"La capacidad de hacer el mal que tiene el periodista es devastadora"
Jean Daniel tiene su estudio lleno de fotograf¨ªas, y entre todas destaca las que guarda de su maestro, Albert Camus, que es para ¨¦l no s¨®lo un paisano (Argelia les une, la guerra de Argelia les dividi¨®) sino una fuente constante de inspiraci¨®n. Le acaba de dedicar un libro, Camus a contracorriente (Galaxia Gutenberg), que es al tiempo un homenaje al periodista e intelectual que fue premio Nobel de Literatura, sino que es tambi¨¦n un libro de estilo para ejercer este oficio.
En ese libro hay una imagen, de la que no hay fotos, en las que se ve a Camus entrando en una bo?te, con sus colegas del peri¨®dico Combat, resistente contra la ocupaci¨®n nazi de Par¨ªs; hab¨ªan hecho un buen peri¨®dico ese d¨ªa, Camus estaba exultante y al entrar a la sala de copas exclam¨®: "?Vale la pena luchar por una profesi¨®n como esta!" Jean Daniel tiene una larga trayectoria como periodista, acaso el m¨¢s influyente de Francia en alg¨²n momento, sobre todo como director y cabeza pensante de Le Nouvel Observateur, una revista elitista que ¨¦l decidi¨® convertir en un magazine de gran tirada sin disminuirle su ambici¨®n cultural.
"La fascinaci¨®n del poder no debe hacer caer en la complacencia, la indulgencia y la corrupci¨®n"
"Puede ocurrir que los peri¨®dicos de hoy sean ma?ana suplementos de Internet"
"Hemos perdido los instrumentos de previsi¨®n. Obama es la confirmaci¨®n total de ello"
"La filosof¨ªa de la transparencia, cuando se lleva al extremo, viola la vida privada"
En esa abigarrada colecci¨®n de fotos que son las cuatro paredes de su estudio parisino hay alguna muesca de ese ¨¦xito, por ejemplo una informaci¨®n que le recuerda que en 1978 fue elegido el mejor periodista franc¨¦s, el premio Pr¨ªncipe de Asturias que le concedi¨® la Fundaci¨®n Pr¨ªncipe de Asturias, y otras se?ales de su gran influencia, cerca, por ejemplo, del presidente Mitterrand. Es complicado escribir (en prensa) sobre los amigos pol¨ªticos, pero en libros lo hace y lo har¨¢, "porque ah¨ª me puedo detener en detalles".
Ya tiene 88 a?os, mantiene alertas todas sus facultades, escribe sus art¨ªculos (tambi¨¦n para EL PA?S), viaja, presenta libros, y est¨¢ en permanente contacto con la revista. Y con la realidad. Detr¨¢s de su asiento est¨¢ la portada del New York Times del ¨²ltimo 5 de noviembre; en primera p¨¢gina, el gran peri¨®dico norteamericano le cita como un referente izquierdista europeo que ha glosado "la ¨¦pica" gloriosa de Barack Obama, y ¨¦l est¨¢ feliz con ese recorte, que tiene enmarcado. Su aversi¨®n a las fotos, dicen, es una cuesti¨®n de coqueter¨ªa de un gal¨¢n que ya ha juntado demasiados a?os como para que no haya ca¨ªdo alguno sobre su rostro, pero Mordzinsky le sac¨® unos retratos a los que ¨¦l accedi¨® con su buen humor cansado. ?Y aquella frase de Camus? ?Vale la pena luchar por este oficio? De eso le preguntamos, pero antes hablamos de ¨¦l, de c¨®mo empez¨®.
Pregunta. Empezar¨¦ por una pregunta que usted le hizo a Albert Camus. ?C¨®mo ha llegado usted a ser periodista?
Respuesta. Por casualidad. En mi generaci¨®n los j¨®venes con posibilidades de escribir no diferenciaban entre la filosof¨ªa, la literatura, el compromiso pol¨ªtico y el periodismo; eran cuatro tentaciones. Los dioses de esta ¨¦poca, los maestros del pensamiento de estos j¨®venes, eran americanos: Hemingway, Dos Passos, Steinbeck...; en Francia, Malraux, que hizo aquel reportaje sobre la guerra en Teruel... Era gente que lo hac¨ªa todo: el compromiso pol¨ªtico, la literatura, la filosof¨ªa -no siempre-, y el periodismo. As¨ª que cuando se es joven y se han cursado estudios de humanismo no es necesario hacer una elecci¨®n entre los cuatro. Si se elige uno se eligen tambi¨¦n los otros, no se sacrifica nada. Cuando empec¨¦ a escribir siempre fue con la idea de que si hac¨ªa un art¨ªculo pod¨ªa hacer un libro. ?Y qu¨¦ lo decidi¨® todo? En primer lugar, encontrar a Camus.
