Si un dise?o es bueno... ?a qui¨¦n le importa la firma?
La crisis relega la autor¨ªa y coloca a los objetos en primer plano
Existe un consenso generalizado que asegura que cuando un dise?o triunfa de verdad, termina por convertirse en an¨®nimo. Piensen en la fregona, en el boli Bic, en la aceituna rellena o en el palillo para coger esa aceituna. ?Recuerdan el nombre de qui¨¦n los dise?¨®? Su autor no les a?ade ya nada. No a?ade ninguna importancia a la hora de comprarlos. Estos productos han pasado a importar mucho m¨¢s que quien los ide¨®. O no importan por qui¨¦n los hizo, sino por lo que son. Que te quieran por lo que eres no puede ser malo ni para el dise?o. Pero exige estar preparado para un ba?o de verdad.
La nueva coyuntura econ¨®mica parece propiciar esa verdad que busca una recuperaci¨®n de lo esencial. Un regreso, por lo menos temporal, a comprar por necesidad, con convencimiento y para dar respuesta a un uso. En ese campo, el de la utilidad, las marcas blancas se est¨¢n haciendo fuertes. Las empresas que no basan sus ventas en una marca (en el caso del dise?o en un nombre) son supervivientes natas. Viven m¨¢s cerca de la realidad de los usuarios (sus necesidades) que de sus sue?os. As¨ª, en la crisis han encontrado su terreno abonado. Prueba de ello es el aumento de las ventas del 10% en las tiendas de Ikea en Espa?a o del 37% en las Conran Store brit¨¢nicas. La cadena japonesa Muji, que idearan cuatro dise?adores nipones para extender su est¨¦tica austera por el mundo, abrir¨¢ ma?ana su mayor tienda europea. Y lo har¨¢ en Madrid.
Es cierto que no todo es an¨®nimo en la omnipresente Ikea. Entre sus nuevas cazuelas, la olla de hierro fundido Favorit (que puede utilizarse tanto sobre el fog¨®n como en el horno) est¨¢ firmada por un dise?ador sueco: Halskov Dalsgaard. Pero su nombre ocupa mucho menos que un segundo plano. La crisis ha cambiado otro cl¨¢sico de la empresa, el precio imbatible -ya no todo es barato en IKEA; ahora ofertan precios seg¨²n calidades-, pero ha mantenido la autor¨ªa de los productos lejos de las informaciones relevantes.
Tambi¨¦n en el cat¨¢logo de Habitat, lo an¨®nimo, comprado en los lugares m¨¢s remotos del mundo, convive con las piezas de autor sin que los dise?adores sean m¨¢s que una l¨ªnea, peque?a, en su cat¨¢logo. Una de las piezas estrella de la cadena para la pr¨®xima primavera es el taburete Baroda, de Patrik Petterson, que tuerce su pata en un gesto de rebeld¨ªa, pero ni as¨ª consigue que el nombre del dise?ador a?ada nada a la pieza. Tambi¨¦n la mesilla Kilo fue un encargo a Elling Exornes y Trine Haddal, pero a nadie se le ha ocurrido venderla con el nombre de sus autores.
El consumidor no entra en estas tiendas buscando nombres propios. Busca un sello: monacal en Muji, antes n¨®rdico y hoy ecl¨¦ctico en Ikea y cosmopolita en Habitat. Es el triunfo del efecto frente al gesto. Lo bueno de las crisis es que ponen las cosas en su sitio. Ayudan a filtrar y, por lo menos durante un rato, dan descanso a la frivolidad.
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