Televisi¨®n sin publicidad
Francia reduce los anuncios para favorecer la condici¨®n de servicio p¨²blico del organismo
La televisi¨®n p¨²blica francesa dej¨® la pasada semana de emitir publicidad de las ocho de la noche a las seis de la ma?ana. La decisi¨®n del Gobierno galo anunciada hace un a?o se anticipa, con modales de dudoso gusto, a una medida que alberga la ley sobre el audiovisual p¨²blico que est¨¢ siendo debatida en el Senado franc¨¦s. La ley retirar¨¢ la publicidad de los medios p¨²blicos. Un aumento en el canon que ya se cobra por la tenencia del televisor, un nuevo impuesto sobre la facturaci¨®n publicitaria de las televisiones privadas y una tasa sobre los proveedores de Internet paliar¨¢n la merma de ingresos que causar¨¢ el abandono de la cesta publicitaria. Y, a la postre, ser¨¢ el Estado quien deber¨¢ aumentar su aportaci¨®n a las televisiones p¨²blicas.
La emisi¨®n de publicidad no paga los despilfarros mastod¨®nticos de tantas televisiones p¨²blicas continentales. Por ejemplo, las televisiones y radios p¨²blicas captan en Espa?a cerca de 1.200 millones de euros anuales de publicidad, que cubren alrededor del 37% de sus gastos de explotaci¨®n. El resto lo pagan las Administraciones: estatal, auton¨®micas o locales. Pero a pesar de que el dinero sale del bolsillo de los ciudadanos, quienes gobiernan acostumbran a tener un penoso sentido de la propiedad gubernamental de los medios p¨²blicos. Sarkozy, con la citada ley, recuperar¨¢ para el Gobierno la atribuci¨®n de nombrar la c¨²pula directiva de estas televisiones.
En muchos pa¨ªses existe un canon por la tenencia de un televisor. Es una f¨®rmula recaudatoria finalista que impide que se asiente, como en Espa?a, la err¨®nea idea de que la televisi¨®n p¨²blica nos sale gratis. Pero la multiplicaci¨®n de plataformas televisivas, como Internet o los m¨®viles, lo hace m¨¢s dif¨ªcil de administrar. Una tasa sobre Internet no parece aconsejable cuando se necesita impulsar la cultura digital. Que las televisiones privadas, si las p¨²blicas no compiten por el pastel publicitario, contribuyan parcialmente al sostenimiento de ¨¦stas es pensable, si ello no se a?ade a otras aportaciones forzosas y se clarifican el modelo y los contenidos del audiovisual p¨²blico para no tener que verse sufragando un campeonato de bailes de sal¨®n. Y no ha de ser descartable una televisi¨®n totalmente sostenida por los presupuestos p¨²blicos. Una televisi¨®n, eso s¨ª, de servicio p¨²blico y no al servicio del Gobierno, ni dedicada a repetir, con ese dinero y ventajismo, una oferta que ya hace el sector privado. Se trata de pensar una televisi¨®n m¨¢s ¨²til y barata.
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