Ana Locking hilvana la sobriedad con volantes
El negro, los tejidos brillantes y el taconazo. Tres fetiches de los que Ana Locking (Toledo, 1970) no quiere desprenderse. Cuando comienza a dise?ar no dibuja de manera aleatoria camisas o vestidos; arranca con un look y lo remata de la cabeza a los pies y as¨ª hasta completar la colecci¨®n. De los bocetos, realizados en tinta sobre tiras de papel, colgados en el panel de su despacho, de la colecci¨®n oto?o-invierno 2009 que presentar¨¢ en febrero en la Cibeles Madrid Fashion Week, se desprenden l¨ªneas sobrias cubiertas de chales, cuellos cerrados y mangas afaroladas. El conjunto conforma un estilo de formas arquitect¨®nicas que, a primera vista, remite a cierta austeridad m¨¢s propia del XIX, aunque bien mirado ese estilo se corresponda con cierto toque espacial. Antes, cuenta Locking, quer¨ªa ser mucho m¨¢s cosmopolita, pero con el paso del tiempo se ha aceptado de otra manera como artista. Ha asumido que la cultura espa?ola tiene sus propias connotaciones. "En este momento en que todos somos de todas partes creo que es importante saber de d¨®nde procedes. En mi caso vengo del interior -nac¨ª en Toledo aunque nunca he vivido all¨ª-, pero siempre he estado rodeada de mesetas y eso condiciona mi proceso creativo", aclara. Todo ello para explicar por qu¨¦ su trabajo como dise?adora gira alrededor de los volantes, pero no los fruncidos en plan faralaes sino vistos como algo envolvente. Hace dos a?os, cuando disolvi¨® la firma Locking-Shocking, que compart¨ªa con ?scar Benito, podr¨ªa haber optado por trabajar para una firma potente cobrando 14 pagas, pero prefiri¨® seguir su propio camino, "en estos momentos en que se venden tantas cortinas de humo hay que tratar de mantener el equilibrio entre lo que se piensa y lo que se hace". En su despacho, en el mismo piso donde tiene el show-room en el que toma medida y prueba a las clientas y donde funciona un peque?o taller que comparte con otros artistas, una pila de revistas de moda se amontona en un rinc¨®n, junto a una vieja Haselblatt, recuerdo de su etapa como fot¨®grafa, rollos de tela, flores de anturio en un jarr¨®n sobre la mesa y un panel gigante de papel pintado con hojas grises que adorna la pared de su despacho. Desde ni?a se acostumbr¨® a ver c¨®mo su madre, modista de profesi¨®n, se mov¨ªa entre patrones y m¨¢quinas de coser, pero nunca acept¨® como propio ese mundo que, en cierto modo, ten¨ªa mucho de "superfluo". Por eso estudi¨® Bellas Artes en Madrid al tiempo que dise?aba joyas y accesorios y disparaba fotos de sus propios trabajos. Aquello dur¨® casi diez a?os, hasta que en 2001 se lanz¨® con una colecci¨®n propia y ah¨ª sigue contra viento y marea.
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