La ciencia descubre las claves de la felicidad

Si es usted un esc¨¦ptico que no cree en f¨®rmulas m¨¢gicas para la felicidad; si la crisis le deja sin dinero para regalos pero con tiempo para dedicar a otros; si entre sus objetivos para 2009 est¨¢ el conseguir un ansiado bien material... lo que sigue podr¨ªa interesarle. Resulta que la b¨²squeda de la felicidad, del bienestar subjetivo, del sentimiento de satisfacci¨®n personal, ya no es cosa de gur¨²s que dan consejos, sino que ha entrado de lleno en el ¨¢mbito de las ciencias si no exactas, s¨ª experimentales.

Y algunos de sus hallazgos son sorprendentes. Muestran, por ejemplo, que hay m¨¢s felicidad en el altruismo que en el hedonismo, y en dormir m¨¢s cada d¨ªa que en comprarse un coche nuevo. Tambi¨¦n se sabe que cada uno de nosotros tiene una felicidad basal dependiente de los propios genes pero no por ello marcada a fuego: es posible manipularla... siempre que se descubran los mandos correctos. Lo bonito del asunto es que entre quienes diseccionan la felicidad para buscar sus ingredientes hay economistas, soci¨®logos o psic¨®logos que publican sus trabajos en las revistas cient¨ªficas de mayor impacto internacional. S¨ª, hay una b¨²squeda cient¨ªfica de la felicidad.

Produce m¨¢s dicha dormir m¨¢s cada d¨ªa que comprarse un coche

Las mujeres se declaran m¨¢s felices que los hombres hasta los 48 a?os

El bienestar depende de la gen¨¦tica, pero la manipulaci¨®n es posible

La creatividad, la actividad y energ¨ªa vital y el trabajo de calidad importan

"La gente alegre no es ego¨ªsta, tiende a ser m¨¢s cooperativa y caritativa"

"Los parapl¨¦jicos pueden ser felices porque no lo son todo el tiempo"

El estado de m¨¢xima felicidad tiene un nombre: flow, flujo, un concepto acu?ado hace dos d¨¦cadas por el psic¨®logo de origen h¨²ngaro afincado en EE UU Mihaly Csikszentmihalyi, y que hace referencia a la absorci¨®n total que experimenta desde quien se entrega por completo a una tarea intelectual hasta quien se sumerge en un videojuego. Csikszentmihalyi es, junto con su colega Martin Seligman, uno de los pioneros de la llamada psicolog¨ªa positiva. Cuando Seligman se estren¨® como presidente de la Asociaci¨®n Psicol¨®gica Americana, en 1998, llam¨® la atenci¨®n sobre un sesgo en su disciplina: entre 1980 y 1985 la literatura cient¨ªfica inclu¨ªa 2.125 trabajos sobre felicidad, comparados con 10.553 sobre la depresi¨®n. Seligman reivindic¨® la importancia de estudiar no s¨®lo lo que entristece a la gente sino lo que la hace feliz.

La idea cuaj¨®. Desde 2006 hasta ahora la felicidad ha protagonizado m¨¢s de 27.300 art¨ªculos cient¨ªficos -aunque la tristeza a¨²n gana, con m¨¢s de 53.000-. Ahora hay un Journal of Happiness Studies (revista de estudios sobre la felicidad) incluido en el sistema de citas cient¨ªficas, y una World Database of Happiness, o base de datos mundial, que recopila informaci¨®n al respecto, con sede en la Universidad Erasmo de Rotterdam (Holanda).

La ola ha contagiado, adem¨¢s de a las editoriales -v¨¦ase la proliferaci¨®n de obras alusivas, como Emociones positivas, del psic¨®logo de la Universidad Nacional de Educaci¨®n a Distancia (UNED) Enrique G. Fern¨¢ndez Abascal-, a ¨¢reas colindantes, como la econom¨ªa. La Uni¨®n Europea acaba de financiar el proyecto Hapiness, una investigaci¨®n que durar¨¢ tres a?os y analizar¨¢ c¨®mo influyen las condiciones ambientales -desde el clima y la poluci¨®n a la disponibilidad de servicios educativos o de salud- en el bienestar subjetivo (uno de los sin¨®nimos t¨¦cnicos para felicidad) de los europeos. La directora del proyecto, Susana Ferreira, del University College en Dubl¨ªn, espera que los resultados sean ¨²tiles para la toma de decisiones "de la clase pol¨ªtica y para el p¨²blico en general".

Ferreira y el resto de investigadores son economistas. No son ni mucho menos los ¨²nicos en este campo. En econom¨ªa es importante saber por qu¨¦ el p¨²blico toma las decisiones que toma, y esa pregunta ha guiado a Daniel Kahneman, premio Nobel de Econom¨ªa de 2002, hasta la felicidad. Le ha guiado, en concreto, a la siguiente cuesti¨®n crucial: si la felicidad es el motor del comportamiento humano, habr¨¢ que saber c¨®mo medirla. "Las declaraciones directas de bienestar subjetivo podr¨ªan ser ¨²tiles a la hora de medir las preferencias del consumidor (...) si esto pudiera hacerse de modo cre¨ªble", escrib¨ªa Kahneman en 2006 en la revista Journal of Economic Perspectives. Y en el mismo p¨¢rrafo se?alaba c¨®mo en econom¨ªa se da el mismo boom pro-felicidad que en psicolog¨ªa: entre 2001 y 2005 se publicaron m¨¢s de 100 trabajos sobre econom¨ªa y felicidad, comparados con s¨®lo cuatro entre 1991 y 1995.

