Las nucleares de Asc¨® y Vandell¨°s reducen cada vez m¨¢s su fiabilidad
Las centrales pararon 114 d¨ªas por fuga radiactiva y otras aver¨ªas en 2008, frente a 21 el a?o anterior - "Otro a?o as¨ª ser¨ªa desastroso", admite un directivo
La cascada de aver¨ªas, incidentes y los errores que propiciaron la fuga radiactiva han hecho mella en las nucleares de Asc¨® y Vandell¨°s (Tarragona), propiedad de Endesa e Iberdrola. Los contratiempos han forzado el par¨®n de los tres reactores durante 114 d¨ªas, de forma intermitente, a lo largo de 2008.
La p¨¦rdida de fiabilidad, considerada a partir del n¨²mero de horas que las centrales se mantienen conectadas a la red, obedece a las reparaciones, trabajos preventivos y tareas de limpieza de radiactividad en las zonas contaminadas por el escape. La cifra no incluye los paros inevitables (como la parada por recarga de combustible) y multiplica por cinco los paros registrados en 2007 por ese motivo (21 d¨ªas). Endesa e Iberdrola han dejado de facturar unos 60 millones de euros por estos fallos.
Endesa e Iberdrola han perdido unos 60 millones s¨®lo por fallos propios
Los ecologistas apuntan que la sucesi¨®n de aver¨ªas revela flaquezas de seguridad en Asc¨® y Vandell¨°s. ANAV, el consorcio de Endesa e Iberdrola que gestiona ambas plantas, lo rechaza. El n¨²mero de d¨ªas parados, se?ala, implica que se ha primado la seguridad sobre la producci¨®n.
"Resulta complejo medir la seguridad", razona la Nuclear Energy Agency, centro de estudios pronuclear vinculado a la OCDE: "Si una central funciona sin interrupciones significa que las cosas se hacen bien". La tesis, empleada para avalar el futuro del sector en Europa, tambi¨¦n retrata el rumbo de Asc¨® y Vandell¨°s.
Ambas plantas arrastran casi una d¨¦cada de recortes que empezaron en 1999, cuando el Gobierno culmin¨® la privatizaci¨®n de Endesa. Los ecologistas ven en esos recortes el origen de los incidentes en las centrales, principalmente el escape radiactivo (en Asc¨® I) y el incendio en una zona no nuclear (en Vandell¨°s II). Sobre ambos incidentes planea la falta de rigor en la cultura de seguridad.
A los fallos t¨¦cnicos -desajustes en v¨¢lvulas, p¨¦rdidas de control en la maquinaria del reactor- se a?ade la impericia del personal, cuyos errores han cobrado dimensi¨®n este a?o. La fuga de Asc¨®, ocurrida en noviembre de 2007 y oculta hasta el pasado abril, fue f¨¢cilmente evitable. Sucedi¨® porque empleados inexpertos vertieron un bid¨®n en la piscina radiactiva. Y otro no recalibr¨® la alarma que detecta radiaci¨®n. El episodio ha calado en la propia plantilla, "bastante desmotivada", seg¨²n varios empleados. "Ellos tampoco lo hicieron mejor", comentan en alusi¨®n a ANAV.
El incidente lo destap¨® Greenpeace y ANAV fue a remolque aunque niega haber tapado el incidente: "No lo ocultamos, es que no lo sab¨ªamos", sostiene en una aclaraci¨®n poco tranquilizadora. El CSN ampar¨® a ANAV primero para revolverse despu¨¦s contra las nucleares. Convoc¨® a los propietarios de todas las centrales para exigirles mayores inversiones en seguridad.
La p¨¦rdida de confianza entre el CSN y ANAV, reconocida sin ambages por ambas partes, ha cristalizado en la mayor multa de la historia nuclear espa?ola: entre 9 y 22,5 millones de euros por ocultar datos sobre el escape.
Pese a la sanci¨®n, cuyo importe recupera en un par de semanas, la inquietud de ANAV se mide por la repercusi¨®n social de la fuga. "Nuestro objetivo es no aparecer en los titulares. Ahora nos conformamos con no salir mucho en portada. Otro a?o as¨ª ser¨ªa desastroso", ilustra un directivo.
La fuga ha trastornado gran parte de Catalu?a. Los municipios aleda?os a las centrales han exigido revisar planes de emergencia pr¨¢cticamente olvidados desde hace m¨¢s de una d¨¦cada. El Gobierno catal¨¢n se?al¨® como culpables a las el¨¦ctricas por imponer recortes a las centrales. Las cr¨ªticas hallaron eco incluso en los pueblos de Asc¨® (1.600 habitantes) y Vandell¨°s (5.400), que subsisten casi en exclusiva de lo nuclear.
El mal a?o de ANAV ha afectado al renacer del sector. Las nucleares -que no emiten di¨®xido de carbono, el principal gas de efecto invernadero- han hallado en la lucha contra el cambio clim¨¢tico uno de sus principales argumentos. As¨ª se ha repetido en Bruselas para desencallar la construcci¨®n de nuevos reactores, cuyo promedio ha ca¨ªdo m¨¢s del 75% desde finales de los a?os ochenta.
El comisario de Energ¨ªa europeo, Andris Piebalgs, ha defendido al sector para contener la emisi¨®n de gases en la Uni¨®n Europea. Mientras Londres y Par¨ªs promueven la inminente construcci¨®n de nuevas plantas, el lobby patronal espa?ol ha optado por priorizar su lucha: evitar que se clausure alguno de los ocho reactores y que se la juegan en una tanda de revisiones. Las licencias de las nucleares espa?olas caducan, una tras otra, en los pr¨®ximos seis a?os, aunque s¨®lo Garo?a (Burgos) cumple los 40 a?os para los que fue inicialmente dise?ada.
Hoy te superviso, ma?ana te dirijo
La endogamia crece en el sector nuclear espa?ol: los responsables de supervisar las centrales desde organismos p¨²blicos se pasan a la gesti¨®n privada de esas mismas nucleares con probada facilidad. La reacci¨®n de Endesa a la sucesi¨®n de incidentes en Asc¨® y Vandell¨°s ha insistido en esta pr¨¢ctica: la el¨¦ctrica cre¨® en mayo una divisi¨®n para gestionar sus nucleares y renov¨® despu¨¦s la direcci¨®n de ANAV, consorcio que gestiona ambas plantas. Al frente de la primera nombr¨® a Alfonso Arias Ca?ete, secretario general del Consejo de Seguridad Nuclear a mediados de los noventa y, previamente, de Enresa, la empresa estatal que supervisa la gesti¨®n de los residuos radiactivos. De esta compa?¨ªa tambi¨¦n fue ejecutivo el nuevo director de ANAV, Jos¨¦ Mar¨ªa Gr¨¢valos.
Esta trayectoria laboral es frecuente en Espa?a. Un caso paradigm¨¢tico fue el de Eduardo Gonz¨¢lez: de supervisar la construcci¨®n de la nuclear de Lem¨®niz (Vizcaya) de Iberduero, pas¨® a la vicepresidencia del CSN hasta mediados de los noventa. Despu¨¦s regres¨® a Iberdrola como directivo y acab¨® dirigiendo el Foro Nuclear
, lobby
sectorial espa?ol. "En estas condiciones, cuesta creer en la neutralidad del CSN", razona Carlos Bravo, responsable de Greenpeace. "El caso espa?ol es impensable en otros pa¨ªses desarrollados", a?ade.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.