P. Un encuentro trascendental.
R. Yo era muy, muy joven, y fue una suerte encontrar a Camus; yo hac¨ªa una revista, Caliban, y ¨¦l me quiso conocer. Otra de las causas de nuestro encuentro fue la guerra de Argelia... Si no hubiera existido esa guerra, que fue tan importante para Francia, para el mundo ¨¢rabe y para el mundo en general, no hubiera escrito sobre Argelia, probablemente, y quiz¨¢ no hubiera tenido con ¨¦l una relaci¨®n tan intensa... Y desde que me hice periodista nunca he dejado de estar pose¨ªdo por la necesidad de los libros. He escrito unos veinticuatro libros, y eso distribuye mis anhelos. Pero ha sido muy dif¨ªcil hacerlos siendo director de peri¨®dico. Ser director de peri¨®dico no es lo mismo que ser periodista, en absoluto. A menudo es incluso peor. Est¨¢ la presi¨®n de tener a j¨®venes a tu lado; hay que animarles, hay que crear con ellos, la gente te concede poderes.
P. ?Y qu¨¦ papel le gusta m¨¢s, periodista o director?
R. No tienen nada que ver. Siempre me han gustado mucho los grandes reportajes. Los reportajes m¨ªos que han tenido m¨¢s ¨¦xito son como peque?as novelas. Sin quererlo, salieron espont¨¢neamente. Me gustaba descubrir un pa¨ªs, interesarme por unos hombres, unas situaciones... Eleg¨ªa pa¨ªses donde hab¨ªan vivido hombres que admiraba. Ese fue un gran momento. La direcci¨®n me ha apasionado porque ten¨ªa la ambici¨®n, quiz¨¢ pretenciosa, de crear otra cosa, no hacer lo mismo que los dem¨¢s. Siempre se quiere hacer algo diferente, y yo quer¨ªa crear periodismo cultural. En este sentido la direcci¨®n me interesaba. Pero, ?cu¨¢l es el problema? El periodismo es un equilibrio entre la imagen y la rentabilidad del peri¨®dico. Un peri¨®dico cultural no es para el p¨²blico en general. Me he rodeado de las personas m¨¢s competentes y he tenido uno de los mejores equipos de Europa. Y todos han destacado; algunos est¨¢n en la Academia francesa, otros en la de Bellas Artes, todos han conseguido algo, y el peri¨®dico ha destacado sin romper su imagen ni su rentabilidad. De ese equilibrio estoy orgulloso.
P. Se interesa por las personas. Y por el poder. ?C¨®mo debe ser la relaci¨®n del periodista con el poder?
R. El poder fascina. Fascina a los periodistas muy a menudo porque si tienen el gusto por la literatura quieren saber c¨®mo se hace la historia... La historia: los pueblos la sufren, los dictadores (o los poderosos) la hacen, y los periodistas la contemplan para describirla. Los periodistas est¨¢n entre el poder y la historia. Y han de saber c¨®mo funciona el poder, con la condici¨®n de que la fascinaci¨®n no caiga en la complacencia, la indulgencia y la corrupci¨®n... Con esas condiciones es muy interesante ver c¨®mo funciona un hombre que detenta todos los poderes. En este momento hay que desconfiar de todo, hasta del m¨¢s m¨ªnimo detalle. A mi siempre me invitaban, siempre, y ten¨ªa un m¨¦todo: o rechazaba la invitaci¨®n o la aceptaba haci¨¦ndola notar. Una vez me invit¨® el Rey de Marruecos a un gran hotel de Marrakech, y me dijeron que ser¨ªa ofensivo si pagaba yo la cuenta. Acept¨¦ la invitaci¨®n e hice un donativo por ese importe para obras ben¨¦ficas de la ciudad, e hice p¨²blico el gesto... Es muy dif¨ªcil juzgar con rigor y objetivamente a gente que tienes frente a ti. Tiene que haber una disciplina, sobre todo si est¨¢s muy interesado en esas personas; y debes cuidar en todo momento cada detalle.