As¨ª pues, ?c¨®mo se mide la felicidad? Una primera respuesta parece obvia: preguntando a los principales interesados. Las prestigiosas encuestas del European Social Survey (ESS), que se hacen desde 2001, incluyen la pregunta: "?C¨®mo es usted de feliz?". No son estudios fr¨ªvolos. El ESS ha recibido el premio europeo Descartes por su alto rigor cient¨ªfico; su coordinador en Espa?a, Mariano Torcal, de la Universidad Pompeu Fabra, estima que cada campa?a espa?ola del ESS cuesta unos 500.000 euros. El proyecto Happiness utilizar¨¢ estos datos del ESS.

Hay otras encuestas similares -realizadas con m¨¦todos distintos-: el Eurobar¨®metro y sus equivalentes en otros continentes, o el World Values Survey (WVS), con datos de m¨¢s de 50 pa¨ªses desde principios de los ochenta.

Los resultados de estas encuestas pintan grosso modo el siguiente panorama. En los pa¨ªses ricos se es m¨¢s feliz que en los pobres. Bien. Pero superado un nivel m¨ªnimo de riqueza, dinero y felicidad se desacoplan: aunque la capacidad adquisitiva se multiplique, el sentimiento de bienestar apenas var¨ªa. La paradoja ya la se?al¨® en los a?os setenta el economista Richard Easterlin, y se corrobora a lo largo de los a?os. Fern¨¢ndez Abascal lo ha expresado as¨ª: "Mis hijos tienen todas las videoconsolas y no son m¨¢s felices de lo que era mi padre, que jugaba con una cuerda y una caja de cart¨®n en la calle: ten¨ªan menos medios, pero los niveles de felicidad eran parecidos".

Las encuestas del WVS tambi¨¦n muestran que el nivel de felicidad se mantiene m¨¢s o menos estable a lo largo de los a?os, as¨ª como las diferencias entre pa¨ªses. En los pa¨ªses n¨®rdicos y en Am¨¦rica Latina se declaran m¨¢s felices que en Asia (Dinamarca, Colombia, Nigeria y Puerto Rico est¨¢n habitualmente en cabeza). Sin embargo, tras los ¨²ltimos datos, del pasado julio, Ron Inglehart, el responsable del WVS, llam¨® la atenci¨®n sobre el hecho de que desde 1981 la felicidad parece haber aumentado en 45 de los 52 pa¨ªses estudiados. Inglehart y otros autores lo atribuyen a la mejor calidad de vida en pa¨ªses que empiezan a salir de la pobreza y a la extensi¨®n de la democracia, supuestamente asociada a m¨¢s libertad personal.

Pero, en cualquier caso, la foto que proporcionan las grandes encuestas es para muchos demasiado borrosa, as¨ª que tratan de afinar con investigaciones m¨¢s precisas, a menor escala. Algunas dan resultados sobre edad y sexo. En general, hay coincidencia en que son m¨¢s felices los j¨®venes y los jubilados. Un reciente estudio del Instituto Nacional de Estad¨ªstica franc¨¦s (INSEE) con encuestas realizadas despu¨¦s de 1975 revela que, tras un bache en torno a los cuarenta a?os, la felicidad "remonta y alcanza su apogeo durante la sesentena", independientemente del estado civil o el nivel de renta. Y el pasado julio investigadores estadounidenses -Easterlin entre ellos- analizaron d¨¦cadas de datos antes de concluir que de j¨®venes las mujeres se declaran m¨¢s felices, pero hacia los 48 a?os las tornas cambian y son ellos quienes se sienten m¨¢s satisfechos con sus vidas.

En general, hay acuerdo en que estos trabajos muestran que la felicidad se correlaciona con "beneficios tangibles en muchos ¨¢mbitos de la vida", ha escrito Sonja Lyubomirsky, de la Universidad de Stanford. Entre ellos: m¨¢s probabilidades de estar casado y menos de divorciarse; m¨¢s amigos y mayor soporte social; m¨¢s creatividad y productividad en un trabajo de m¨¢s calidad y bien pagado; m¨¢s actividad y energ¨ªa vital; mejor salud mental y f¨ªsica; capacidad de autocontrol; e incluso m¨¢s longevidad. Adem¨¢s, "la gente feliz no es ego¨ªsta; la literatura sugiere que tienden a ser relativamente m¨¢s cooperativos; caritativos y centrados en los dem¨¢s", dice Lyubomirsky en Review of General Psychology.

