"El fundamento del periodismo es buscar la verdad y contarla"
Ben Bradlee (87 a?os) va cada d¨ªa a The Washington Post, el diario que dirigi¨® hasta la gloria en medio de la ¨¦poca pol¨ªtica m¨¢s turbulenta de Estados Unidos. ?l convenci¨® a Katharine Graham, la empresaria, de que era imprescindible, por el honor del oficio, hacer caso a unos j¨®venes reporteros, Bob Woodward y Carl Bernstein, que hab¨ªan visto que algo ol¨ªa a podrido en el caso Watergate. El resto es historia del periodismo; como en la pel¨ªcula Todos los hombres del presidente, en la que su papel lo interpreta Jason Robards, el cr¨¦dito se lo llevan los reporteros, y el peri¨®dico, y ¨¦l es el capit¨¢n en la sombra. Cuando se retir¨®, en 1991, le hicieron tantas fiestas de homenaje que el hijo de la se?ora Graham dijo que las cr¨®nicas de esas fiestas daban para la lectura de un a?o. Lo que ¨¦l atesora de toda aquella gloria es algo que dijo uno de sus grandes amigos, el columnista Art Buchwald: "Estamos ante un magn¨ªfico director de peri¨®dico". Creyeron que se iba, le nombraron vicepresident-at-large, una especie de vicepresidente-para-todo, pero lo han tenido desde entonces, siempre, cada d¨ªa, en la sexta planta de The Washington Post, en este lugar donde nos recibe. Es un cuarto sin ventanas, con la puerta abierta; a su alrededor hay algunas fotograf¨ªas: la de Buchwald, la de Katharine Graham, la de su gran amigo John F. Kennedy, la de Jason Robards..., pero no la de Todos los hombres del presidente. Y algunos recortes. El viejo periodista se dedica ahora a avisar a sus sucesores sobre nuevos nombres que van surgiendo en el periodismo; si los contratan, ¨¦l luego los invita a comer, o a tomar caf¨¦. ?Para adoctrinarlos? "No, ?jam¨¢s! Ellos ya saben qu¨¦ es The Washington Post". Ya hizo eso desde el principio de su mandato en el peri¨®dico, donde aglutin¨® a j¨®venes de todas las razas, y donde impuso controles f¨¦rreos para que la dudosa atribuci¨®n de fuentes no fuera un lugar com¨²n al que los periodistas se agarraran para simular sabidur¨ªa; pero aun as¨ª se le col¨® Janet Cooke, que gan¨® un Pulitzer con una historia que era mentira... "Uno de mis grandes errores". Su libro Vida de un periodista (A good life, en ingl¨¦s) es una biblia del periodismo y un libro de estilo, y hablar con ¨¦l es acercarse a un periodista total que se agarra al oficio como de chico se agarr¨® a las barras de gimnasia para que la polio no le venciera el ¨¢nimo. Y por ah¨ª empezamos, una ma?ana de diciembre de 2008, a hablar con ¨¦l en su cuarto de vig¨ªa de The Washington Post.
"Uno de los placeres del periodismo es que nunca sabes de qu¨¦ vas a escribir cuando vas al trabajo".
"Agarraba mi coche, conduc¨ªa hasta la Casa Blanca, aparcaba, ?y cenaba con el presidente!"
" Los presidentes ya no pueden salirse con la suya. En los tiempos de Roosevelt, cuando hab¨ªa una rueda de prensa en la Casa Blanca, s¨®lo hab¨ªa diez reporteros. Ahora, hay acreditados 1.500 reporteros."
Pregunta. Uno le imagina ah¨ª, venciendo la polio, y ese suceso de su vida parece una imagen para entenderle.
