El imperio ausente
La pr¨®xima ronda es para la paz. Las noticias atroces que llegan de Gaza parecen desmentirlo, pues son combustible para el serpent¨ªn violento que calienta la regi¨®n, ese c¨ªrculo vicioso que buscan los terroristas, y que lleva a descender siempre un pelda?o m¨¢s hacia los infiernos. Pero la guerra lanzada por el Tsahal apenas tres semanas antes de la toma de posesi¨®n de Barack Obama como presidente de Estados Unidos, se explica precisamente porque estamos en puertas de un nuevo ciclo pol¨ªtico de obligada eficacia en la zona. A pesar de la enorme prudencia del presidente electo de Estados Unidos, que s¨®lo ha querido pronunciar unas breves frases compadeciendo la suerte de la poblaci¨®n civil palestina e israel¨ª, es evidente que la pol¨ªtica norteamericana hacia Oriente Pr¨®ximo cambiar¨¢ de forma sustancial a partir del 21 de enero.
Ning¨²n otro primer ministro israel¨ª tendr¨¢ las manos libres como las han tenido Sharon y Olmert con Bush
El tema de discusi¨®n es el calibre de este cambio. Y no faltar¨¢n los esc¨¦pticos de todos los bandos que proclamen la inmutabilidad del apoyo incondicional de Washington a Israel. Pero los israel¨ªes saben que ser¨¢ imposible superar a George W. Bush en cuanto a incondicionalidad. Saben tambi¨¦n que Obama situar¨¢ a la diplomacia en el centro de su pol¨ªtica exterior, lo que no excluye la amenaza militar o incluso la intervenci¨®n si hace falta. Pero va a quedar clausurada una etapa de militarizaci¨®n de la pol¨ªtica exterior y sobre todo de la lucha contra el terrorismo, conducida por los neocons, en la que los gobiernos israel¨ªes se han movido a sus anchas. ?sta es una situaci¨®n que ya no regresar¨¢: ning¨²n otro primer ministro israel¨ª tendr¨¢ las manos libres como la han tenido Ariel Sharon y Ehud Olmert con George W. Bush. Pero lo m¨¢s importante es que Barack Obama quiere comprometerse inmediatamente en una estrategia general para toda la regi¨®n, en la que la neutralizaci¨®n del Ir¨¢n nuclear, la estabilizaci¨®n de Irak y de Afganist¨¢n y la paz entre Israel y Palestina son piezas de un mismo y complejo puzle. No esperar¨¢, como han hecho Clinton y Bush hijo al final de su mandato para hincar el diente al proceso de paz en Oriente Pr¨®ximo. Y ya ha quedado claro de sus manifestaciones y de las de sus asesores que su compromiso puede llevarle a utilizar las negociaciones directas, sea con Ham¨¢s, sea con el r¨¦gimen de Teher¨¢n.
La operaci¨®n Plomo Fundido, en plena transici¨®n presidencial, est¨¢ pensada precisamente para condicionar el tama?o del cambio norteamericano hacia Oriente Pr¨®ximo. Para complicarle las cosas a Barack Obama, no para facilit¨¢rselas, como c¨ªnicamente han argumentado medios neocons norteamericanos. La osad¨ªa argumental llega incluso a se?alar que Israel est¨¢ realizando un servicio a todos los pa¨ªses democr¨¢ticos en su guerra global contra el terror, cuando de lo que se trata es precisamente de prepararse para sentarse en la mesa de negociaci¨®n en la posici¨®n m¨¢s favorable posible y con las otras partes bien debilitadas. Algo en lo que hay coincidencia con Ham¨¢s, que quiere asentar su autoridad sobre los palestinos y reivindicarse como su Gobierno leg¨ªtimo y lo hace intensificando la provocaci¨®n a partir del 19 de diciembre, una vez rota la tregua de seis meses. Lo que saben hacer unos y otros es la guerra, matar y morir. De ah¨ª que est¨¦n aplic¨¢ndose a conciencia a su tarea, a costa de expandir el dolor entre los civiles de ambos lados de la l¨ªnea de demarcaci¨®n, antes de verse forzados a regresar al camino de la paz.
Esta ofensiva no tiene como objetivo desmantelar las lanzaderas de misiles palestinos. Tampoco derrocar a Ham¨¢s. Ambos son probablemente de muy dif¨ªcil alcance. Es de muy corto recorrido la mera explicaci¨®n electoralista. Ni siquiera el objetivo m¨¢s plausible, como es rebajar la peligrosidad del partido islamista, con una buena pasada militar que debilite sus infraestructuras y diezme su militancia, constituye el centro de la invasi¨®n. El objetivo de Israel es militar ante todo, y consiste en sacarse la espina de la guerra del L¨ªbano y restaurar, en la medida de lo posible, su prestigio como potencia en la zona y su disuasi¨®n convencional. En dos direcciones: de cara a su peligroso vecindario, y de cara a Washington. Esta vez ha escogido atacar Gaza. Pudo ir m¨¢s lejos y atacar el centro de enriquecimiento nuclear de Natanz en Ir¨¢n, al igual que hizo en 1981 con la central iraqu¨ª de Osirak o m¨¢s recientemente en 2007 con una instalaci¨®n secreta en la regi¨®n siria de Deir ez-Zor. Es un mensaje de dureza ante el per¨ªodo que se abre: si hemos atacado Gaza, tambi¨¦n podemos hacerlo con Ir¨¢n.
De forma pac¨ªfica y encomiable tambi¨¦n Sarkozy est¨¢ aprovechando este vac¨ªo pol¨ªtico para seguir avanzando sus peones. No hay crisis internacional en la que no aparezca el hiperpresidente franc¨¦s, ocupando el vac¨ªo del imperio declinante o quiz¨¢s s¨®lo moment¨¢neamente ausente y en transici¨®n.
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