Pero esto no basta para sacar conclusiones sobre la f¨®rmula del bienestar vital, para empezar porque no es posible saber si se est¨¢ m¨¢s feliz por estar casado -por ejemplo- o a la inversa. Es decir, hace falta diseccionar a la felicidad m¨¢s y mejor en el laboratorio. Los investigadores lo est¨¢n haciendo, con resultados curiosos. Antes han afilado sus armas, es decir, han dise?ado nuevos m¨¦todos para medir la felicidad, aparte de las encuestas declarativas. Kahneman es autor de uno de ellos.

Varios trabajos sugieren que la felicidad que los individuos declaran cuando se les pregunta en global c¨®mo se sienten es muy influenciable por factores intrascendentes, como la formulaci¨®n de las preguntas o el que se acabe de tener una experiencia buena o mala -un ejemplo cl¨¢sico: pacientes que se someten a una prueba desagradable dicen pasarlo menos mal si los ¨²ltimos minutos son placenteros, aun a costa de prolongar el examen-. As¨ª, Kahneman pide a los sujetos del experimento que asignen un grado de felicidad a cada una de sus acciones diarias, revivi¨¦ndolas, y no s¨®lo dando un valor global. Con este m¨¦todo realiz¨® y public¨® en Science en 2004 un trabajo con casi un millar de mujeres que declaraban c¨®mo de satisfactorias eran sus actividades: el sexo, salir con amigos y relajarse ante la tele figuraban muy alto en la lista, mientras que dormir poco y una agenda laboral muy apretada eran de lo m¨¢s desagradable. De nuevo, familia y amigos se revelan importantes, pero no el dinero (cubierto lo b¨¢sico).

Y este no es el ¨²nico resultado anti-intuitivo sobre la felicidad. Hay m¨¢s, como que pacientes operados de c¨¢ncer puedan sentirse m¨¢s felices que personas sanas; que v¨ªctimas de accidentes muy graves declaren niveles altos de felicidad; o que -por el contrario- personas que han ganado la loter¨ªa no sean, poco despu¨¦s del susto, m¨¢s felices que el com¨²n de los mortales. La explicaci¨®n podr¨ªa estar en los genes. Varios estudios con gemelos indican que hay una especie de nivel permanente y personal de felicidad, al que pasado un tiempo todo el mundo tiende a volver pase lo que pase, o casi. Ya en 1996 un trabajo con 4.000 parejas de gemelos sugiri¨® que el sentimiento de bienestar con la propia vida es gen¨¦tico en al menos un 50%. Y este mismo a?o, investigadores brit¨¢nicos y australianos han vuelto a obtener un resultado similar.

Otro resultado anti-intuitivo: genera m¨¢s felicidad gastar dinero en los dem¨¢s que en uno mismo. Lo ha demostrado un trabajo de Elizabeth W. Dunn (Universidad British Columbia, Vancouver, Canad¨¢) en Science el pasado marzo, en el que se daba dinero a voluntarios, se les instru¨ªa sobre c¨®mo gastarlo y se med¨ªa despu¨¦s su grado de satisfacci¨®n personal. Este resultado coincide con otros donde la mayor felicidad se correlaciona con acciones de ayuda a los dem¨¢s y de promoci¨®n de la virtud. El altruismo, concluyen los investigadores, pone sobre la pista de la felicidad mucho m¨¢s que la b¨²squeda del placer. "Dado que la gente parece pasar por alto los beneficios, las pol¨ªticas que lo promuevan podr¨ªan ser una buena manera de traducir m¨¢s riqueza nacional en m¨¢s felicidad nacional", escribe Dunn.

Pero entonces, si el dinero no da la felicidad y el placer personal tampoco, ?por qu¨¦ la sociedad actual parece concentrarse en esos factores? ?Hay un desenfoque generalizado? La causa podr¨ªa ser un fen¨®meno ilusorio que Kahneman describi¨®, en Science y otras publicaciones, en 2006. "Cuando la gente considera el impacto de un ¨²nico factor en su bienestar -como los ingresos, pero no ¨²nicamente-, es propensa a exagerar su importancia; llamamos a esta tendencia ilusi¨®n de foco (...). Esta ilusi¨®n puede ser fuente de errores en la toma de decisiones importantes", ha escrito este experto.

Este fen¨®meno tampoco ayuda a estimar la felicidad de los dem¨¢s. "A todo el mundo le sorprende lo felices que pueden ser los parapl¨¦jicos", ha dicho Kahneman. "La raz¨®n es que no son parapl¨¦jicos todo el tiempo. Disfrutan de sus comidas, de sus amigos. Leen las noticias. Tiene que ver con d¨®nde se pone la atenci¨®n".

Todos estos experimentos tienen un objetivo final: ayudar a mejorar el grado de felicidad personal. No es una utop¨ªa, dicen los investigadores. Los genes, al fin y al cabo, dejan un 50% de espacio a la autoexperimentaci¨®n. Se puede empezar por estas Navidades: pedir menos a los Reyes y ser, en cambio, m¨¢s generoso...