Respuesta. S¨ª, la verdad es que ¨¦se fue un periodo muy importante de mi vida. Pero siempre he sido feliz, soy demasiado tonto para ser infeliz. No era el ¨²nico que ten¨ªa polio; ¨¦ramos 180 en la escuela y 20 la contrajimos. Era en 1936 y yo ten¨ªa 14 o 15 a?os. Me llevaron en una ambulancia; iba con otro ni?o con los mismos s¨ªntomas; muri¨® dos d¨ªas despu¨¦s. Fue la primera persona cercana que yo supe que hab¨ªa muerto. Mi padre me sac¨® de la ambulancia, me cogi¨® en brazos y me subi¨® tres pisos. Empezaba un drama.
P. Dif¨ªcil sobrellevarlo.
R. Despu¨¦s de dos semanas, te bajaba la fiebre y te quedabas all¨ª, tumbado, en la cama, sin poder moverte; entonces ven¨ªa el doctor y te tocaba los m¨²sculos... El doctor me ped¨ªa que frunciera el ce?o, que levantara las cejas, que moviera las orejas... Y todo iba bien hasta que llegamos a la zona del pecho. Me di cuenta de que no lo pod¨ªa levantar. Fallaban los m¨²sculos de mi est¨®mago. Pasaron cuatro meses antes de que pudiera levantarme y empezar a caminar de nuevo.
P. Sobrevivir a esa experiencia hace f¨¢cil afrontar cualquier experiencia.
R. As¨ª es, siempre he sido un optimista. Creo que la vida es m¨¢s f¨¢cil as¨ª.
P. Usted dice que la vida siempre est¨¢ en el futuro.
R. S¨ª, pero para tener un futuro ten¨ªa que sobrevivir a aquello.
P. ?Sigue siendo un optimista?
R. M¨¢s que nunca. Tengo 87 a?os y buena salud. Hace poco me quitaron la ves¨ªcula, ?y fue la primera vez en veinte a?os que estaba enfermo! As¨ª que soy muy optimista. Mis hijos est¨¢n bien, tengo una esposa fabulosa...
P. Y gan¨® varias guerras...
R. Los j¨®venes no entienden que la guerra haya sido tan importante para nosotros y para la gente de mi generaci¨®n. ?Fue lo primero que hicimos que fuera significativo! Primero ¨ªbamos a la universidad y de ah¨ª nos ¨ªbamos a la guerra. Pas¨¦ tres a?os en el Pac¨ªfico, a bordo de un barco, tengo medallas de esa ¨¦poca. Entonces me daba miedo admitirlo, pero me lo pas¨¦ muy bien. El barco era bueno, la gente era buena. ?Qu¨¦ otra cosa iba a hacer? Ten¨ªa 20 a?os, ?y no era cosa de ponerme a trabajar en un banco!
P. Tal vez por eso se hizo periodista.
R. Mi primer trabajo fue de chico-para-todo en un peri¨®dico, en verano. Ten¨ªa 16 a?os, y si usted mira ah¨ª, en ese panel, est¨¢ el primer texto que escrib¨ª. ?No lo lea, por favor!
P. ?Qu¨¦ piensa usted de todos esos recuerdos?
R. Me siento orgulloso. Creo que a lo largo de mi vida he tomado las decisiones correctas. S¨®lo he tenido un ¨²nico trabajo. Periodista. Fui reportero en The Washington Post en 1948, y me quise ir a Europa, y ya era padre de un hijo. Pens¨¦: ahora o nunca. As¨ª que acab¨¦ en la embajada norteamericana en Par¨ªs como agregado de prensa. Segu¨ª buscando trabajo, y me hicieron corresponsal de Newsweek. El Newsweek y el Post son los ¨²nicos peri¨®dicos para los que he trabajado...
P. Raro verle de agregado...
R. Empec¨¦ de ayudante del agregado... Y luego fui agregado durante dos a?os. No me gustaba. Era un trabajo demasiado pasivo. La gran noticia del momento era la guerra de Indochina. Los americanos quer¨ªan ayudar a los franceses y tener que explicar eso desde un punto de vista positivo era dif¨ªcil.
