Repaso subjetivo de cine perdurable
En los inevitables y rituales listados en los que te preguntan por tus pel¨ªculas favoritas del a?o, a veces existen recuerdos venturos, r¨¢pidos y nada dubitativos sobre tus inquebrantables preferencias, sobre un cine que te ha tocado el alma, que sabes que van a seguir contigo en el curso del tiempo. En otras lacerantes ocasiones te quedas en blanco o tienes que recurrir a que alg¨²n cin¨¦filo con memoria enciclop¨¦dica te refresque la tuya. L¨®gicamente, existen cosechas prodigiosas, aceptables, regulares, malas y mal¨ªsimas. Esplendores, plenitud, crisis prolongadas y sequ¨ªas alarmantes.
Repasando lo que se estren¨® en este pa¨ªs en el por tantas razones amenazador 2008 (lo cual excluye por retrasos a los que te cuesta encontrarles la l¨®gica incluir las excelentes La clase, Palma de Oro del ¨²ltimo Festival de Cannes, y The wrestler, indiscutible Le¨®n de Oro en el ¨²ltimo y lamentable Festival de Venecia), descubro que no existe demasiado material para colocarlo en el altar, pero que existen bastantes t¨ªtulos m¨¢s que gratos. Como siempre, hablo en primera persona, atendiendo exclusivamente a mis caprichosos gustos, sin pretender verdades absolutas e incluso relativas, sin absurdos criterios de objetividad.
La secuencia de 'En el valle de Elah' en la que los desolados padres abandonan el tanatorio despu¨¦s de ver el cad¨¢ver de su hijo es el momento que m¨¢s me ha removido
Como siempre, mi subconsciente y mi consciente siguen felizmente colonizados por el cine norteamericano. Abrumadoramente, con causa. A esa nacionalidad pertenece el terrible y sombr¨ªo retrato de la codicia que hace el tan anciano como l¨²cido Sidney Lumet en Antes que el diablo sepa que has muerto, antolog¨ªa de miserias profundamente humanas, un mundo oscuro y fatalista centrado en una familia cuya degradaci¨®n moral acabar¨¢ devor¨¢ndolos. La familia Savage tambi¨¦n habla de la relaci¨®n entre dos hermanos acostumbrados a perder y un padre senil que alguna vez se comport¨® como un miserable. Pero a diferencia del infierno que describe Lumet, a esta fraternal pareja de supervivientes, de gente cotidianamente perdida o resignada a su infelicidad, puedes no s¨®lo comprenderles y compadecerles sino tambi¨¦n llegar a quererles, a desear que encuentren un refugio estable.
Y una familia rota, con la que se ha ensa?ado la muerte accidental o violenta, es la inconsolable protagonista de la tan dura como conmovedora En el valle de Elah. Escrita y dirigida ejemplarmente por Paul Haggis, le ofrece al machacado rostro y la magn¨¦tica presencia del admirable Tommy Lee Jones ofrecer un recital de sensaciones internas en la composici¨®n de un hombre roto que investiga la muerte de su hijo, un soldado que acaba de regresar de la guerra de Irak, y que acabar¨¢ empapado de horror al descubrir que nada es lo que parece, que la guerra engendra monstruos en aquellos seres cercanos a los que intentaste educar transmiti¨¦ndoles el sentido de la dignidad, inculc¨¢ndoles los valores en los que t¨² cre¨ªas. La secuencia en la que los desolados padres abandonan el tanatorio despu¨¦s de ver el cad¨¢ver de su hijo es el momento que m¨¢s me ha removido y emocionado en el cine de este a?o.
Descubro que la obsesionante tem¨¢tica de la familia, de su catarsis o de su destrucci¨®n, est¨¢ presente en la mayor¨ªa de las pel¨ªculas que m¨¢s me han perturbado. La que muestra James Gray en la negra y magn¨ªfica La noche es nuestra pertenece a dos generaciones de polic¨ªas. Retrata el tr¨¢gico dilema de un hijo pr¨®digo que huy¨® del autoritarismo y de la moral ortodoxa al tener que elegir en un escenario de venganza y muerte entre su familia gen¨¦tica y la que hubiera deseado tener, la elegida, la que gozosamente le adopt¨®.
