Gaza en la calle
El Gobierno debe preservar sus posibilidades de contribuir a la paz en Oriente Pr¨®ximo
Como otras grandes capitales de todo el mundo, tambi¨¦n algunas ciudades espa?olas han acogido manifestaciones contra el ataque israel¨ª a Gaza. Las concentraciones exig¨ªan una selecci¨®n incuestionable de los lemas, lo que no fue el caso en Madrid al hablar de genocidio pese a la oposici¨®n del Partido Socialista, que, sin embargo, evit¨® que se incluyera en el comunicado. Adem¨¢s, requer¨ªan un esfuerzo de organizaci¨®n para impedir que el rechazo a la manera en que Israel se ha conducido no se interpretara como apoyo a Ham¨¢s.
No es un problema de proporci¨®n, sino de principio: cualquier ataque contra una poblaci¨®n civil merece ser condenado. Tampoco se puede alegar la excusa de la oportunidad: la violaci¨®n masiva del derecho internacional humanitario por parte de Israel no exime de que se exija su cumplimiento a Ham¨¢s, por m¨¢s que el n¨²mero de bajas que ha provocado con sus cohetes sea incomparable con el que han padecido los palestinos.
La presencia de encapuchados exhibiendo reproducciones de misiles en algunas manifestaciones alternativas adheridas a las autorizadas corre el riesgo de empa?ar la causa por la que se convocaron, y era necesario que los organizadores se desmarcaran de esos hechos, al igual que del acoso violento a la Embajada de Israel.
Los partidos pol¨ªticos y, en especial, el socialista, que se adhiri¨® a la convocatoria, confundieron su papel. Tambi¨¦n Rodr¨ªguez Zapatero al introducir la reacci¨®n a la matanza perpetrada en Gaza como tema de campa?a, deseoso de adelantar al PP en el rechazo a un ataque que va m¨¢s all¨¢ de afinidades pol¨ªticas: nada autoriza a devaluar el sufrimiento palestino convirti¨¦ndolo en baza electoral. La responsabilidad del Gobierno es emplear los cauces institucionales para contribuir a lo m¨¢s urgente en Oriente Pr¨®ximo: un alto el fuego, primero, y un acuerdo estable entre las partes, despu¨¦s.
La ocupaci¨®n israel¨ª no puede prolongarse por m¨¢s tiempo, ni siquiera bajo el disfraz de la desconexi¨®n, que no es una retirada de Israel sino un redespliegue de sus fuerzas para seguir asfixiando Gaza como ha hecho de manera implacable con el embargo. Los manifestantes han mostrado la solidaridad de muchos espa?oles con quienes padecen un sufrimiento indecible, los palestinos. Pero todo gesto del Gobierno que merme sus posibilidades de contribuir a la paz podr¨ªa ser un error: sus tareas son distintas e insustituibles.
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