P. Una ¨¦poca en que el periodismo no ten¨ªa nada que ver con este periodismo. Entonces ten¨ªa que saber de todo.
R. ?O simularlo! Dec¨ªan: los periodistas saben de muchas cosas, pero de todas s¨®lo un poco. Y es verdad. Uno de los placeres del periodismo es que nunca sabes de qu¨¦ vas a escribir cuando vas al trabajo. ?Qu¨¦ va a ocurrir en el mundo hoy? ?Ni idea! Eso es lo excitante.
P. Kennedy es su figura. Es atrayente comparar aquel periodo, "lleno de esperanzas y promesas", y este de ahora.
R. ?l se muri¨® tan pronto... S¨®lo fue presidente mil d¨ªas. Y en ese tiempo le dio a Am¨¦rica tanta esperanza... Fue el primer presidente de Estados Unidos nacido en el siglo XX. Muri¨® a los 44 a?os. Fue el primer pol¨ªtico al que conoc¨ª cuando ten¨ªa poco m¨¢s de veinte a?os. Se mud¨® a una casa que estaba al lado de la m¨ªa, su mujer se hizo amiga de la m¨ªa. Nuestros hijos nacieron m¨¢s o menos en las mismas fechas...
P. Usted llor¨® en su entierro... debe ser dif¨ªcil separar la amistad del periodismo...
R. Suena dif¨ªcil, pero ¨¦l lo hac¨ªa f¨¢cil. Decidimos que nuestra amistad deb¨ªa seguir aunque ¨¦l fuera presidente. Y Newsweek, para la que trabajaba entonces, me envi¨® a cubrir la Casa Blanca. ?Y no a la Casa Blanca: al presidente! Pero no fue dif¨ªcil. Decidimos que yo pod¨ªa usar todo lo que me contaba, a no ser que me indicara lo contrario. Fue una regla simple, pero funcion¨®. ?l no tuvo ning¨²n problema. A veces, yo le suplicaba que me dejara escribir sobre algo que me hab¨ªa contado y que ¨¦l hab¨ªa vetado..., pero no hubo ning¨²n problema grande.
P. Pero usted se enteraba de las cosas antes que otros... Estaba m¨¢s cerca.
R. Pero recuerde que Newsweek no es de tirada diaria, no vas buscando el gran titular de todos los d¨ªas. Mis exclusivas tampoco eran grandes noticias; ahondaba m¨¢s en lo cotidiano...
P. Una relaci¨®n especial.
R. Y maravillosa. Fue una oportunidad fuera de serie. Agarraba mi coche, conduc¨ªa hasta la Casa Blanca, aparcaba, ?y cenaba con el presidente!
P. Y debi¨® ser un mal trago que su libro de conversaciones con Kennedy acelerara la enemistad con la viuda...
R. Estoy acostumbrado. Siempre hay gente a la que no le gusta lo que escribes. Ella reconoci¨® que yo hab¨ªa respetado mi parte del trato con Jack, pero no le gustaba verlo impreso. Pero tampoco yo era amigo suyo... Cuando ¨¦l muri¨®, ella se fue a vivir a una casa de Georgetown, enfrente de donde yo vivo ahora. Se qued¨® s¨®lo un par de meses, no le gustaba Washington. Y se fue a Nueva York. Hasta que ella muri¨® la habr¨¦ visto diez veces, y una vez, cuando publiqu¨¦ mis conversaciones con Kennedy, me retir¨® el saludo.
P. ?Siente usted la misma esperanza con Obama que cuando estaba Kennedy?
R. No conozco a Obama. He coincidido con ¨¦l s¨®lo un par de veces. Pero s¨ª hay conexiones entre ellos; los dos son j¨®venes... Pero hay muchas cosas que los diferencian. El tiempo, por ejemplo.