Que el western, ese g¨¦nero al que debemos tanto ¨¦xtasis, lleva mucho tiempo con complejo de apestado en las decisiones de las productoras o que el p¨²blico no reclama su oferta es lamentablemente cierto, aunque Eastwood demostrara hace quince a?os con Sin perd¨®n que las obras maestras segu¨ªan teniendo su hueco en ¨¦l. Ed Harris, ese actor mod¨¦lico, vuelve a demostrar que tambi¨¦n es un director con personalidad en la original y muy inteligente Appaloosa, que el universo de caballos y duelos, espacios abiertos y conversaciones nocturnas alrededor de la hoguera, c¨®digos de amistad y villanos de altura, mujeres problem¨¢ticas y gente sin estrella, sigue teniendo vida propia.
Y no siendo fan incondicional del cine de Won Kar Wai, me fascina el trasplante de sus obsesiones, de encuentros y desencuentros amorosos, de su inconfundible y poderosa est¨¦tica que ha realizado al cine norteamericano en My blueberry nights. Siempre esperas lo m¨¢ximo del cine de Eastwood. En El intercambio tal vez no ande en absoluto estado de gracia, pero, aun as¨ª, es un drama muy bien contado, una cre¨ªble y emotiva oda a la resistencia moral de una mujer rota cuyo hijo ha desaparecido, su enfrentamiento con todo tipo de poderes para llegar a la pavorosa verdad. Y es de agradecer la respetuosa e intensa adaptaci¨®n del hipn¨®tico y tr¨¢gico mundo de Cormac McCarthy que hacen los hermanos Coen en No es pa¨ªs para viejos.
?Y qu¨¦ me ha sobresaltado en el cine europeo, qu¨¦ me ha hecho salir de la proyecci¨®n con im¨¢genes y sonidos incrustados duraderamente en el recuerdo? La escalofriante descripci¨®n de la Rumania de Ceausescu que hace el director Cristian Mungiu en Cuatro meses, tres semanas, dos d¨ªas. La historia de una chica que pretende abortar clandestinamente y ayudada por una amiga se convierte en una pesadilla que refleja el terror¨ªfico estado de las cosas en una realidad asfixiante y deprimente. Igualmente me conmueve, aunque por distintas razones, la mezcla de tragicomedia, cine negro, surrealismo y toque l¨ªrico que imprime el director ingl¨¦s Martin McDonagh a la magn¨ªfica Escondidos en Brujas, pel¨ªcula que sospecho que no ha visto ni el gato y que para m¨ª ya figura en ese museo de enunciado tan enf¨¢tico llamado cine de culto. Lo m¨¢s emocionante que me ha regalado el cine franc¨¦s es esa admirable pintura de la lucha por la supervivencia de una mujer que acaba de salir de la c¨¢rcel titulada Hace mucho que te quiero, y lo m¨¢s inquietante el documental de Barbet Schroeder sobre Jacques Verg¨¦s, El abogado del terror.
El agonizante cine italiano vuelve a resucitar (ojal¨¢ que no sea un espejismo) con Caos calmo, Gomorra, Il divo y Romanzo criminale. ?Y el espa?ol? No sabe, no contesta. Aunque lo he pasado necesariamente mal con Camino, reconozco el poder¨ªo visual de Los cr¨ªmenes de Oxford, y encuentro veraz e intrigante el universo masculino y gansteril de S¨®lo quiero caminar. Se me olvidaba rese?ar momentos muy divertidos de Vicky Cristina Barcelona y el cre¨ªble realismo de Che, el Argentino. Las han parido Woody Allen y Steven Soderbergh, pero seg¨²n los datos oficiales e incontestables del Ministerio de Cultura, son cine espa?ol. Pues eso, que felicitaciones por tan pr¨®spero mestizaje.
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