"Ment¨ª a mi familia, a mi novia, a mis amigos, deb¨ªa dinero..."
Pablo (nombre ficticio) es uno de los 45 pacientes del Centro de Asistencia Integral al Cocain¨®mano (CAIC), en Madrid, el ¨²nico de Espa?a espec¨ªficamente para cocain¨®manos. Alrededor de un tercio de los pacientes abandona el tratamiento y la principal lucha de sus 24 profesionales es evitarlo. En el comedor alguien ha colgado una copia del poema No te rindas, de Mario Benedetti: No te rindas, a¨²n est¨¢s a tiempo / De alcanzar y comenzar de nuevo / Aceptar tus sombras / Enterrar tus miedos / Liberar el lastre / Retomar el vuelo.
Pablo, 26 a?os, est¨¢ nervioso y pide que Diego Urgel¨¦s, el joven coordinador del centro, est¨¦ presente durante el encuentro. Mientras habla mueve las piernas. "Prob¨¦ la coca a los 17 a?os. Te hace sentir bien y si llevas cinco copas te baja el pedo. Al principio tomaba algunos fines de semana. A los 22 a?os entr¨¦ de cristalero en una f¨¢brica y empec¨¦ a consumir casi todos los fines de semana, aunque luego me pasaba dos meses sin tomar nada. Con el tiempo empec¨¦ a tomar entre semana. Me met¨ªa unos dos gramos tres d¨ªas a la semana, se me iba la mitad del sueldo. Luego empec¨¦ a hacerlo solo. Ment¨ª a mi familia, a mi novia, a mis amigos, deb¨ªa dinero... Todo era una mierda y una de mis hermanas me llev¨® al centro ambulatorio de mi barrio, pero segu¨ªa pensando que controlaba. A los cinco meses reca¨ª. Mi novia me dej¨® y me despidieron del trabajo. El finiquito me lo fund¨ª en coca. Ah¨ª me di cuenta de que me estaba pudriendo y el 13 de octubre ingres¨¦ en el CAIC".
"Han pasado dos meses y me he tranquilizado, pero s¨¦ que tengo que alejarme de todo lo que me recuerda a la coca. Si me fumo un cigarro solo en mi cuarto de pronto siento las ganas de esnifar. Tambi¨¦n me pasa si me aburro o si estoy demasiado euf¨®rico. Pronto me dar¨¢n el alta y tendr¨¦ que enfrentarme a esto solo. De pensarlo me pongo nervioso".
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