P. Una elecci¨®n que cambia todo.
R. Es una elecci¨®n incre¨ªble para un hombre que s¨®lo lleva diez a?os en la vida p¨²blica. Ha pasado del anonimato casi absoluto a ser el presidente electo. Pero ha logrado capturar la imaginaci¨®n de los americanos, sobre todo la de los j¨®venes. ?Y la del mundo entero! ?No es fant¨¢stico? S¨ª, por decirle lo que usted est¨¢ buscando, me impresiona y me da esperanza.
P. Llega en un momento en que el mundo entero est¨¢ hecho un desastre.
R. ?Y va a peor! El pobre hombre llega en un momento en que el pa¨ªs se desmorona, la econom¨ªa cae... Si pens¨® que iba a ser dif¨ªcil su periodo, imag¨ªnese ahora. Pero va a tener el apoyo de la gente. Y eso es fant¨¢stico. Contar con esa popularidad siendo tan joven y con tan escasa experiencia... Si pudiera ayudar a solucionar el problema econ¨®mico en el primer a?o y mantener luego su popularidad creo que ser¨¢ un gran presidente.
P. ?Y qu¨¦ piensa del que se va, de Bush? Usted siempre ha luchado contra la mentira, y hemos sido testigos de lo que ha pasado con las mentiras de Bush.
R. S¨ª, minti¨®, es verdad que minti¨®. No s¨¦ si era consciente de que era una mentira. No lo sabemos. Creo que s¨ª sab¨ªa que era una mentira, y exager¨®... Siempre ha sido as¨ª. Todos mienten. Ahora la prensa es mucho m¨¢s consciente de esas mentiras. Y se aseguran de demostrar que lo son. Mucho m¨¢s que antes.
R. Quiz¨¢ por Watergate.
R. O por Vietnam. Con Vietnam, Am¨¦rica, por primera vez, empez¨® a dudar seriamente de lo que se le contaba acerca de lo que ocurr¨ªa en otros pa¨ªses. Nos dijeron que en Vietnam las cosas iban bien cuando el pa¨ªs se estaba desintegrando.
P. Vietnam, Watergate, los papeles del Pent¨¢gono... Usted dec¨ªa que detr¨¢s de los tres asuntos hab¨ªa mentiras, y su misi¨®n era desvelarlas...
R. Con Vietnam, la prensa empez¨® a examinar de forma mucho m¨¢s agresiva las palabras y las acciones de sus l¨ªderes. Los presidentes ya no pueden salirse con la suya. En los tiempos de Roosevelt, cuando hab¨ªa una rueda de prensa en la Casa Blanca, s¨®lo hab¨ªa 10 reporteros. Ahora hay acreditados 1.500 reporteros.
P. ?Y hacen las preguntas que deben hacer?
R. Hacen las preguntas que ellos creen que deben hacer, o que sus jefes piensan que deben hacer. Los reporteros y los periodistas ahora est¨¢n muy preparados, muy informados. Imag¨ªnese qu¨¦ pasaba entonces: ?s¨®lo nueve hombres y una mujer para cubrir la Casa Blanca!
P. A veces mentimos a los nuestros, pero la mentira pol¨ªtica afecta a todo el mundo.
R. Yo creo que ya no mienten tanto... porque no pueden hacerlo. Mire lo que le pas¨® a Nixon. Estaba preparado para ser presidente. Lo hizo bien, a excepci¨®n de Watergate. ?Pero ad¨®nde le llevaron las mentiras! Le cost¨® la vida pol¨ªtica.
P. Usted dice que los periodistas no siempre tienen la verdad.
R. No sabemos la verdad. Si el primer ministro de un pa¨ªs me cuenta una mentira, no s¨¦ que me est¨¢ mintiendo. Y lo voy a escribir. Pero ahora hay una gran preocupaci¨®n por la verdad.
P. Tras Watergate, los periodistas empezaron a preocuparse por las fuentes...
R. ...siempre que las puedan identificar, eso es bueno, y siempre que se refieran a hechos que ellos conozcan... Tuve que echar a un periodista de The Washington Post porque puso en boca de Robert Kennedy algo que ¨¦ste pudo haber dicho pero que jam¨¢s pronunci¨®. ?Minti¨®! No hay argumento contra eso. El director depende de sus fuentes de informaci¨®n. Un periodista es la fuente de un director, ?y si al director le falla la fuente...!
