A?o 50 de la revoluci¨®n
El legado de Fidel Castro divide tanto a los cubanos como a la opini¨®n p¨²blica internacional medio siglo despu¨¦s de bajar de Sierra Maestra
Cualquier balance que se haga de la Cuba de Fidel Castro, si es medianamente equilibrado, levanta ampollas. Es uno de los resultados visibles de la revoluci¨®n despu¨¦s de 50 a?os: haber dividido a los cubanos y a la opini¨®n p¨²blica internacional en dos bandos irreconciliables: los detractores del castrismo y sus defensores.
A los primeros nada les parece bien; incluso lo aceptado generalmente como positivo, como la universalizaci¨®n de la salud y la educaci¨®n, es apreciado como pura propaganda. Para los fidelistas, hasta lo inadmisible se justifica por razones de fuerza mayor -"la supervivencia de la revoluci¨®n"- y con este argumento hasta la cr¨ªtica m¨¢s inocente es catalogada de contrarrevolucionaria.
Los adversarios de Castro esgrimen estad¨ªsticas para demostrar su fracaso
Para los fidelistas la cr¨ªtica m¨¢s inocente es catalogada como contrarrevolucionaria
Para muchos cubanos el gran drama es la emigraci¨®n juvenil
"La revoluci¨®n fue secuestrada por Fidel", asegura Guti¨¦rrez Menoyo
En una cosa al menos coinciden todos: la Cuba que deja Castro, ausente de la vida p¨²blica desde julio de 2006, en muy poco se parece a la que recibi¨® el 1 de enero de 1959.
Los adversarios del l¨ªder comunista se sirven de algunas estad¨ªsticas de la etapa republicana para demostrar el fracaso del r¨¦gimen. En 1958, con una poblaci¨®n de seis millones de personas, la isla pose¨ªa m¨¢s electrodom¨¦sticos por habitante y ten¨ªa m¨¢s kil¨®metros de l¨ªneas f¨¦rreas que cualquier otro pa¨ªs de Am¨¦rica Latina. El peso cubano ten¨ªa entonces igual valor al d¨®lar. Hoy es 20 veces inferior. Exist¨ªan las mismas cabezas de ganado que habitantes. Ahora la proporci¨®n es de una por cada seis cubanos. Y el n¨²mero de peri¨®dicos de tirada nacional era considerable. Ahora s¨®lo hay dos, Granma y Juventud Rebelde.
Otra cifra. La producci¨®n de az¨²car en 1958 super¨® en cuatro veces la alcanzada el a?o pasado.
Para los defensores de la revoluci¨®n los datos que cuentan son otros. Antes de 1959 la mortalidad infantil era superior a 60 por cada mil nacidos vivos. Ahora es de 5,3. La esperanza media de vida al nacer no llegaba a los 58 a?os y hoy es de 77 a?os en el caso de los hombres y 78 de las mujeres. Mientras, la cantidad de m¨¦dicos por habitante se ha multiplicado por cinco. Con 11 millones de habitantes, en Cuba hoy existen casi un mill¨®n de universitarios.
Guillermo Jim¨¦nez es uno de los pocos acad¨¦micos revolucionarios que admite abiertamente que los indicadores de consumo antes de 1959 eran deslumbrantes. En su ensayo El nivel de vida de los cubanos anterior a la revoluci¨®n ofrece estad¨ªsticas como estas: el consumo anual de carne de res en 1955 era de 40 kilogramos por habitante (tercer lugar en Am¨¦rica Latina, despu¨¦s de Uruguay y Argentina); en 1958 circulaban en la isla 160.000 veh¨ªculos, uno por cada 38 habitantes (segunda posici¨®n en el hemisferio). "Y Cuba tambi¨¦n era el segundo pa¨ªs de Am¨¦rica Latina en n¨²mero de receptores de radio, y el primero en receptores de televisi¨®n y en canales televisivos".
"Pero estaba tambi¨¦n el lado oscuro de la luna", se?ala Jim¨¦nez, de 72 a?os, que fue l¨ªder destacado del Directorio Revolucionario, una de las tres fuerzas que lucharon contra la dictadura de Fulgencio Batista. "En aquellos a?os el desempleo afectaba al 40% de la poblaci¨®n y el 23,6% de los cubanos mayores de 10 a?os eran analfabetos", asegura. "La riqueza estaba tan desigualmente distribuida que el 8% de los propietarios pose¨ªan m¨¢s del 70% de las tierras", a?ade.
Cita datos "nada sospechosos", pues fueron obtenidos de instituciones oficiales del Gobierno de Batista. En 1953 s¨®lo el 58% de los hogares cubanos dispon¨ªan de servicio de electricidad. Y "pose¨ªan refrigeradores menos de la quinta parte de las viviendas, s¨®lo un tercio ten¨ªan agua corriente y un 28% ba?o en casa, sin contar que casi absolutamente todas esas ventajas se concentraban en La Habana", agrega el profesor.
Jim¨¦nez quiere demostrar que por muy bien que estuviera Cuba en algunos ¨ªndices econ¨®micos, la necesidad de una revoluci¨®n social "se justificaba plenamente" en 1958. Y eso sin considerar la represi¨®n pol¨ªtica vivida durante los ¨²ltimos a?os del Gobierno de Batista.