A mi me han ofrecido de todo: una casa en M¨¦xico, en T¨²nez tambi¨¦n quer¨ªan ser muy amables conmigo... He tenido la tendencia a ser m¨¢s cr¨ªtico cuanto mejor me recib¨ªan. Pero la relaci¨®n del poder con la prensa es un problema en los dos sentidos. He conocido periodos en que hab¨ªa corrupci¨®n de los periodistas, pero he conocido periodos en los que exist¨ªa acoso de los periodistas. Un hombre con poder es un hombre que esconde algo y hay que descubrirlo. Hay que descubrir el crimen. ?Qu¨¦ crimen? No se sabe, pero hay que descubrirlo. Es una actitud equivocada pensar que siempre hay un crimen. Existen los dos excesos, y ahora existe el exceso de la transparencia: no se sabe qu¨¦ crimen hay pero hay que descubrirlo.
Es cierto que un dictador lo esconde todo, y nuestro papel es descubrir qu¨¦ esconde. Pero se han pasado los l¨ªmites: la filosof¨ªa de la transparencia, cuando se lleva hasta el extremo, por virtud o por vicio, llega hasta la violaci¨®n de la vida privada. Y existe una intromisi¨®n nueva, la intrusi¨®n de la fotograf¨ªa en la vida ¨ªntima... Cuando se traspasan los l¨ªmites se llega a aberraciones. Mire lo que ha pasado ahora con Milan Kundera, el gran novelista checo, acusado de haber denunciado a un compa?ero... En aquel tiempo ¨¦l ten¨ªa veinte a?os, ahora tiene setenta. No hab¨ªa pruebas. Los periodistas se fueron a Praga y no encontraron pruebas. Pero hubo un titular junto a una gran foto de Kundera: Kundera habr¨ªa sido... Y con ese condicional, la enorme foto y el titular ya Kundera es... El texto en s¨ª era honesto, pero el lector se fija tan solo en la imagen, y en la fuerza del condicional. El fin del periodismo es escribir, el texto. Pero en esa informaci¨®n existe s¨®lo la fuerza de la imagen, la fuerza del t¨ªtulo y la fuerza del condicional. Quiz¨¢ el periodista fuera honesto, pero mire usted el resultado.
P. Es el principio de la calumnia.
R. Absolutamente, salvo que la calumnia ahora se apoya en las nuevas tecnolog¨ªas.
P. En la dispersi¨®n de los rumores.
R. No es exactamente eso. Hace algunos a?os s¨ª se produc¨ªa la difusi¨®n del rumor, un t¨¦rmino que arranca de Beaumarchais. Pero ahora lo nuevo es la presentaci¨®n de las noticias. Enciendes la televisi¨®n y ves una cara. ?Qu¨¦ ha hecho? Y despu¨¦s de la cara alguien dice: "Ha sido acusado de ..." Sin pruebas. No es s¨®lo la difusi¨®n del rumor, es la fuerza que se da a la presentaci¨®n del rumor.
P. Internet es un instrumento que difunde r¨¢pidamente todo lo que toca.
R. S¨ª, es una posibilidad de multiplicaci¨®n del rumor.
P. ?Cu¨¢l es su posici¨®n sobre el porvenir de la prensa a partir de la aparici¨®n de este poderoso instrumento?
R. ?Si yo lo supiera! Saberlo es muy importante para mucha gente, tambi¨¦n para los editores de peri¨®dicos. Es verdad que existe una crisis de la prensa; puede ocurrir que los peri¨®dicos de hoy sean suplementos de Internet. La realidad ser¨¢ Internet. Es una posibilidad. Con el libro no va a pasar lo mismo. Se ha demostrado que la gente quiere tener algo en las manos, un objeto como este. Hay algo de m¨¢gico en el libro, la forma, las p¨¢ginas...
P. ?Y qu¨¦ aporta Internet al periodismo?
R. A los periodistas les aporta el gusto por la velocidad. La posibilidad de que cualquiera pueda contestar a cualquiera. El hecho de que todo el mundo pueda ser un periodista, y, en este caso, que los propios periodistas ya no crean en ellos mismos, porque se les cuestiona en todo momento. Se est¨¢ produciendo un descr¨¦dito de la funci¨®n del periodista.
P. Que se prepar¨® para ser periodista.
R. Todo ese itinerario de preparaci¨®n, que terminaba con un estatuto de prestigio y de autoridad del periodista, es destruido por la repentina aparici¨®n de alguien que ha encontrado una foto y la pone en Internet. Y esa foto puede destruir a alguien. Hay ventajas, no son para el periodista, pero hay ventajas. Es el sue?o de la opini¨®n p¨²blica, es verdad que se le abre una posibilidad infinita a la capacidad de expresarse. Pero lo que le dec¨ªa con respecto al peligro que hay en esta situaci¨®n supone una preocupaci¨®n para mi.
