Las leyes del asombro
Casi a la misma edad, 39 a?os, en que muchos se retiran de la poes¨ªa, Piedad Bonnett (Amalfi, Antioquia, Colombia, 1951) public¨® su primer libro de poemas. Hasta entonces, esta mujer menuda y sonriente que salta en la conversaci¨®n de Neruda a Lou Reed y de la pol¨ªtica al cine, era una reputada profesora de literatura en la Universidad bogotana de Los Andes. Pero aquel libro inaugural, De c¨ªrculo y ceniza, que hab¨ªa tardado diez a?os en escribir y que le vali¨® una menci¨®n de honor en el concurso hispanoamericano de poes¨ªa Octavio Paz, descubri¨® una voz ya hecha, una autora que, como dice ella misma en la cafeter¨ªa de la Casa de Am¨¦rica de Madrid, "hab¨ªa escrito toda la vida": "Tard¨¦ en publicar, eso es todo. Nunca cre¨ª que la gente se iba a tomar en serio lo que escrib¨ªa. Imagino que eso le pasa a todos los que empiezan ?no?".
Las herencias
Piedad Bonnett.
Visor. Madrid, 2008.
96 p¨¢ginas. 16 euros
El caso es que desde que Piedad Bonnett puso el pie en la literatura como autora, su carrera ha sido mete¨®rica. De hecho, su segundo libro de poemas, Nadie en casa (1994) gan¨® el Premio Nacional de Literatura de su pa¨ªs. M¨¢s tarde vendr¨ªan t¨ªtulos como El hilo de los d¨ªas (1995), Ese animal triste (1996) y Todos los amantes son guerreros (1997). En Espa?a se dio a conocer en 2003 con Lo dem¨¢s es silencio (Hiperi¨®n), una amplia antolog¨ªa de su obra a la que siguieron las novelas Despu¨¦s de todo (2001), Para otros es el cielo (2004) y Siempre fue invierno (2007), todas publicadas por Alfaguara.
"Me tiene muy sorprendida", apunta la escritora, "este repentino inter¨¦s mutuo entre Espa?a y Am¨¦rica Latina. En 1991 vine a Madrid a hacer un curso y comprob¨¦ que el inter¨¦s por Latinoam¨¦rica era nulo. Le preguntaba a un profesor de la universidad si conoc¨ªa a tal o cual escritor y me contestaba tranquilamente: 'No me interesan'. Nosotros tambi¨¦n est¨¢bamos desentendidos y menospreciando la literatura espa?ola. Y de repente, este inter¨¦s. Es parad¨®jico porque se da justo cuando Am¨¦rica est¨¢ invadiendo Espa?a con inmigrantes, y cuando parte de Espa?a rechaza esa inmigraci¨®n. Es casi simb¨®lico".
Cuando se le pide que defina su poes¨ªa, Bonnett prefiere hablar m¨¢s de intenciones que de resultados: "Intento que sea muy contenida". Y as¨ª es, sobria y seca, a veces narrativa, siempre clara. "Ser¨¢ por la edad que tengo", a?ade. De la edad, precisamente, trata en parte su nuevo libro, Las herencias (Visor). En ¨¦l conviven los poemas familiares con una descarnada meditaci¨®n sobre el amor: "Su belleza / era la de la luz de los cuchillos", dice. Y tambi¨¦n: "alrededor del gozo vibra el miedo / pues la felicidad siempre husmea su muerte". Si para los cl¨¢sicos, all¨ª donde crece el peligro crece tambi¨¦n lo que nos salva, para Piedad Bonnett es, es cierto sentido, lo contrario. No hay claridad sin sombra. Ni intuici¨®n sin reflexi¨®n. Ley sin asombro. De hecho, buena parte de los textos que abren Las herencias hablan del asombro ante el mundo y ante las palabras destinadas a nombrarlos.
