La nueva lucha civil no es racial, es sexual
Los activistas afrontan la batalla por el matrimonio gay como la que libraron los afroamericanos - La victoria, creen, ser¨¢ inevitable
Los activistas de los derechos de los gays en EE UU afrontan ahora la batalla con la misma convicci¨®n, soledad pol¨ªtica y sentido hist¨®rico que la lucha por la igualdad de los afroamericanos en el siglo XX. La derrota en el refer¨¦ndum de California s¨®lo ha sido un traspi¨¦, creen, en un camino que ser¨¢ duro pero de triunfo inevitable. Las nuevas iniciativas est¨¢n en la calle, pero sobre todo en los tribunales. Ah¨ª conf¨ªan en conquistar la igualdad.
Molly McKay, de 38 a?os, se ha casado cuatro veces con su novia de toda la vida, Davina Kotulski. Primero fue en 1998, en una peque?a ceremonia privada que no tuvo valor legal alguno. Dos a?os despu¨¦s se acogi¨® al programa de uniones de hecho del Estado de California. A principios de 2004 se volvieron a casar en San Francisco, cuando el alcalde de la ciudad, Gavin Newsom, decidi¨® unir a unas 4.000 parejas considerando que el del matrimonio era un derecho fundamental para todas las personas. En menos de un mes, el Tribunal Supremo de California invalid¨® todos aquellos matrimonios. Finalmente, el pasado mes de septiembre ella y su novia fueron la decimos¨¦ptima pareja que se cas¨® en el Ayuntamiento de San Francisco, despu¨¦s de que el mismo Tribunal que le arrebat¨® el derecho al matrimonio en 2004 se lo devolviera en mayo de 2008.
Los factores ¨¦tnico y religioso inclinaron la balanza contra la uni¨®n homosexual
Los activistas de California esperan la sentencia que anule el refer¨¦ndum
Los activistas gays contemplan Espa?a como ejemplo y esperanza
Los mormones lograron el apoyo parad¨®jico de sus apestados, los negros
18.000 parejas est¨¢n en el limbo al perder la consulta sobre matrimonio gay
Conf¨ªan m¨¢s en la justicia que en los partidos, contrarios al matrimonio gay
Cuatro ceremonias despu¨¦s, Molly y Davina est¨¢n al borde del precipicio legal, desde el que contemplan la posibilidad de una nueva licencia de matrimonio vac¨ªa de todo contenido. Llevan juntas 13 a?os. "Despu¨¦s de tanto tiempo, es doloroso pensar que hay quien quiere que seas una ciudadana de segunda", dice con resignaci¨®n. "Si el Tribunal Supremo llega a decidir que nuestras licencias son inv¨¢lidas, ser¨¢ muy duro admitir que hay gente que ha decidido que no tienes la libertad de decidir qui¨¦n es tu pareja. Davina es la persona m¨¢s importante de mi vida. Ambas hemos construido una vida juntas. Y s¨®lo queremos tener los mismos derechos y obligaciones que el resto de parejas".
En su misma situaci¨®n se encuentran 18.000 parejas homosexuales que el pasado mes de mayo recibieron la bendici¨®n de que el Tribunal Supremo de California decidiera que la Constituci¨®n de este Estado garantiza el del matrimonio como un derecho constitucional que no se le puede denegar a las personas del mismo sexo. Una amalgama de grupos conservadores decidi¨® que, lo que hab¨ªa decidido la justicia, lo ratificara el pueblo soberano. El mismo d¨ªa de elecciones en que California eligi¨® a Obama como presidente de EE UU, sus ciudadanos decidieron que los homosexuales no tienen el derecho a casarse.
Estas 18.000 parejas han quedado en un limbo legal. Su esperanza est¨¢ ahora en convencer a la sociedad de que la suya no es una causa extra?a, sino algo muy similar a lo que vivi¨® la poblaci¨®n afroamericana de EE UU hace poco m¨¢s de cuatro d¨¦cadas, cuando a los negros no se les dejaba casarse con blancos. En aquel momento, como ahora, tampoco los partidos apoyaban la causa de los activistas por la igualdad.
