente de batalla. "A m¨ª me abrieron el est¨®mago durante un bombardeo y a mi amigo de all¨¢ le roz¨® la bala de un M16 y se qued¨® tartamudo..." (...) "Yo vivo con una esquirla en la cabeza..., aqu¨ª casi todos los vecinos, hombres y mujeres, hemos luchado contra el Ej¨¦rcito pero ahora luchamos por la paz y la justicia", me cuentan un par de hombres de tez morena y rasgos indios calados con el tradicional sombrero de palma.
Camino de brasas
Perqu¨ªn significa en lengua lenca (la de los ind¨ªgenas que viv¨ªan antes de la llegada de los espa?oles) "camino de brasas", por las fogatas permanentes que en tiempos encend¨ªan los pobladores lencas. En los a?os ochenta, las monta?as y la altura la convirtieron en el escondite ideal para los guerrilleros y donde las llamas que se formaban eran entonces las que dejaban los bombardeos del Ej¨¦rcito: "A m¨ª me reclutaron con 16 a?os. Form¨¦ parte del primer grupo de 200 muchachos que fue enviado al campo para ser entrenado. Ten¨ªamos que atacar de noche a los militares y robarles las armas. As¨ª fue como empez¨® la guerra". Jos¨¦ C¨¦sar es hoy uno de los ex combatientes que han sido reconvertidos en "gu¨ªas tur¨ªsticos" en el Museo de la Revoluci¨®n, donde se recopilan armas, fotos, carteles, uniformes y hasta el material de transmisi¨®n de Radio Venceremos, la emisora clandestina de las monta?as que fue la voz oficial de la guerrilla. Sus emisiones informaban de los avances de la guerra y trataban de reclutar adeptos para luchar contra el Ej¨¦rcito salvadore?o.
A Jos¨¦ C¨¦sar le brillan los ojos cuando habla de su experiencia en el conflicto armado, a pesar de que lo ha debido narrar una y mil veces. "A las mujeres las enamor¨¢bamos y las capt¨¢bamos para que formaran parte de la guerrilla..., pero nunca pod¨ªamos tener una novia formal, ni tener hijos con ellas...", un relato que hila sin pausa mientras toma en su mano algunas de las bombas caseras que se exhiben en el museo. "Yo mismo fui v¨ªctima de algunos ataques... (se levanta la pernera del pantal¨®n y me muestra la pr¨®tesis que sustituye a la pierna que perdi¨® tras caerle una r¨¢faga de ametralladora)..."Pero siempre pens¨¦ que era mejor morir con las armas en la mano que morir en la cobard¨ªa". Cuando entr¨® en la guerrilla era un campesino analfabeto y hoy lee, escribe y se enorgullece de poder contar la historia de su regi¨®n: "Al museo vienen tambi¨¦n militares, nuestros enemigos de entonces. Y ellos se emocionan igual que nosotros porque ¨¦ste es un museo que no quiere tomar partido. S¨®lo estamos contando la historia y a la historia no se le puede quitar ni poner una letra", a?ade este catedr¨¢tico del sentido com¨²n.
Pero hay m¨¢s. Veo tambi¨¦n el retrato de Monse?or Romero, el arzobispo asesinado durante la guerra y de otros jesuitas que perdieron la vida de igual manera. En el jard¨ªn del museo, un hoyo gigantesco muestra el lugar donde cay¨® de punta una bomba de 500 kilos y a s¨®lo unos metros, los restos del helic¨®ptero donde muri¨® Domingo Monterroso, militar salvadore?o al que los guerrilleros culparon de la masacre de m¨¢s de mil personas en tres d¨ªas. Hoy, en el lugar donde se produjo esa matanza (en el cerro del Mozote) se ha construido un mausoleo con los nombres de las v¨ªctimas y, al pie, un peque?o jard¨ªn que honra su memoria.
Dos monta?as refugio
El visitante puede subir tambi¨¦n al Cerro de Perqu¨ªn a unos 1.300 metros de altura para divisar las monta?as de El Peric¨®n y El Gigante, que fueron refugio de miles de combatientes. A los pies del cerro se recrea la vida de lo que fueron campamentos guerrilleros: puentes de madera, tiendas de campa?a camufladas, trincheras y largos tat¨²s (los t¨²neles kilom¨¦tricos que cavaba la guerrilla para esconderse del Ej¨¦rcito o desplazarse sin ser detectada) y que hoy a¨²n se pueden recorrer.
La peque?a iglesia colonial de Perqu¨ªn corona este recorrido por la memoria de la revoluci¨®n salvadore?a. El templo tambi¨¦n almacena testimonios del conflicto, con fotograf¨ªas de v¨ªctimas de la guerra, y una inscripci¨®n de Mario Benedetti que recoge el sentir de un pueblo que quiere convertirse en s¨ªmbolo de la paz pero sin olvidar su tiempo y su pasado.
"No podremos ser vanguardia de nada ni de nadie / Ni siquiera de nosotros mismos /Si irresponsablemente /Decidimos / Que el pasado no existe".
? Almudena Ariza forma parte del equipo de reporteros de Televisi¨®n Espa?ola.
Gu¨ªa
Datos b¨¢sicos
? Prefijo telef¨®nico: 00 503.
C¨®mo ir
? Iberia (902 40 05 00, www.iberia.com) ofrece vuelos sin escalas entre Madrid y San Salvador, capital de El Salvador, a partir de 886 euros, tasas y suplementos incluidos.
Informaci¨®n
? Turismo de El Salvador (22 43 78 35;
www.elsalvador.travel).
? www.turismo.com.sv.
Visitas
? Museo de la Revoluci¨®n
(26 61 65 82). 4? avenida sur. 1? calle de Oriente, 106. Perqu¨ªn.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.