El Ej¨¦rcito israel¨ª asedia a Ham¨¢s en el coraz¨®n de la ciudad de Gaza

Las guerras de hoy son predominantemente urbanas. En Irak, Afganist¨¢n... En Gaza, con mayor motivo. Sus 367 kil¨®metros cuadrados est¨¢n densamente poblados. Y el Ej¨¦rcito israel¨ª, con el respaldo de decenas de miles de reservistas, avanza hacia el centro de la capital de la franja, s¨ªmbolo del poder de Ham¨¢s. Lo hace muy pausadamente, calculando peligros para evitar bajas en sus filas que tendr¨ªan repercusi¨®n a menos de un mes de las elecciones en Israel. Imposible adivinar hasta d¨®nde autorizar¨¢ el Gobierno de Ehud Olmert el despliegue de los soldados. Porque el coraz¨®n de Gaza es un enjambre de edificios que puede deparar sustos a los militares y a los pol¨ªticos en esta fase crucial de la guerra en la que todo vale.

Israel acusa a los islamistas de utilizar mezquitas como arsenales

Antes del ataque, los israel¨ªes piden por tel¨¦fono a los civiles que dejen sus casas

"Les esperamos con grandes sorpresas", anunciaban desafiantes los portavoces de las Brigadas Ezedin el Kassam durante la primera semana de la campa?a a¨¦rea, fieles a su lenguaje incendiario. Porque Ham¨¢s ha elegido pelear en las ciudades. Otras veces prefiri¨® salir en busca de los militares invasores y los cad¨¢veres de combatientes palestinos se contaron por decenas. Ahora, francotiradores y milicianos con lanzagranadas aguardan una ofensiva en las zonas urbanas.

Sus m¨¦todos -calco de los empleados por la milicia libanesa Hezbol¨¢, aunque sin su capacidad de fuego ni su infraestructura militar- incluyen artima?as de toda ¨ªndole. El territorio palestino fue literalmente excavado. Los t¨²neles y b¨²nkeres salpican cientos de calles en los campos de refugiados y en cualquier lugar de las ciudades. Son muchos los civiles que prestan sus viviendas como punto de partida de t¨²neles que llegan al subsuelo del asfalto, donde se colocan los explosivos. Tambi¨¦n en maniqu¨ªes, en bicicletas, en carros de tracci¨®n animal, en dep¨®sitos de armas con cebos listos para detonar...

Afirman los voceros castrenses israel¨ªes que Ham¨¢s utiliza las mezquitas como arsenales, y que parte de la direcci¨®n se refugia en los s¨®tanos del hospital Shifa, el principal de Gaza. Lo primero es muy veros¨ªmil. Este corresponsal se ha reunido durante otros ataques israel¨ªes a Gaza con jefes militares que abandonaban un templo. Lo segundo, ?qui¨¦n sabe? Porque la campa?a de guerra psicol¨®gica es consustancial a todo conflicto. Los jefes militares israel¨ªes aseguran que han comenzado las deserciones en Ham¨¢s, que parte de sus l¨ªderes han escapado a Egipto. Desde luego, no Ismail Haniya, el jefe del Gobierno de Gaza, que ayer reapareci¨® en televisi¨®n para anunciar: "A pesar de la carnicer¨ªa, prevaleceremos".

"Batallones enteros han sido aniquilados", afirma un alto oficial israel¨ª. "Ham¨¢s miente. Eso demuestra la presi¨®n a la que est¨¢n sometidos", a?adi¨®. Aunque en Israel hay quienes desconf¨ªan. Ofer Shelah, analista del diario Maariv, comentaba al respecto: "Eso ya lo escuchamos en la guerra de 2006". Y entonces Hezbol¨¢ dispar¨® 200 cohetes el ¨²ltimo d¨ªa de la guerra. Imposible conocer el n¨²mero de milicianos muertos, porque muchos visten ropas civiles. Portar uniforme es un seguro de muerte.

Adem¨¢s de los ataques devastadores de la artiller¨ªa y la aviaci¨®n, los soldados israel¨ªes empujan ahora sobre el terreno vaciando casas y matando en ocasiones a familias enteras. Primero entran perros adiestrados que llevan c¨¢maras adheridas a las patas para observar que en el interior no hay hombres armados o suicidas, y despu¨¦s revientan las paredes laterales para evitar utilizar puertas que pueden ser trampas. Antes intentan que los civiles abandonen sus hogares.

El tel¨¦fono es un arma. Miles de palestinos han recibido llamadas para advertirles que su casa ser¨¢ demolida. El militar israel¨ª -seguramente druso o bedui-no- habla perfecto ¨¢rabe. Muchos vecinos tratan de impedir el bombardeo subiendo a los tejados. Pero entonces los israel¨ªes lanzan proyectiles dise?ados para no explotar. S¨®lo aterrorizan. El pasado viernes, en un edificio que acoge las sedes de varios medios de comunicaci¨®n se recibieron llamadas telef¨®nicas. Los periodistas salieron a la calle, y el inmueble fue atacado.

La guerra se aproxima al abigarrado n¨²cleo de la capital. En los barrios del sur existen espacios abiertos y descampados, al igual que en los suburbios del norte. Pero seg¨²n se avanza hacia el interior de la urbe, se alzan edificios de 10 o m¨¢s plantas que dejan nulo lugar para la batalla a campo abierto. Es un lugar m¨¢s arriesgado para las tropas israel¨ªes, cuyos comandantes no vacilan en afirmar que act¨²an de manera "muy violenta".

De la sa?a del ataque israel¨ª dan cuenta los m¨¢s de 2.200 edificios y objetivos derruidos por la aviaci¨®n y la elevada cifra de v¨ªctimas mortales. Son ya m¨¢s de 900 -al menos la mitad civiles- en 17 d¨ªas de combates. En la guerra de L¨ªbano, en 2006, unas 1.200 personas perdieron la vida. Pero en 34 d¨ªas de contienda. Mandos militares israel¨ªes aseguran que Ham¨¢s reservar¨¢ parte de su arsenal para disponer de cohetes hasta el ¨²ltimo d¨ªa. Por ello, y porque los soldados israel¨ªes acorralan a los milicianos en un ¨¢rea cada vez m¨¢s reducida, el lanzamiento de Kassams y Katiushas se ha limitado. Al comienzo de la guerra disparaban entre 60 y 80, ahora no superan los cuarenta. Asimismo, los bombardeos a¨¦reos se reducen tambi¨¦n porque, como reconoce el Estado Mayor, los objetivos casi se han agotado.