Hoy, ciudadanos como Molly y Davina creen que el que lleva al matrimonio homosexual es un camino inexorable, que se recorrer¨¢ en las pr¨®ximas d¨¦cadas con la gu¨ªa y el apoyo de casos que se han convertido en un ejemplo mod¨¦lico para los activistas gays del mundo, como el de Espa?a.
"Espa?a es una fuente de inspiraci¨®n", comenta Molly. "Los espa?oles han demostrado ser un pueblo avanzado a su tiempo, en el que se ha abierto un debate sano y racional. All¨ª ha quedado claro que la igualdad entre las familias es posible, que la diversidad es algo bueno". En 2005, en Espa?a, el presidente Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero orden¨® una modificaci¨®n del C¨®digo Civil para permitir que se le atribuyera al matrimonio "los mismos requisitos y efectos cuando ambos contrayentes sean del mismo o de diferente sexo". Un 66% de la poblaci¨®n lo acogi¨® positivamente, seg¨²n datos del CIS.
En la votaci¨®n en California del 4 de noviembre, el resultado ha sido m¨¢s ajustado. Un 52% de los californianos vot¨® a favor de la llamada Proposici¨®n 8, que enmienda la Constituci¨®n californiana para a?adir una sucinta frase: "S¨®lo el matrimonio entre un hombre y una mujer ser¨¢ v¨¢lido y reconocido en California". El 47% vot¨® en contra. La diferencia fue de 600.000 votos, un 5%.
El problema para los activistas homosexuales no es tanto este 5% como la composici¨®n demogr¨¢fica que se aferr¨® a una idea tradicional y conservadora de familia. Seg¨²n las encuestas a pie de urna realizadas en su d¨ªa por la cadena de televisi¨®n CNN, un 70% de los afroamericanos y un 53% de los latinos votaron a favor de la Proposici¨®n 8. "No hay duda de que hubo una mayor¨ªa en estos dos grupos ¨¦tnicos que vot¨® por paralizar el matrimonio gay", explica Brian Powell, soci¨®logo en la Universidad de Indiana. La otra esperanza est¨¢ en el factor edad. Los votantes m¨¢s j¨®venes y con educaci¨®n universitaria votaron inequ¨ªvocamente a favor del matrimonio gay. Un 66% de los electores de entre 18 y 29 a?os vot¨® en contra de la proposici¨®n, as¨ª como un 64% de las personas en posesi¨®n de un t¨ªtulo universitario de posgrado.
"M¨¢s que nada, se trata de la fe. El hecho de que haya una gran asistencia a los servicios religiosos entre hispanos y afroamericanos ha tenido mucho que ver en el sentido de su voto", a?ade este soci¨®logo. "En una serie de entrevistas que hemos realizado en la Universidad de Indiana hemos descubierto que muchas de estas personas citan pasajes textuales de la Biblia como argumentos en contra del matrimonio gay, sobre todo en la comunidad negra".
La comunidad afroamericana es fervientemente religiosa. El 57% de los ciudadanos afroamericanos en California acude a la iglesia al menos una vez a la semana. La media de asistencia regular a los servicios religiosos en el Estado es del 42%, seg¨²n datos de un estudio publicado recientemente por la Universidad de Nueva York.
"Lo dice en la Biblia. S¨®lo hay un modelo de familia, una forma de sustentar la sociedad. Y ¨¦sa es la uni¨®n entre un hombre y una mujer. No hay m¨¢s opciones", dice Charlene Cothran, una mujer para la que la Biblia es la fuente de toda sabidur¨ªa. Seg¨²n su propio juicio, esta mujer vivi¨® en pecado 29 a?os y descubri¨® la fe en 2006. En su anterior vida, Cothran fue una de las m¨¢s prominentes activistas homosexuales de EE UU. Lleg¨® a dirigir una revista para lesbianas afroamericanas, llamada Venus.
