Apoteosis navide?a
Ha sido la apoteosis: acabamos aplaudiendo. (Y eso que los medios de comunicaci¨®n contaban que en Oriente Pr¨®ximo son siempre los ¨¢rabes quienes atacan primero e Israel el que se defiende: a su defensa se le llama "represalia"). El D¨ªa de Reyes por la noche, despu¨¦s de dar y recibir regalos aqu¨ª y all¨¢, despu¨¦s de comer rosc¨®n con y sin nata, con restos de chocolate espeso en la comisura de los labios, alrededor de la chimenea, contentos y cansados, dimos por concluida la Navidad y aplaudimos. (Y eso que, seg¨²n los medios de comunicaci¨®n, ni ¨¢rabes, ni palestinos, ni libaneses tienen derecho a matar civiles: a eso se le llama "terrorismo").
Lo hicimos porque lo hemos pasado bien, porque nos ha gustado. Dir¨ªa que en ese aplauso iba una celebraci¨®n y hasta un orgullo. (Israel tiene derecho a matar civiles: se llama "leg¨ªtima defensa"). Pero tambi¨¦n iba un alivio, la sensaci¨®n de que, dados los polvos de 2008, los lodos navide?os podr¨ªan haber alcanzado simas de arenas movedizas. (Cuando Israel mata civiles en masa las potencias occidentales piden que lo haga con mayor comedimiento: se llama "reacci¨®n de la comunidad internacional").
Con puntualidad y pulcritud nos entregamos al cumplimiento de cada fecha se?alada
?C¨®mo, si no, va a acabar en aplauso un a?o que se ha llevado a un amigo del alma, que ha diagnosticado graves enfermedades a familiares, que ha acarreado pesadas lesiones, que ha amenazado con crisis interminables que nos abocar¨ªan, primero, a la incertidumbre y, despu¨¦s, qui¨¦n sabe, a algo peor, mucho peor, acaso catastr¨®fico? (Ni palestinos ni libaneses tienen derecho a capturar soldados israel¨ªes dentro de instalaciones militares: eso es "secuestro de personas indefensas").
En aquello est¨¢bamos cuando lleg¨® la Navidad y con puntualidad y pulcritud nos entregamos al cumplimiento de cada fecha se?alada, a la interpretaci¨®n de cada sesgo previsto. Hicimos exactamente lo que hab¨ªa que hacer y no s¨®lo hemos sobrevivido, sino que lo hemos disfrutado. De ah¨ª el aplauso. (Israel tiene derecho a secuestrar a cualquier hora y en cualquier lugar a palestinos y libaneses. La cifra ronda los 11.000, 300 de los cuales son menores y 1.000, mujeres. No se precisa prueba alguna de culpabilidad. Israel tiene derecho a mantener secuestrados a los presos indefinidamente. A eso se le llama "encarcelamiento de terroristas").
La tarde anterior, mientras la cabalgata de los Reyes Magos recorr¨ªa la Castellana, hac¨ªamos las ¨²ltimas compras por la calle del Barquillo. (Cuando se menciona la palabra "Hezbol¨¢" es obligatorio a?adir en la misma frase "apoyados y financiados por Siria y por Ir¨¢n"). ?bamos a un chino bueno para comprar el regalo de los reyes chinos que hacemos con los amigos. Un chino bueno es uno grande. Nos encanta rebuscar y encontrar cosas asombrosas y baratas. (Cuando se menciona "Israel" est¨¢ terminantemente prohibido a?adir "apoyados y financiados por los EE UU"). Es imposible que comprar en un chino no produzca remordimientos, porque es imposible que lo que se encuentra en un chino, al precio que se encuentra, se haya producido en condiciones justas, pero los remordimientos dejan de ser lacerantes cuando en casi todas las etiquetas de las tiendas buenas, las otras, pone "made in China". S¨®lo que el margen de beneficio se lo lleva uno de aqu¨ª, y a m¨ª eso me da igual, no soy nacionalista mercantil, ni siquiera nacionalista a secas; en todo caso, mercantil. (En informaciones sobre Palestina e Israel hay que evitar siempre que aparezcan las siguientes expresiones: "territorios ocupados", "resoluciones de la ONU", "violaciones de los Derechos Humanos" y "Convenci¨®n de Ginebra"). En un chino de los buenos puedes encontrar, por ejemplo, una lamparita de mesa que parece de Philippe Stark pero cuesta 10 euros. La tenemos. El interruptor es el pito de un hombre: hacia abajo, apagado; hacia arriba, encendido. (Los palestinos y libaneses "malos" se esconden entre la poblaci¨®n civil. Israel tiene derecho a aniquilar con bombas y misiles los barrios donde duermen).
El caso es que ¨ªbamos por la calle del Barquillo y o¨ªamos las explosiones de los fuegos artificiales, las tracas que acompa?aban las carrozas. (Los israel¨ªes hablan mejor ingl¨¦s, franc¨¦s, alem¨¢n, ruso, castellano y portugu¨¦s que los ¨¢rabes, por eso merecen ser entrevistados con mayor frecuencia y tener m¨¢s oportunidades que los ¨¢rabes para explicar cualquier cosa). Como tomamos unas copas en el Del Diego, nos fuimos despu¨¦s al Jos¨¦ Alfredo, que alg¨²n d¨ªa tambi¨¦n ser¨¢ un cl¨¢sico. Estaba Antonio de la Rosa, el artista que puso en la Casa de Am¨¦rica una raya gigante de coca¨ªna: una acci¨®n apote¨®sica, se dir¨ªa que navide?a. (Todas las personas que no est¨¢n de acuerdo con estas reglas son "terroristas antisemitas muy peligrosos"). Un aplauso.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.