Madoff y la confianza del ahorrador
Confianza es la palabra m¨¢s repetida en las ¨²ltimas semanas para describir la crisis financiera y como receta para su superaci¨®n.
Habr¨¢ que hacerlo en primer t¨¦rmino entre los operadores financieros, pero, sobre todo, a medio plazo entre los ciudadanos. ?C¨®mo conseguir que los peque?os ahorradores sigan, por ejemplo, pagando la cuota de unos fondos de pensiones cuya gesti¨®n diaria es desconocida para la mayor¨ªa de los humildes ahorradores, cuando luego resulta que -?cosas de la globalizaci¨®n!- engrosaron la cuenta de estafados por un tal Madoff en Estados Unidos?
Los esc¨¢ndalos de Enron o de Gescartera dejaron ya entrever la necesidad de edificar la confianza en los profesionales financieros sobre unas bases m¨¢s s¨®lidas. La Uni¨®n Europea puso entonces en marcha toda su maquinaria legislativa y, al leer hace unos d¨ªas que los inmuebles de una conocida empresa en crisis hab¨ªan sido valorados en exceso hasta en un "19.000 por ciento", cualquiera podr¨ªa preguntarse por el resultado de ese esfuerzo: ?qu¨¦ habr¨¢n dicho los auditores de la empresa sobre esas valoraciones?
No cabe duda de que lo inmediato es reconstruir el sistema financiero, insuflar ox¨ªgeno a la da?ada econom¨ªa y ayudar a superar la crisis a los ciudadanos que m¨¢s sufran sus consecuencias. Sin embargo, no puede pasar mucho tiempo sin que se afronten sus causas m¨¢s profundas. M¨¢s all¨¢ de una mejor regulaci¨®n de los riesgos y de la solvencia de las empresas, ?no deber¨ªamos velar tambi¨¦n por la solvencia ¨¦tica u honestidad de profesionales?
Justo es que quienes han actuado de forma delictiva rindan cuentas ante la justicia penal y que respondan con su dinero de las responsabilidades en que hayan incurrido. Pero no podemos confiarlo todo a la reacci¨®n penal. De poco sirve esa respuesta a los modestos ciudadanos perjudicados. Poco consuelo es el tard¨ªo castigo penal ante el imprescindible desv¨ªo de los escasos recursos p¨²blicos. (Que muchos aceptemos como irremediable el uso de dinero p¨²blico para reflotar el sistema financiero no significa que nuestra moral c¨ªvica no nos interpele al pensar que s¨®lo una parte de esos fondos podr¨ªa haber aliviado la pobreza en el mundo o mejorado la educaci¨®n).
No. La sanci¨®n penal y las responsabilidades patrimoniales, aunque necesarias, no son la ¨²nica ni la mejor respuesta para evitar estos esc¨¢ndalos. Habr¨¢ que pensar en otros remedios preventivos que impidan el acceso y la permanencia en el mercado de los profesionales deshonestos o temerarios.
Pues resulta que en todos los ordenamientos de los pa¨ªses de nuestro entorno, incluido Estados Unidos, con una u otra denominaci¨®n y con una regulaci¨®n sin duda mejorable, disponemos de alg¨²n instrumento para lograr dicho objetivo. Hace tiempo que las profesiones vinculadas al mercado financiero est¨¢n reservadas por ley a personas que acrediten su buena reputaci¨®n profesional u honorabilidad. Aunque da la sensaci¨®n de que en los ¨²ltimos a?os hayamos confundido, aqu¨ª y all¨¢, la buena reputaci¨®n profesional con el handicap del golf, las relaciones familiares o la condici¨®n de afamado cantante jubilado. Por lo que vamos leyendo, el se?or Madoff es un claro ejemplo de un individuo con una elevada imagen social, pero tambi¨¦n con una reputaci¨®n profesional que ha despertado dudas, sobre las que los supervisores competentes prefirieron no investigar mucho deslumbrados por su imagen social.
Buena reputaci¨®n profesional que implica el deber de actuar no s¨®lo con respeto a las leyes, sino tambi¨¦n a las "buenas pr¨¢cticas comerciales y financieras". No basta con no cometer infracciones administrativas o penales; se exige, al menos en la letra de las leyes, algo m¨¢s. Francamente, va siendo hora de aplicarlo, con todas las garant¨ªas, pero con eficacia. Mientras nos atengamos a lo puramente sancionable sin exigir ese plus de buen ejercicio profesional, poco avanzaremos en la recuperaci¨®n de la confianza en los profesionales.
Un ejemplo. Cuesta aceptar que un empresario del transporte est¨¦ sujeto a un visado de su licencia cada dos o cinco a?os, donde debe acreditar, entre otras cosas, su buena conducta profesional y que, al mismo tiempo, en ¨¢mbitos de mayo riesgo, como la banca o los servicios de inversi¨®n, una vez en el mercado, s¨®lo la condena penal o la sanci¨®n de inhabilitaci¨®n sirvan en la pr¨¢ctica para expulsar al profesional deshonesto.
Necesitamos tambi¨¦n supervisores de prestigio. Sobre los supervisores recae, en gran medida, la garant¨ªa de la confianza, y poco podr¨¢n hacer a favor de ¨¦sta si no se percibe que pueden reaccionar a tiempo y con eficacia. Tiempo hay de reflexionar sobre sus reformas y su necesaria dimensi¨®n internacional. Mientras, utilicemos las autoridades que tenemos y que tienen que ser fortalecidas. Fortalecer a los supervisores significa, en primer t¨¦rmino, que quienes ocupan esas funciones deber¨¢n ganarse y renovar la confianza de los ciudadanos con su competencia y su actuaci¨®n. Sin estridencias, pero al mismo tiempo sin clamorosos silencios, como el que ha beneficiado al se?or Madoff.
Tener unos profesionales m¨¢s ¨ªntegros y unos supervisores m¨¢s eficaces es una meta dif¨ªcil de conseguir en una realidad compleja, en la que el peque?o ahorrador ha adquirido, casi sin saberlo, una dimensi¨®n global. Sin embargo, las dificultades no nos eximen de nuestra responsabilidad como ciudadanos de luchar por alcanzar dicho objetivo.
Fernando Irurzun Montoro es doctor en Derecho.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.