De ah¨ª, tambi¨¦n, que sus poemas est¨¦n siempre atravesados por la pregunta sobre el propio sentido de la poes¨ªa. Algo que se acent¨²a cuando la escritura se enfrenta, como en el poema Campo minado, a la historia de una mujer a la que le estalla una mina mientras, campo a trav¨¦s, lleva en brazos a su hijo. El episodio lo cont¨® en enero pasado el diario El Tiempo, de Bogot¨¢, y Bonnett lo convirti¨® en unos versos que terminan: "Quiero nombrar aquel escalofr¨ªo. / Entonces el poema, / como una flor in¨²til que entre el esti¨¦rcol crece, / se quiebra, avergonzado".
?Puede la poes¨ªa dar cuenta de un hecho as¨ª? "S¨ª, claro. Es lo que hace un poeta, dejarse tocar por el mundo y transformar eso en palabras. Y no ser un sentimental, eso lo puede hacer cualquiera. El sentimentalismo es uno de los lastres de la poes¨ªa, que se mueve siempre en la frontera entre lo m¨¢s hondo y lo m¨¢s cursi". S¨®lo huyendo del sentimentalismo, insiste, puede escribirse un poema que no se rompa de verg¨¹enza: "Los escritores estamos siempre usando a los dem¨¢s. Un escritor es un saqueador. A veces la poes¨ªa se nutre de cosas muy dolorosas. Y, s¨ª, un poco da verg¨¹enza".
Con todo, Piedad Bonnett es consciente de que la poes¨ªa pierde terreno frente a la imagen y la m¨²sica en la educaci¨®n sentimental de la gente: "As¨ª es, lastimosamente. Pero estoy absolutamente convencida de que siempre habr¨¢ una peque?a secta de adeptos. Kundera dice que un hombre con un libro en la mano es como una consigna, una se?al que transmites a otros cong¨¦neres. Te ven con un libro y saben que eres af¨ªn".
En el fondo, Bonnett no tendr¨ªa problemas para encontrar seres afines en cada esquina. Adem¨¢s de poes¨ªa y novela ha escrito cuatro obras de teatro montadas por el Teatro Libre, de Bogot¨¢. Adem¨¢s, no hace tanto que decidi¨® hacer un m¨¢ster en Teor¨ªa del Arte y la Arquitectura. "La separaci¨®n entre disciplinas no me parece natural", explica, "sobre todo en el mundo de hoy, en el que no hay l¨ªmite entre las artes. Unas invaden a las otras. Adem¨¢s, odio la especializaci¨®n. De hecho, lo que m¨¢s me choca de la academia es que te encajonan. Un escritor es un intelectual, aunque el poeta muchas veces no se autodenomine as¨ª. Parece que eso queda para los novelistas, el hecho de pensar el mundo a trav¨¦s de la literatura, y que el poeta se maneja m¨¢s con las intuiciones. No es que crea en la diletancia, es que creo que un artista debe ser culto, en el sentido m¨¢s amplio de la palabra, desde lo popular a lo m¨¢s elevado. Sin olvidar lo m¨¢s extravagante".
As¨ª es, tambi¨¦n, Las herencias, un libro en el que la metaf¨ªsica se mezcla con lo cotidiano, incluida la violencia cotidiana. Piedad Bonnett est¨¢ resignada a dar cuenta a cada paso de la realidad colombiana. ?La visi¨®n de Colombia que se tiene en Espa?a se ajusta a la realidad? "Ninguna visi¨®n se ajustar¨¢ nunca a la realidad colombiana. Es tan inextricable, tan absolutamente incomprensible que nosotros mismos no nos entendemos. Lo que hacen los escritores, los soci¨®logos y los historiadores es tratar de entender. Eso s¨ª, lo que se puede entender hasta un punto. Llegado un momento, paramos porque lo que sucede no lo entiende nadie. Y menos desde aqu¨ª. Los t¨®picos nos amenazan". -
Las herencias, Piedad Bonnett. Visor. Madrid, 2008. 96 p¨¢ginas. 16 euros
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.