DHUB (itativo)
Conozco a Oriol Bohigas desde hace m¨¢s de 20 a?os y he tenido m¨²ltiples ocasiones de escuchar, en situaciones tanto oficiales como privadas, sus famosas boutades. A veces son para ¨¦pater le bourgeois, a veces dan en el clavo y a veces son tonter¨ªas que ¨¦l proclama con total tranquilidad, imperturbable. Sus aportaciones a la pol¨ªtica cultural de Barcelona dan un balance bicolor y siempre discutible: muchas cosas buenas, como hacer suya la proclama de Eugeni d'Ors de "m¨¦s biblioteques!" o sus estudios sobre la historia de la arquitectura en Catalu?a, y muchas cosas fallidas, como el proyecto fara¨®nico del MNAC (Museo Nacional de Arte de Catalu?a). Siendo miembro (o miembra, pues ya ver¨¢n que todo llegar¨¢) de su equipo asesor entre l992 y l994, descubr¨ª que no escuchaba a nadie. El proyecto de reforma del MNAC ya estaba encargado a Gae Aulenti y ya iba por los 6.000 millones de pesetas gastados. Termin¨® costando alrededor de 20.000 millones y con una presentaci¨®n tan miserable del arte rom¨¢nico (con muros suspendidos sobre el sufrido visitante, pasillos angostos, los ¨¢bsides a la vista como si de una obra de arte povera se tratara y piezas colocadas a nivel de perro o de ni?o gateando) que ahora, tan s¨®lo 10 a?os despu¨¦s, van a cambiarlo. Todo esto pagado por el contribuyente.
No estamos en contra de ning¨²n museo del dise?o, sino de c¨®mo y cu¨¢ndo se hacen las cosas en el Consistorio barcelon¨¦s
Ahora, en un art¨ªculo del pasado 10 de diciembre, Oriol nos llama a todos aquellos que hemos firmado el manifiesto en contra del desmantelamiento del Museo Textil y de la Indumentaria de la calle de Montcada "unos conservadores pintorescos" y a?ade que suspiramos "por la p¨¦rdida de los peque?os museos creados por el fraccionamiento franquista". Perdonen mi atrevimiento para contradecir a nuestro Rey Sol local, pero sencillamente es el colmo. En primer lugar, porque el Museo Textil se nutre b¨¢sicamente de la Colecci¨®n Rocamora y con el cierre de su anterior emplazamiento se incumple un contrato firmado entre el generoso donante y el Ayuntamiento. En segundo lugar, porque no estamos en contra de ning¨²n museo del dise?o, sino de c¨®mo y cu¨¢ndo se hacen las cosas en el Consistorio; porque, por ejemplo, cada vez que se proyecta algo nuevo, se aprovecha para desmantelar una instituci¨®n existente. En este caso, el museo que todos llam¨¢bamos "de la moda" era un punto de referencia de la calle de Montcada, era un lugar lleno de encanto y sus instalaciones eran f¨¢cilmente mejorables con el mismo presupuesto que ahora el Ayuntamiento se ha gastado en tan s¨®lo una exposici¨®n temporal. La pol¨ªtica muse¨ªstica de Bohigas, de la cual es heredera la actual, siempre privilegi¨® los museos fara¨®nicos. Quer¨ªa que el MNAC fuera el Metropolitan de Nueva York y ahora querr¨ªa que el Museo del Dise?o fuera el Victoria and Albert de Londres; olvida que nuestras colecciones no son las mismas y que nadie en Nueva York piensa cerrar la Frick Collection, ni en Londres la Wallace Collection, ni en Par¨ªs el Mus¨¦e Moreau o el Mus¨¦e Rodin, ejemplos todos ellos de museos peque?os.
Para resumir: el Ayuntamiento ha cerrado el museo de la moda para ubicarlo en el futuro Museo del Dise?o, que estar¨¢ emplazado en la plaza de las Gl¨°ries con un proyecto arquitect¨®nico del estudio del propio Oriol Bohigas. Entretanto, y para salir del paso o para dar un sueldo a cuatro amigos, se han inventado una parida mental llamada DHUB.
No se sabe muy bien qu¨¦ es el DHUB, pero para llegar a este nombre el Consistorio ha tenido que pagar a dos empresas de naming, lo que les habr¨¢ costado su dinero (o sea, el nuestro). Sin embargo, si ustedes simplemente buscan la palabra "dhub.com" en Google, encontrar¨¢n a una peque?a empresa inglesa dedicada a "hacer posibles las ideas" y a albergar eventos organizados por otros. Antes se le hubiera llamado una agencia cultural y ahora un hub, es decir, una red de distribuci¨®n, con un vocablo extra¨ªdo de la inform¨¢tica y del mundo de la aviaci¨®n (un HUB es un gran aeropuerto). Pero esta idea tan simple se plasma en un abracadabrante desplegable municipal en el que leemos: "?Qu¨¦ no es Disseny Hub Barcelona?". Y seguimos leyendo: "No es un museo, aunque tambi¨¦n lo sea. No es un centro de investigaci¨®n, pero s¨ª lo es. No es un aula, pero a veces podemos decir que lo es. No es un lugar, pero lo ser¨¢". Me vienen a la mente tanto Groucho Marx como Wittgenstein, quien estar¨ªa encantado con este buen ejemplo de falta de sentido.
O sea que han cerrado un museo, han colocado sus colecciones en una exposici¨®n temporal en un lugar remoto y sin una concepci¨®n museogr¨¢fica de inter¨¦s, se han inventado una cosa que nadie entiende y que venden con toda la parafernalia del mundo, han programado un museo del dise?o en plena crisis econ¨®mica, y todo esto ?para qu¨¦?
Me gustar¨ªa que nos lo explicaran, no a los firmantes del manifiesto (que no quedamos en modo alguno convencidos cuando se nos convoc¨® a una reuni¨®n), sino al ciudadano de a pie. Como dec¨ªa un famoso cr¨ªtico italiano, ?es posible que quien se ocupa de obras de arte, de centros hist¨®ricos, de la administraci¨®n del patrimonio cultural, sea tan insensible y privado de gusto? Para administrar la cultura se requiere conocimiento, inteligencia, sensibilidad y sentido com¨²n, virtudes pr¨¢cticamente en v¨ªas de extinci¨®n en nuestros lares.
victoriacombalia@gmail.com
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