Ahora se denomina a s¨ª misma como una "ex gay". Su revista ha pasado a ser "un instrumento para difundir la palabra del evangelio", seg¨²n ella misma dice. Es una voz para "pedirle perd¨®n a los padres de j¨®venes homosexuales, pedirles perd¨®n por el comportamiento de sus hijos", seg¨²n ha explicado. "El matrimonio gay es una ofensiva. Es un arma de guerra de los gays para socavar los cimientos de la sociedad, para acabar con los valores tradicionales". ?se es precisamente el punto de vista de muchos afroamericanos religiosos que votaron el pasado 4 de noviembre a favor de la Proposici¨®n 8. Que el matrimonio homosexual no es un derecho civil, porque la homosexualidad no es biol¨®gica, sino una opci¨®n y un estilo de vida. Que ser gay se elige. Que hay m¨¢s opciones. Y que dejar que el matrimonio homosexual perviviera en California hubiera sido el principio del fin.
Eso piensa el influyente ap¨®stol y teleevangelista Frederick K. C. Price, que lidera una comunidad de 22.000 fieles en Los ?ngeles. Junto con otros 30 pastores, decidi¨® pedir a un grupo de ni?os que no acudieran a clase un d¨ªa del pasado mes de octubre y les envi¨® a pedir a ciudadanos afroamericanos que votaran a favor de la Proposici¨®n 8, "porque aprobarla ser¨ªa poner en riesgo el futuro de estos mismos ni?os", seg¨²n dijo aquel mismo d¨ªa.
"Este asunto ha creado una situaci¨®n parad¨®jica", dice el profesor Powell, de la Universidad de Indiana. "El debate sobre el matrimonio homosexual es muy similar al que hubo en los a?os sesenta sobre el matrimonio interracial. Es extra?o pensar que los votantes negros que apoyaron la mencionada proposici¨®n est¨¢n ahora del lado de aquella gente que, a?os atr¨¢s, se hubiera opuesto al matrimonio entre personas de diferente color". Hasta 1967, el Tribunal Supremo de EE UU no declar¨® inconstitucionales todas las leyes que prohib¨ªan a los blancos casarse con negros.
Entre los extra?os compa?eros de cama que ha creado la Proposici¨®n 8, est¨¢n los afroamericanos y los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los ?ltimos D¨ªas, tambi¨¦n conocida como la Iglesia mormona, un grupo religioso que prohibi¨® la entrada a su iglesia a los negros hasta el a?o 1978. Seg¨²n las ense?anzas de su primer profeta y fundador, Joseph Smith, el tener la piel negra era s¨ªntoma de una maldici¨®n de Dios. Ahora, los mormones han encontrado en el voto afroamericano un valioso y parad¨®jico aliado.
Mucho del dinero recaudado para financiar la campa?a a favor de la Proposici¨®n 8 -en total, 36 millones de d¨®lares- provino de donantes mormones. Y en este momento hay una auditor¨ªa en marcha para determinar si ha habido fraude, financiaci¨®n irregular. Y desde el d¨ªa de las elecciones hay concentraciones de protesta a las puertas de las iglesias mormonas. Algunos activistas gays han pedido que se vote la legalidad del matrimonio entre mormones. En una casa de San Francisco, sobre un promontorio, visible desde buena parte de la ciudad, apareci¨® un cartel gigante, escrito en letras de color fucsia, en el que se le¨ªa: "Que se jodan los mormones".
Adem¨¢s, est¨¢ el boicoteo. Nadine Hansen, fiscal retirada de Utah y madre de cuatro hijos, decidi¨® sacar del armario a los mormones que han donado dinero para prohibir el matrimonio gay. Cre¨® una p¨¢gina web (mormonsfor8.com) donde se dan nombres y apellidos. "Los mormones son un 2% de la poblaci¨®n de California, unas 770.000 personas", explica Hansen. "Y ellos solos suponen m¨¢s de la mitad de los donantes que dieron 1.000 d¨®lares o m¨¢s a esta causa". Su web se ha convertido en una verdadera penitencia para el restaurante El Coyote, de Los ?ngeles. La hija del due?o de este establecimiento, Marjorie Christoffersen, mormona, dio 100 d¨®lares a la campa?a a favor de la Proposici¨®n 8. Y el restaurante ha sufrido manifestaciones y un boicoteo que ha hecho descender las ventas en un 30%.