P. Internet es una fuente inmensa... ?C¨®mo la ve?
R. Mi vida period¨ªstica acab¨® antes de Internet, ?menos mal! Internet lo ha cambiado todo. Y has de convivir con ello. Pero puedes exigir que los est¨¢ndares de Internet sean buenos. Y hay aspectos en que lo son. Pero hay mucho loco tambi¨¦n.
P. Su autobiograf¨ªa es como un epitafio de lo que fue el periodismo con respecto al periodismo que se hace ahora.
R. No lo s¨¦. Las preguntas han cambiado. Sobre todo a causa de Internet. La instantaneidad de las noticias empez¨® con la televisi¨®n, e Internet es la apoteosis de lo instant¨¢neo... La cantidad de noticias frescas es ahora menor en los diarios, eso significa algo. En la portada de The Washington Post aparecen noticias que ya se conocen, o por Internet o por la televisi¨®n. No estamos aportando nuevas historias, nuevos hechos... Por eso tenemos que concentrarnos en el significado de esos hechos que ya no damos nosotros en primer lugar; tenemos que saber si son importantes, si influyen en la historia, qu¨¦ pasar¨¢ en el mundo si se consolidan... Tenemos que saber eso y contarlo. ?sa es nuestra funci¨®n ahora.
P. Y no s¨®lo hay hechos. ?No confundir¨¢ tanta opini¨®n al p¨²blico?
R. No, la gente presta atenci¨®n a lo que se dice en los peri¨®dicos importantes, y si la opini¨®n la da un peri¨®dico importante, la gente no confunde los hechos con las opiniones. Por eso es tan importante mantener la reputaci¨®n de los peri¨®dicos.
P. As¨ª que usted se siente optimista tambi¨¦n sobre el periodismo y los periodistas.
R. No le quepa duda. ?Qu¨¦ sentido tiene la vida si uno no es optimista? Siempre lo he sido, y siempre he cre¨ªdo en la habilidad del cambio. Si alguien me dijera que el martes por la noche el mundo entero se va a ir al garete, pensar¨ªa tambi¨¦n que habr¨ªa que buscar una oportunidad para cambiar esto. Y el periodismo es un buen instrumento para cambiar las cosas.
P. Un director suyo, Ralph Blagden, le dijo que la esencia del periodismo es la superficialidad...
R. Era un fil¨®sofo, y lo dijo cuando yo estaba escribiendo una historia sobre los veteranos de la guerra; describ¨ª el asunto con tanto detalle que me dijo que era demasiado, y entonces solt¨® esa frase: "La esencia del periodismo es la superficialidad". Dijo: "Cuenta la historia, pero no entres en detalles, porque entonces la historia terminar¨¢ muerta".
P. Su colega Alan Riding dice que los medios son cada vez m¨¢s sofisticados, pero que el mensaje es cada vez m¨¢s banal...
R. Quiz¨¢ sea cierto, pero tenemos que vivir con ello...
P. "Nos hacemos periodistas por el deseo de arreglar las cosas torcidas".
R. S¨ª, eso es m¨ªo; y dije tambi¨¦n que no se puede ser c¨ªnico, que los periodistas no podemos ser c¨ªnicos... Y a lo mejor lo he sido. Cuando uno llega a mi edad ha escuchado tantas mentiras...
