La ¨²ltima sesi¨®n
No volvieron a estar juntos sobre un escenario. Y nunca m¨¢s podr¨¢n hacerlo. Hace diez a?os que los protagonistas de Buena Vista Social Club, quienes participaron en las sesiones del disco, se reunieron para actuar en p¨²blico. Estaban todos. Ry Cooder dirig¨ªa y filmaba Wim Wenders. Y las l¨¢grimas emocionadas de Omara Portuondo, nada m¨¢s terminar de cantar con Ibrahim Ferrer el bolero Silencio, quedaron registradas para siempre.
Estuvieron en Nueva York, en el Carnegie Hall, en julio de 1998. En abril, viajaron a Amsterdam, para dos noches maravillosas en el teatro Carr¨¦, a orillas de los canales. Tras la actuaci¨®n, una curiosa imagen: mientras Ry Cooder y Nick Gold, due?o del sello discogr¨¢fico World Circuit, conversaban discretamente de sus negocios en una esquina, y Wim Wenders se rodeaba de admiradores cin¨¦filos, los cubanos se hab¨ªan hecho fuertes alrededor de la mesa de los canap¨¦s y las bebidas para su particular fiesta, en la que acog¨ªan con abrazos y risas a todo el que se acercaba.
De Ry Cooder se lleg¨® a escribir que no hab¨ªa aportado nada al asunto: pues escuchen con atenci¨®n el Chan chan en el que est¨¢ su guitarra -The Edge (U2) coment¨® que siempre que alguien la toca con slide termina transitando por caminos ya pisados por el californiano- y comparen la intensidad musical con otras grabaciones del n¨²mero de Compay Segundo. A Cooder le hubiera gustado tener en la grabaci¨®n al Ni?o Rivera, el mayor tresero de Cuba, pero acababa de morir. Cooder lo hab¨ªa descubierto en un casete de las Estrellas de Areito y cuenta que al escucharlo pens¨® en el bebop y Bud Powell. En su siguiente viaje a La Habana quiso visitar a la viuda de Rivera para rendir homenaje al m¨²sico ya fallecido. Y pas¨® una tarde entera en su humilde hogar del barrio de La V¨ªbora. Le confes¨® que hab¨ªa rezado por conocer a su marido porque el de Pinar del R¨ªo ten¨ªa el don. Con emoci¨®n y admiraci¨®n enternecedoras el estadounidense tuvo entre sus manos el viejo instrumento de cuerdas del Ni?o y mir¨® sus amarillentas partituras.
A Buena Vista se le reproch¨® que su ¨¦xito descomunal hab¨ªa cerrado la puerta a los j¨®venes m¨²sicos cubanos y a cuanto se hac¨ªa entonces en la isla, que en realidad mostraba algo que ya no exist¨ªa. Es probable. Pero podr¨ªamos quedarnos con unas palabras de Cooder: somos muy afortunados de que a¨²n est¨¦n vivos y de poder disfrutar con su presencia porque su tiempo qued¨® atr¨¢s y nadie los va a remplazar. Que tuvimos suerte, la tuvimos. Dijo Cooder que "los ancianos poseen conocimientos de los que uno puede aprender. En este caso cuentan historias y no por motivos externos como la fama, el dinero o la codicia. Hay algo en su m¨²sica ¨ªntimamente relacionado con la vida". Ahora, el disco doble en directo que ha publicado World Circuit (Nuevos Medios en Espa?a) nos permite volver a escucharles. Varios de ellos (Compay Segundo, Ibrahim Ferrer, Rub¨¦n Gonz¨¢lez, P¨ªo Leyva, Puntillita) se han ido, pero de alguna manera siguen aqu¨ª con nosotros. Tal como sonaron en el Carnegie Hall el 1 de julio de 1998. -
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.