Otros mormones han llegado a perder sus trabajos, como Richard Raddon, hasta hace poco presidente del Festival de Cine de Los ?ngeles, y Scott Eckern, director art¨ªstico del Teatro Musical de California, en Sacramento. Los dos se vieron obligados a dejar sus puestos ante la presi¨®n de la comunidad art¨ªstica.
"Est¨¢ claro que los activistas homosexuales no van a abandonar esta lucha hasta que no exista la igualdad total", explica Hansen, que, adem¨¢s, es mormona. Para ella, su particular campa?a tiene un sentido trascendental. "Hay encuestas recientes que demuestran que hay personas que votaron a favor de la Proposici¨®n 8 y ahora se arrepienten de su voto. Los norteamericanos somos lentos a la hora de alcanzar la igualdad. Pero tarde o temprano acabamos por darnos cuenta de qu¨¦ es lo correcto". Al fin y al cabo, en un pa¨ªs cat¨®lico como Espa?a se aprob¨® el matrimonio gay. "Y el cielo no se desplom¨® sobre los espa?oles, ?verdad?", a?ade.
El trazado de este llamado camino hacia la igualdad depende, en gran parte, de la decisi¨®n a la que llegue el Tribunal Supremo del Estado el pr¨®ximo mes de mayo. El d¨ªa despu¨¦s de las elecciones, diversos ciudadanos particulares e instituciones, como los Ayuntamientos de San Francisco y Los ?ngeles, llevaron la Proposici¨®n 8 a los tribunales.
Consideraban que prohibir el matrimonio homosexual no era una mera "enmienda" a la Constituci¨®n, sino una "revisi¨®n" en toda regla del texto legal. Y, legalmente, para realizar una "revisi¨®n" de este tipo son necesarios, al menos, los votos de dos tercios del Congreso del Estado. "Creemos que es necesario que el Supremo decida sobre este asunto, porque es un cambio radical y sin precedentes en nuestra Carta Magna", dice Elizabeth Gill, abogada con la Asociaci¨®n de Derechos Civiles de Am¨¦rica, que tom¨® parte en una de las demandas. "La Proposici¨®n 8 impedir¨ªa a los tribunales ejercer su obligaci¨®n de proteger los derechos de las minor¨ªas. Para eso no basta con una mayor¨ªa simple del 52% de los votos".
Si el Supremo de California decide que la Proposici¨®n 8 es inconstitucional, California se mantendr¨¢ como el tercer Estado en el que el matrimonio homosexual es legal, junto con Massachusetts y Connecticut. Sin embargo, 42 Estados definen el matrimonio como la uni¨®n exclusiva entre un hombre y una mujer, una treintena de ellos por enmienda constitucional.
Y todav¨ªa existe un techo de cristal que romper. "A pesar de que California podr¨ªa mantener el matrimonio gay, dependiendo de la decisi¨®n del Supremo, a nivel federal muchos de los derechos quedan invalidados. El Gobierno federal de EE UU no reconoce el matrimonio homosexual, as¨ª que los contrayentes homosexuales no se pueden beneficiar de ventajas concretas en ¨¢mbitos como el de conseguir visados o pagar impuestos", explica Eugene Volokh, profesor de derecho de la Universidad de California.
Puede que, con los a?os, lleguen un Congreso y un presidente que puedan acceder a un acuerdo para reconocer a escala federal los beneficios que algunos Estados otorgan a las parejas gays. Por ahora, eso parece poco plausible, ya que Barack Obama, como George Bush, se ha mostrado contrario a legalizar el matrimonio homosexual. No hay que olvidar que el Partido Dem¨®crata tampoco estuvo en la batalla de los negros hasta que John Kennedy (1961-1963) y sobre todo Lyndon Johnson (1963-1969) les apoyaron, lo que tuvo enorme un coste electoral en el sur de EE UU.
Por ello, parece m¨¢s probable que, al final, sea el Tribunal Supremo de EE UU el que lo reconozca como un derecho leg¨ªtimo, como ha sucedido con la lucha por los derechos civiles y el aborto. En cualquier caso, el camino hacia el matrimonio gay pasa, primero, por las bases. Y en California, los activistas est¨¢n m¨¢s dispuestos que nunca a seguir luchando.
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