P. Hay un personaje en su vida, Katharine Graham...
R. Una mujer maravillosa, una editora fant¨¢stica. Ella se fiaba de ti y te dejaba ir a buscar la historia que t¨² cre¨ªas que era importante contar. Extraordinaria... En una empresa hay dos tipos de acciones: acciones de tipo A y acciones de tipo B. Las acciones que son abiertas al p¨²blico, las de tipo B, tienen un poder limitado. Sin embargo, las acciones A est¨¢n en The Washington Post en poder de la familia Graham. William Buffet
tiene muchas acciones, pero no puede hacer cambios. Sin embargo, Don Graham, que tambi¨¦n es due?o de muchas acciones, levanta un dedo y los cambios se producen. Es el jefe. Hay una diferencia muy grande entre administrar el peri¨®dico y tener acciones. Es de propiedad p¨²blica, pero est¨¢ gestionado por una entidad privada. Los buenos peri¨®dicos de Estados Unidos funcionan as¨ª. Nosotros somos uno de ellos. Otro es The New York Times.
P. Su nombre se asocia a un momento dorado del periodismo. ?Se acab¨®?
R. ?Por supuesto que no! ?stos son momentos buen¨ªsimos para el periodismo. ?Est¨¢n ocurriendo tantas cosas! El acceso a la informaci¨®n es tan amplio. En los d¨ªas de Roosevelt no ten¨ªamos ni idea de lo que estaba ocurriendo en el mundo. Hoy impresiona la cantidad y la calidad de reporteros que hay.
P. Usted ha sido muy feliz en este oficio, se ve. El mejor oficio, seg¨²n Garc¨ªa M¨¢rquez...
R. Y yo estoy totalmente de acuerdo. No hubiera sido periodista si no hubiera sido este oficio como es...
P. En la recepci¨®n del peri¨®dico est¨¢n los viejos principios del fundador del Post. ?Cu¨¢les son los suyos?
R. Los principios son para los due?os, no para los editores. Y para un periodista el principio fundamental es buscar la verdad y contarla. Es verdad que hay muchas verdades, es complicado buscarlas...
P. Uno de sus primeros trabajos en el Post fue para denunciar racismo en una piscina p¨²blica... Sesenta a?os despu¨¦s hay un negro en la Casa Blanca...
R. Es el s¨ªmbolo m¨¢s emocionante de la llegada de Obama al poder. Hemos tenido una experiencia muy complicada con el racismo en este pa¨ªs. Fue extraordinario pasar de la esclavitud a la segregaci¨®n, y mire todo lo que sucedi¨® despu¨¦s... Ahora tenemos a un hombre negro de presidente y muy pocos pa¨ªses desarrollados lo tienen. Y por ello me siento orgulloso. ?Es fant¨¢stico para este pa¨ªs!
P. Dijo de usted Art Buchwald que era un magn¨ªfico director. ?Ahora qu¨¦ es?
R. ?Soy un ex editor, ja ja ja! Pero tambi¨¦n soy vicepresidente de The Washington Post sin tarea alguna. Me siento aqu¨ª, en esta esquina, hablando con gente muy interesante. Estoy involucrado en proyectos y escribo, no mucho, pero lo hago. Ayudo a otros y pululo por aqu¨ª. Bajo a la sala de reporteros, digo hola, como con la gente y ayudo a los j¨®venes reporteros. Soy una parada en el tour de este lugar. He estado aqu¨ª mucho tiempo, as¨ª que pienso que no les estorbo. Y cuando encuentro a alguien con talento, bajo y lo comunico...
P. Y admite sus errores...
R. ...como el de Janet Cooke. De ¨¦se nunca me arrepentir¨¦ demasiado.
P. Y sus triunfos, como el Watergate...
R. El m¨¦rito fue haber persuadido a Katharine Graham de que el peri¨®dico deb¨ªa ir hacia la excelencia, de que hab¨ªa que convertir The Washington Post en algo grande. The Washington Post era el tercer diario en importancia en Washington cuando llegu¨¦, en 1968... Ahora no les cuento a los j¨®venes con los que me re¨²no las batallas que tuvimos que dar. ?Ya ellos saben de qu¨¦ va The Washington Post, y yo renuncio a adoctrinarlos! A veces me preguntan por el Watergate, y les cuento, si quieren saber.
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