Guant¨¢namo y sus in¨²tiles met¨¢foras
Guant¨¢namo se ha convertido en un g¨¦nero art¨ªstico. Tambi¨¦n en un vertedero real y al mismo tiempo metaf¨®rico por el que se precipitan, en escasos kil¨®metros cuadrados, los vestigios del comunismo y una base naval de Estados Unidos con todas las reminiscencias neocoloniales. All¨ª est¨¢n el terrorismo islamista y las torturas de la democracia liberal. Guant¨¢namo est¨¢ en el premio Nobel de Literatura (que lo aloja en el discurso de Harold Pinter) y en el Le¨®n de Oro del Festival de cine de Berl¨ªn (que premia Camino a Guant¨¢namo, de Michael Winterbottom y Mat Whitecross). En el arte radical de Banksy (que lo coloca en una parodia de Disney World con su instalaci¨®n Big Thunder Mountain Railroad) y hasta en el thriller de esp¨ªas (El afgano, de Frederick Forsyth; El prisionero de Guant¨¢namo, de Dan Fesperman). Una artista espa?ola -Alicia Framis- ha llegado a sugerir que la c¨¢rcel de Guant¨¢namo sea convertida en un museo.
Obama deber¨ªa, adem¨¢s de cerrar la c¨¢rcel, devolver la base militar a Cuba
Cr¨ªtica y frivolidad, literatura e imagen anidan en esa alcantarilla de la globalizaci¨®n.
Paradojas -y complicidades- de la cultura contempor¨¢nea: al otro lado del mundo, en Abu Dhabi, se trabaja a marchas forzadas para acercar la cultura de Occidente a los musulmanes. Con una franquicia del Louvre prevista para 2012 en la isla de Saadiyat, financiada por los ¨¢rabes y dise?ada por Jean Nouvel. El emirato construir¨¢ all¨ª mismo otros museos: Guggenheim, mar¨ªtimo, nacional... Hacia Oriente se desplazar¨¢n, pues, Goya y Picasso; qui¨¦n sabe si un Jeff Koons, un Hermann Nitsch, un Damien Hirst.
En Guant¨¢namo no ocurrir¨¢ nada parecido. Hacia esa zona del Caribe no viajar¨¢n Avicenas o Averroes, tampoco los esplendores de la poes¨ªa suf¨ª. Mucho menos los artistas actuales que, contra viento y marea, han construido lo que Catherine David ha fijado como "representaciones ¨¢rabes contempor¨¢neas". No hay por all¨ª agasajo alguno que amortig¨¹e el encontronazo. S¨®lo terroristas, c¨®mplices de terroristas o inocentes sospechosos de serlo; siempre el Cor¨¢n...
Alrededor, no faltan prisiones cubanas para cubanos, presos pol¨ªticos incluidos, si bien esta cifra acostumbra a desaparecer en las f¨®rmulas del arte global, acorralado entre su intenci¨®n cr¨ªtica y la pat¨¦tica posibilidad de quedar como avanzadilla evangelizadora de otros intereses menos espirituales.
Buena parte de estos creadores lo ignora ol¨ªmpicamente, pero a Guant¨¢namo no le ha faltado pulsi¨®n global. Un astronauta guantanamero lleg¨® a plantarse en la estratosfera durante los a?os de la Guerra Fr¨ªa. Aunque quiz¨¢ el punto m¨¢s alto de su globalizaci¨®n -si esto es posible comparado con mirar la tierra desde el cosmos- tiene que ver con la m¨²sica, y con esa pieza que hoy se repite hasta en los campos de f¨²tbol: la Guantanamera. M¨¢s all¨¢ de Cuba, la hizo famosa Pete Seeger -quien, de paso, se benefici¨® durante un tiempo de su copyright (izquierda y colonialismo no siempre resultan antag¨®nicos)-, y ha sido repetida por todo tipo de int¨¦rpretes y estilos musicales. Tito Puente y Los Lobos, Jos¨¦ Feliciano y Julio Iglesias, Los Olimare?os y Celia Cruz, P¨¦rez Prado y Joan Baez, The Weavers y Yellowman, Nana Mouskouri y Wyclef Jean...
Resulta que mientras m¨¢s se escribe, se filma, se instala o se pinta sobre Guant¨¢namo, m¨¢s in¨²tiles resultan las met¨¢foras para entender cualquier cosa. Para saber, por ejemplo, algo de su historia como villa colonial o provincia comunista. La palabra "Guant¨¢namo", hoy, no es m¨¢s que el top¨®nimo de una degradaci¨®n: base militar neocolonial, centro de retenci¨®n de haitianos, cubanos o kosovares (seg¨²n el conflicto del momento), c¨¢rcel donde se practica la tortura fuera del Estado de derecho. D¨¦cadas como albergue de distintas cuarentenas geopol¨ªticas.
Es curiosa, por otra parte, la contenci¨®n con que ha sido tratado este asunto por parte del Gobierno cubano, que no acostumbra a dejar pasar oportunidad para la diatriba con Estados Unidos. Tal vez no hay aqu¨ª misterio alguno. La presencia misma de la base es un contrapeso id¨®neo para el r¨¦gimen socialista, la parte maldita capaz de probar -a lo grande- que en democracia tambi¨¦n se violan los derechos humanos.
Barack Obama ha anunciado su primera medida: cerrar¨¢ la c¨¢rcel de Guant¨¢namo. Ser¨ªa todo un detalle que, de paso, echara el cerrojo al Eje del Mal, ese alistamiento bautizado por su predecesor que comprime -junto a las censuras locales- a los intelectuales m¨¢s interesantes de esa reserva planetaria de pa¨ªses parias. Creadores que se resisten a compartir semejante bipolaridad y se niegan a jugar con las cartas marcadas. Obama tiene al alcance, todav¨ªa, una tercera iniciativa: cerrar la base naval y devolverla a Cuba. ?ste ser¨ªa un comienzo notable para simplificar la ecuaci¨®n de este multiorgasmo de la ignominia.
Al contrario de algunas tiran¨ªas o movimientos terroristas, que suelen ser perdonados por el pasado -por alguna injusticia seminal-, la democracia s¨®lo es juzgada, y condenada, por el presente. El precio que se paga por ella es alto o no es nada. Un presidente con or¨ªgenes africanos, una biograf¨ªa transcultural, y entre cuyos nombres figura el de Hussein, tiene en sus manos adelantar ese momento de la "p¨¢gina en blanco", el "grado cero" para reiniciar la historia. Cualquier figura efectiva capaz de imaginar la ¨²ltima -y ojal¨¢ que ¨²til- met¨¢fora en Guant¨¢namo.
Iv¨¢n de la Nuez es escritor cubano.
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