?Ha perdido Estados Unidos su empuje?
Uno sabe que la autoestima de Estados Unidos ha sufrido un remez¨®n incluso antes de que el presidente comience a expresar temores de que la crisis financiera pueda terminar resultando peor que la Gran Depresi¨®n de los a?os treinta. George Bush no es el ¨²nico al que le preocupa que las cosas puedan empeorar bastante antes de comenzar a mejorar. Cada vez m¨¢s conocedores del mundo de los negocios tambi¨¦n est¨¢n comenzando a preguntarse si Estados Unidos ser¨¢ capaz de enmendar su econom¨ªa en alg¨²n momento del futuro cercano.
Los previsores econ¨®micos profesionales son considerablemente m¨¢s optimistas: en general, el consenso entre ellos es que el crecimiento estadounidense en 2009 ser¨¢ cerca del -1,5%, tras una contracci¨®n similar en la segunda mitad de 2008. Ser¨¢ una dolorosa recesi¨®n, pero lejos de la ca¨ªda de la producci¨®n de entre un 10% y un 15% que normalmente se asocia con una depresi¨®n con todas las de la ley. Por supuesto, ¨²ltimamente los analistas que realizan proyecciones econ¨®micas han sido demasiado optimistas en cada giro de la situaci¨®n, por lo que es comprensible que el p¨²blico se muestre receloso de sus predicciones.
La total par¨¢lisis de pol¨ªticas que ha predominado en el interregno entre Bush y Obama no ha sido de ayuda
La generalidad de pron¨®sticos sigue pareciendo optimista. Con un sistema financiero que sobrevive gracias al respirador artificial, una ca¨ªda constante de los precios de las viviendas y un desempleo en aumento, la econom¨ªa de Estados Unidos parece m¨¢s vulnerable que en ning¨²n momento desde los a?os setenta, y quiz¨¢s desde la Segunda Guerra Mundial.
Aun as¨ª, cabe hacer notar que un crecimiento negativo del producto por m¨¢s de dos a?os consecutivos es algo relativamente raro, incluso tras varias crisis bancarias. Puede que las relaciones estad¨ªsticas hist¨®ricas sean un p¨¢lido consuelo en una recesi¨®n que hoy parece tan insidiosamente diferente de las cat¨¢strofes previas, pero no se las deber¨ªa pasar por alto. Es posible que a Jap¨®n le haya tomado un tiempo inusitadamente largo recuperarse de su crisis de los noventa, pero es una excepci¨®n: la crisis ocurri¨® cuando la econom¨ªa japonesa debi¨® reestructurarse para los enormes desaf¨ªos que planteaba el surgimiento de China.
La total par¨¢lisis de pol¨ªticas que ha predominado en el interregno entre los presidentes Bush y Obama no ha sido de ayuda. La pol¨ªtica econ¨®mica estadounidense ha involucionado a una especie de "rueda de la fortuna" para las firmas financieras. Un d¨ªa se puede caer en la bancarrota, mientras que al otro pueden recibir un pr¨¦stamo sin demasiadas obligaciones. S¨®lo cabe esperar que el equipo econ¨®mico del presidente electo Obama, lleno de pesos pesados, comience al menos a adoptar una pol¨ªtica coherente. Por s¨ª sola, la coherencia ser¨ªa un gran est¨ªmulo para la confianza.
Uno de los elementos b¨¢sicos de un paquete de recuperaci¨®n es, en primer lugar, un enfoque racional para volver a hacer arrancar el sistema financiero, lo que significa una determinaci¨®n de precios de los activos ajustada al valor real del mercado, reestructurar y recapitalizar los bancos, y una nueva aproximaci¨®n a la regulaci¨®n que permita creatividad, al tiempo que proteja mejor al p¨²blico contra parte de la locura que ha predominado por m¨¢s de una d¨¦cada. Es necesaria la ayuda para la vivienda, para prevenir que los precios de las casas se disparen, as¨ª como un est¨ªmulo macroecon¨®mico masivo que incluya una pol¨ªtica monetaria moderadamente inflacionaria.
Varios gobernantes, entre los que destaca la canciller alemana Angela Merkel, est¨¢n comprensiblemente preocupados acerca de las consecuencias de largo plazo de un est¨ªmulo macroecon¨®mico en¨¦rgico. Estas inquietudes son v¨¢lidas, especialmente considerando el creciente papel de los Gobiernos en la econom¨ªa. Sin embargo, al igual que en tiempos de guerra, uno espera que estos efectos sean temporales. Adem¨¢s, ?es la inacci¨®n una alternativa real?
Antes de los a?os cincuenta, las ca¨ªdas del producto de un 15% a un 20% en un solo a?o eran cosa rutinaria (aunque es cierto que la contabilidad del ingreso nacional era m¨¢s primitiva). Varios economistas acad¨¦micos se?alan que simplemente deber¨ªamos soportarlo como lo hicimos entonces. Las recesiones tienen efectos depuradores importantes que ayudan a facilitar las penosas reestructuraciones.
Sin embargo, los sistemas sociales, econ¨®micos y pol¨ªticos de hoy en d¨ªa -al menos en los pa¨ªses desarrollados- son incapaces de soportar una baja del producto del 15% al 20% en tiempos de paz dentro de un periodo breve. S¨®lo podemos esperar que el Estado pueda salir de la econom¨ªa la mitad de r¨¢pido que como entr¨®. No obstante, la clara posibilidad de que el est¨ªmulo y la reestructuraci¨®n pueden funcionar es un motivo adicional para esperar que esta recesi¨®n que se profundiza no se transforme en una depresi¨®n abierta.
Puede que Estados Unidos sea la "zona cero" de la crisis financiera global, pero no es el ¨²nico pa¨ªs cargado de dudas sobre s¨ª mismo. Gran Breta?a, Irlanda y Espa?a tambi¨¦n est¨¢n sufriendo crisis financieras de una magnitud similar. Algunos pa¨ªses que dependen de las exportaciones energ¨¦ticas, como Rusia y Venezuela, est¨¢n sufriendo contracciones de la actividad econ¨®mica incluso peores. Hasta China, que antes parec¨ªa invulnerable, debe prepararse para una reducci¨®n a la mitad de su ¨ªndice de crecimiento. Europa y Jap¨®n no se encuentran en problemas financieros tan complejos como el de Estados Unidos, pero aun as¨ª est¨¢n en recesi¨®n. La econom¨ªa mundial est¨¢ en aprietos.
Sin embargo, del mismo modo como los optimistas fueron demasiado festivos durante el auge, es probable que los ultrapesimistas vayan demasiado lejos al predecir que hay una depresi¨®n a la vuelta de la esquina. 2009 ser¨¢ un a?o dif¨ªcil, pero -si es que no se produce una conflagraci¨®n en gran escala- hay buenas posibilidades de que en 2010 veamos un d¨¦bil crecimiento en Estados Unidos, Europa y Jap¨®n, y probablemente un s¨®lido crecimiento en la mayor¨ªa de los mercados emergentes. Puede que la econom¨ªa estadounidense haya perdido buena parte de su empuje, pero ser¨¢ necesaria mucha m¨¢s mala suerte y una serie de meteduras de pata en las pol¨ªticas econ¨®micas para llegar a una segunda Gran Depresi¨®n mundial.
Kenneth Rogoff es profesor de Econom¨ªa y pol¨ªticas p¨²blicas en la Universidad de Harvard, y fue economista en jefe del FMI. Traducci¨®n de David Mel¨¦ndez Tormen. ? Project Syndicate, 2009 www.project-syndicate.org
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