P. Camus dec¨ªa que el periodismo era la informaci¨®n cr¨ªtica. Acaso la velocidad puede cambiar esa definici¨®n de periodismo.
R. No es forzosamente malo reaccionar ante las opiniones. Adem¨¢s, esa velocidad proporciona una impresi¨®n inmediata del sentir popular. Todo no es malo, no. Se puede saber de manera instant¨¢nea si lo que uno escribe suscita inter¨¦s... Pero es cierto que todo el mundo tiene miedo. Y hay gente que explota ese miedo y piensan que Internet va a acabar con la prensa escrita, que cada vez va a haber m¨¢s prensa gratuita, y que los peri¨®dicos ser¨¢n suplementos de Internet. Yo no estoy capacitado para hacer una predicci¨®n. ?Y adem¨¢s no soy un magnate de la prensa! Soy tan solo director de Redacci¨®n, y soy el ¨²nico director de peri¨®dico que no tiene ni una acci¨®n de la compa?¨ªa. ?Se da cuenta de lo que esto supone?
P. Debe ser muy bueno para un periodista... Balzac dec¨ªa que si la prensa no existiera hab¨ªa que procurar no inventarla...
R. ?Lo dec¨ªa porque ya exist¨ªa, existi¨® siempre! En el sentido moderno existe desde Gutenberg y desde la invenci¨®n del correo. Pero antes de todo eso hab¨ªa personas que repet¨ªan las cosas, gente que distribu¨ªa gacetas, libelos..., exist¨ªa la necesidad de repetir lo que pasaba. ?Qu¨¦ es el periodismo? Es decir a otro lo que uno sabe y el otro desconoce. Es tratar de saber algo incluso con riesgo de tu vida, como el corredor de Marat¨®n que va a llevar la noticia de la victoria de los atenienses. ?Hay porteros en Espa?a?
P. S¨ª, y hubo serenos.
R. Pues cuando un portero va a contarle a otro qu¨¦ pasa en su casa, eso es el principio del periodismo.
P. En su libro sobre Albert Camus usted recoge cuatro pautas sobre las obligaciones de un periodista: "Reconocer el totalitarismo y denunciarlo. No mentir y saber confesar lo que se ignora. Negarse a dominar. Negarse siempre y eludiendo cualquier pretexto a toda clase de despotismo, incluso provisional". ?Cu¨¢les son para usted las obligaciones de un periodista hoy?
R. La lista de Camus sigue vigente. ?Qu¨¦ hay que agregar a esa lista? Probablemente, la capacidad de conocer las nuevas trampas de la tecnolog¨ªa. Cuando Camus enumera esas obligaciones no exist¨ªa aun la televisi¨®n. Y el reino de la imagen lo ha cambiado todo, incluso la forma de escribir. Imagine un novelista que escribe una novela y en cada p¨¢rrafo alguien le dijera que su nivel de audiencia baja o sube. ?Escribir en funci¨®n de la reacci¨®n inmediata del lector! La gran innovaci¨®n que ha incrementado los temores enunciados por Camus es la simultaneidad, la ubicuidad, el hecho de que cuando alguien habla faltan segundos para que lo sepa toda la Tierra. Es algo extraordinario.
P. Esa simultaneidad afecta tambi¨¦n a la vida privada, otra de sus preocupaciones. Dice usted que la amenaza a la vida privada es el peor defecto del periodismo actual.
R. Somos muchos los que pensamos eso; hay mucha gente que piensa que la transparencia es algo muy importante, y que si la vida p¨²blica se ha mezclado con la vida privada el lector tiene derecho a conocer ¨¦sta. Es una postura, y no es la m¨ªa en absoluto. Pero hay gente de alto nivel que piensa eso. Piensan que si Berlusconi mezcla su vida p¨²blica con sus intereses privados tenemos derecho a conocer detalles de esos hechos. Hay gente que no es deshonesta que piensa eso. Y eso nos puede llevar muy lejos.
P. Por eso dice usted que el periodista tiene un poder injusto.
R. Naturalmente, muy a menudo es as¨ª. La capacidad de hacer el mal que tiene el periodista es devastadora. En un d¨ªa o en una hora se puede deshacer una reputaci¨®n, se puede transformar a alguien que tiene fama de ser honesto en un terrible malhechor. Es un poder terrible.
P. ?Y c¨®mo se puede limitar ese poder sin llegar a la censura?
R. Es una apreciaci¨®n dif¨ªcil que depende en primer lugar del director de Redacci¨®n, del redactor jefe, del jefe de departamento, de la forma como se concibe el peri¨®dico. Esto pasa de paredes para adentro, no hace falta una ley para eso.