Para el ex comandante Eloy Guti¨¦rrez Menoyo, miembro del mismo grupo revolucionario que Jim¨¦nez y hermano de uno de los asaltantes del palacio presidencial (Carlos, que muri¨® en el intento de ajusticiar a Batista, en 1957), "la revoluci¨®n cubana triunf¨® porque fue apoyada por la inmensa mayor¨ªa de la gente", incluidas clase media y burgues¨ªa. "Todos quer¨ªamos libertad y justicia social, pero la revoluci¨®n fue secuestrada por Fidel y el precio que hemos pagado ha sido demasiado alto", asegura.
Menoyo subi¨® a las monta?as del Escambray en 1957 y baj¨® con grado de comandante. "Fui el ¨²nico extranjero con esa condici¨®n, con el Che Guevara y el norteamericano William Morgan
[fusilado en 1961, acusado de ser agente de la CIA]".
Por su memoria pasan los hitos de la revoluci¨®n: "La ley de reforma agraria, las nacionalizaciones de las grandes empresas norteamericanas; la invasi¨®n de bah¨ªa de Cochinos; la crisis de los misiles; el fracaso de la zafra de los 10 millones, uno de los sue?os locos de Castro, que dej¨® a la isla en bancarrota; el Quinquenio Gris y la sovietizaci¨®n de Cuba; el ¨¦xodo del Mariel; la desaparici¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica; el Periodo Especial; la crisis de los balseros; el relevo de poder en Cuba; las esperanzas abiertas por la llegada de Ra¨²l Castro, y la espera y la decepci¨®n...".
Menoyo, de 74 a?os, ha vivido estos acontecimientos desde varias ¨®pticas: como comandante de la revoluci¨®n (hasta 1961), como prisionero pol¨ªtico (pas¨® 22 a?os en una c¨¢rcel cubana por alzarse en armas contra Castro); como l¨ªder en el exilio (desde 1987) y como opositor pac¨ªfico y cubano de a pie (tras regresar a la isla en el a?o 2003).
Es quiz¨¢ el ¨²nico cubano que tiene una experiencia similar. Y la valoraci¨®n que hace, "sin odio", es dura: "No ha merecido la pena tanto sacrificio".
Los logros de la revoluci¨®n, dice, "en realidad no lo son: la educaci¨®n no es libre y su calidad es cada vez peor; la salud est¨¢ en un estado deplorable y encima no es gratis: se est¨¢ pagando con los salarios de hambre que cobra todo el mundo".
Menoyo afirma que "los j¨®venes se quieren ir del pa¨ªs" y que por rechazo al sistema y el freno impuesto a los cambios, "cada vez se idealiza m¨¢s a Estados Unidos". Se corre el riesgo, advierte, de "perderlo todo" y de caer en manos "del enemigo contra el que luchamos".
Alfredo Guevara, compa?ero de universidad de Fidel Castro y miembro del "gobierno paralelo" con el que el l¨ªder cubano trabaj¨® a la sombra en los primeros a?os, es uno de los hist¨®ricos de la revoluci¨®n, pero no es ciego ante las sombras.
En recientes debates intelectuales ha criticado el deterioro de la ense?anza y la educaci¨®n en su pa¨ªs y ha abogado por la necesidad de "reinventar" el socialismo cubano e introducir cambios en el modelo, vitales para que la revoluci¨®n sobreviva. Para ¨¦l, la principal garant¨ªa de futuro es la "formidable fuerza" formada durante este medio siglo, ese mill¨®n de universitarios y dos millones de t¨¦cnicos que son el principal tesoro del pa¨ªs.
Tanto Guevara, de 82 a?os, como Jim¨¦nez y Menoyo, forman parte de una generaci¨®n que protagoniz¨® la revoluci¨®n. Pero ahora son los j¨®venes los que cuentan. Los hijos y los nietos de aquella revoluci¨®n, como Eli¨¦cer ?vila, el estudiante de ciencias inform¨¢ticas, miembro de la juventud comunista, que se hizo famoso en el mundo entero el a?o pasado al debatir con el presidente del Parlamento, Ricardo Alarc¨®n, y preguntarle por derechos como la libertad de viajar y de participar en las decisiones pol¨ªticas.
Para muchos cubanos setentones, la emigraci¨®n de los j¨®venes es uno de los grandes dramas del pa¨ªs y uno de los mayores lastres de cara al futuro. Los enemigos de Castro aseguran que son demasiados los desastres que deja el castrismo: la econom¨ªa destrozada por a?os de pol¨ªticas voluntaristas y subsidios locos, los derechos civiles y las libertades cercenadas, y las c¨¢rceles con m¨¢s de 200 presos pol¨ªticos; y muchos problemas que fueron bandera de la revoluci¨®n, como la lucha contra el racismo, sin resolver. Para los defensores del fidelismo, a pesar de los errores cometidos el paso de los a?os demostrar¨¢ que la revoluci¨®n ha supuesto un salto hist¨®rico, un avance para el pa¨ªs, y aunque sea s¨®lo por ello la historia absolver¨¢ a Fidel Castro. El tiempo lo dir¨¢.
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