P. Usted advierte, como Camus, contra la primicia: es mejor verificar que lanzarse con una noticia que est¨¢ segura, no hace falta ser los primeros...
R. Es mejor ser el segundo pero ver¨ªdico que el primero pero equivocado. Todo el mundo quiere ser el primero... En la ¨¦poca de Camus hab¨ªa un gran asunto, la violencia, y ¨¦l quer¨ªa ahondar m¨¢s en eso, el asunto de las primicias estaba en segundo lugar... Habl¨¦ con ¨¦l muchas veces de eso: cu¨¢ndo acabar¨¢ el Mal, c¨®mo se da respuesta a la agresi¨®n, ?se llega a imitar al enemigo? ?Qu¨¦ porvenir tendr¨¢ nuestra Causa si empleamos las mismas armas que nuestros enemigos? ?Y el periodista, es honesto utilizando medios que considera inaceptables para otros? Ahora tenemos preguntas parecidas. ?Qu¨¦ hacemos con Ir¨¢n? ?Tenemos que hacer como Ir¨¢n para ir contra Ir¨¢n? La pregunta es si hoy estamos condenados a imitar los medios de los enemigos. Camus me interes¨® y me sigue interesando porque su gran preocupaci¨®n tiene que ver con el modo que el periodismo tiene de enfrentarse al gran tema de nuestro tiempo, la violencia. Cada texto fundamental sobre el periodismo deber¨ªa de ir acompa?ado por una filosof¨ªa de la violencia.
P. "Sue?o con un peri¨®dico que destierre todo tipo de mentira, en el que la virtud fue, no obstante, divertida, y en donde se defendieran encarnizadamente tres principios: los de la Justicia, el Honor y la Felicidad".
R. Muy de Camus... ?El honor, tan castellano! No s¨¦ si hoy habr¨ªa un peri¨®dico como ese que so?aba Camus. ?l iba muy lejos, y era un puritano. Cort¨® una serie de reportajes porque estaba harto de que comi¨¦ramos del dolor de las mujeres. Un puritano. El mundo ha cambiado. El d¨ªa en que el Times de Londres puso una foto en portada el mundo period¨ªstico cambi¨® radicalmente.
P. Usted dice que el periodismo consiste en vivir la historia mientras ¨¦sta se hace. ?C¨®mo ve la historia haci¨¦ndose ahora?
R. Hemos perdido los instrumentos de previsi¨®n; eso es lo m¨¢s novedoso. No hay ciencia econ¨®mica, no hay conocimiento anal¨ªtico financiero: se han equivocado todos. Desde hace diez a?os se han equivocado todos. Hemos perdido los instrumentos de previsi¨®n y nos faltan paradigmas. Estoy rodeado de j¨®venes economistas, muy seductores y muy simp¨¢ticos, pero si los re¨²no no saco nada en claro. Primero, porque no est¨¢n de acuerdo entre ellos y cuando est¨¢n de acuerdo no saben qu¨¦ va a pasar. Levi-Strauss me lo ha dicho y lo he escrito: la ciencia es importante, todo el mundo se alegra de ello, pero nada es verdadero porque el mundo se ha vuelto imprevisible. Eso dec¨ªa.
R. ?Incluso con Obama?
R. Sobre todo con Obama. ?Qui¨¦n hab¨ªa previsto a Obama? Es la confirmaci¨®n total de lo anterior. La historia de Obama es incre¨ªble. Uno de mis mejores amigos es un gran economista americano. Le conozco desde hace treinta a?os, es un banquero. La semana pasado hablamos por tel¨¦fono y al cabo de un rato me dice: "No s¨¦ qui¨¦n ser¨¢ el secretario de Estado; cualquiera, menos Hillary Clinton". ?Ese era el hombre en quien yo confiaba m¨¢s desde hace d¨¦cadas! Y al d¨ªa siguiente llega la noticia del nombramiento de Hillary Clinton... Y ¨¦l est¨¢ all¨ª, en ese mundo. Imprevisible.
P. Usted recuerda esa escena: Camus llega a una bo?te, est¨¢ feliz por la edici¨®n del ¨²ltimo n¨²mero de Combat y exclama: "?Vale la pena luchar por una profesi¨®n como esta!" ?Usted dir¨ªa lo mismo hoy?
R. [Despu¨¦s de un larg¨ªsimo silencio] Merece la pena. S¨ª, creo que merece la pena. He tardado en responderle porque me he vuelto muy preocupado y hasta un poco pesimista. Pero digamos que merece la pena luchar. ?l dec¨ªa: "Vale la pena". Yo digo que merece la pena luchar.
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