Dos orillas del mar de la droga
Todos los grupos de narcos colombianos tienen representante en Espa?a
Madrid, 21 de noviembre de 1984. La polic¨ªa espa?ola detiene, en un lujoso restaurante madrile?o, a Jorge Luis Ochoa y a Gilberto Rodr¨ªguez Orejuela, cabecillas de los dos grandes carteles de la droga colombiana de ese momento, el de Medell¨ªn y el de Cali, respectivamente. Para las autoridades de Estados Unidos, eran los mafiosos m¨¢s poderosos del mundo. Los quer¨ªan all¨¢, en tribunales norteamericanos. Hab¨ªan llegado a Espa?a buscando refugio, pero tambi¨¦n con ¨¢nimo de hacer negocios: quer¨ªan apostar en el mundo del tr¨¢fico de drogas en el Viejo Continente.
Pero el esc¨¢ndalo fue may¨²sculo. Con estrategias dise?adas por el equipo de abogados contratado por los mafiosos, ¨¦stos lograron hacerle el quite a la extradici¨®n a Estados Unidos. Los dos fueron entregados a la justicia colombiana. Y en poco tiempo, con nuevas jugadas, estaban libres, haciendo ostentaci¨®n de su enorme riqueza.
Ahora no hay carteles como en el pasado, pero s¨ª un 'holding' de peque?as organizaciones, seg¨²n el general Naranjo
En los cinco meses que Ochoa y Rodr¨ªguez se pasearon a sus anchas por la pen¨ªnsula Ib¨¦rica crearon una l¨ªnea de tr¨¢fico entre bandas colombianas y espa?olas. El socio en Espa?a: una mafia gallega. Se realizaron millonarias inversiones en los dos pa¨ªses. Los dos jefes del narcotr¨¢fico se dedicaron a todo tipo de extravagancias: compraron 17 Mercedes, dos BMW, dos Maseratti y m¨¢s de mil hect¨¢reas de tierra, seg¨²n se lee en el libro Los Rodr¨ªguez Orejuela. Cartel de Cali y sus amigos. Su ambici¨®n los llev¨® a so?ar con ser due?os de un banco. Tama?o derroche fue la pista que llev¨® a las autoridades a capturarlos.
Las inversiones fueron "m¨¢s all¨¢ que ac¨¢": es decir, m¨¢s en Espa?a que en Colombia. Lo afirma el general ?scar Naranjo, comandante en jefe de la polic¨ªa colombiana. Aquello fue el origen de una "relaci¨®n funcional", como prefiere llamarle este general, entre los traficantes de los dos pa¨ªses; todav¨ªa se mantiene en la actualidad. "Es de bajo perfil, pero sigue existiendo", reconoce el general Naranjo. ?l, un hombre alto, calmado, mesurado en sus declaraciones, ha dirigido varias de las guerras m¨¢s duras contra el narcotr¨¢fico.
Es una relaci¨®n innegable: Espa?a, actualmente con 46 millones de habitantes, es uno de los mayores consumidores de la coca¨ªna que se produce en Colombia, un pa¨ªs de 44 millones de pobladores que ha visto crecer cuatro generaciones dedicadas a este negocio subterr¨¢neo.
Pero la alianza criminal se ha ido transformando de acuerdo con las nuevas realidades que rigen el oscuro entramado. Hoy no existen pactos como los de anta?o; tampoco los carteles entendidos como organizaciones estables, poderosas. Lo de hoy, como lo llama el general Naranjo, es un "holding de peque?as organizaciones". Muchas de ellas existen s¨®lo durante un corto lapso de tiempo; terminan cuando se "corona" un cargamento en Europa o en Estados Unidos. Son grupos peque?os, de alta movilidad y sin centro de operaciones fijo.
Los contactos de las bandas se radican en Espa?a no porque sea el punto de mayor entrada de coca¨ªna a Europa. La raz¨®n es mucho m¨¢s prosaica: los narcos, casi todos venidos de abajo, con escasa educaci¨®n, se sienten a gusto en un pa¨ªs donde se habla su misma lengua, donde logran mimetizarse en medio de m¨¢s de 250.000 compatriotas que emigraron a Espa?a. Vivir permanentemente en Reino Unido, Alemania u Holanda ser¨ªa para ellos, por decir lo menos, una tortura.
"Todas las organizaciones de la droga colombianas tienen su representante en Espa?a", asegura una persona que conoce muy bien lo que se mueve en el mundo de las drogas, dibujando as¨ª c¨®mo es hoy este lazo ilegal que une a Colombia con la "madre patria".
El contacto est¨¢ atento en el momento del desembarque de la valiosa carga, cuida la bodega donde luego se almacena la mercanc¨ªa, est¨¢ atento a los cruces con los compradores que despu¨¦s se encargan de distribuir el polvo blanco a lo largo y ancho del Viejo Continente. Son personas que, aunque viven en Espa?a, se mueven de pa¨ªs en pa¨ªs, porque los grandes env¨ªos llegan a Europa en veleros u otros buques a trav¨¦s de diferentes puertos. Viajan con pasaportes falsos en el bolsillo. Cuando sienten muy cerca los pasos de la polic¨ªa, se produce el relevo; regresan a su pa¨ªs y otros los reemplazan en Espa?a.
Hace unos a?os, lo normal era falsificar pasaportes venezolanos. Con documentos que lo mostraban como ciudadano de esa nacionalidad, la polic¨ªa espa?ola detuvo a Le¨®nidas Vargas en 2006. El pasado 8 de enero, este hombre fue asesinado en el hospital 12 de Octubre de Madrid; era el ¨²ltimo de los capos que atemoriz¨® a Colombia en los a?os ochenta y noventa.
Se sabe que los narcos son desconfiados. Por eso env¨ªan a sus lugartenientes a cumplir esa comprometedora labor m¨¢s all¨¢ de las fronteras. Todos tienen grabada una regla de oro de este negocio il¨ªcito: el m¨¢s m¨ªnimo error, un torcido como dicen en su jerga, se paga; y se paga con la vida. Y en Colombia, el jefe tiene a mano a la familia a la que le pueden cobrar el error de su hombre en Espa?a.
?Fue lo que ocurri¨® con Fabio, el hermano menor, de 47 a?os, de Le¨®nidas Vargas? Su cuerpo fue encontrado el pasado fin de semana en un ca?aduzal cerca de Cali (la tercera ciudad de Colombia) junto al de su novia, reina de belleza y actriz de 30 a?os; ambos hab¨ªan sido asesinados a tiros. Los asesinatos de los dos hermanos Vargas se dieron en un corto lapso de tiempo: a Le¨®nidas le dispararon en Madrid el jueves 8 de enero por la noche; y el viernes por la noche o al amanecer del s¨¢bado 10 de enero, su hermano fue asesinado en Colombia, con su novia.
Algunos medios creen saber que Le¨®nidas Vargas, durante el tiempo que vivi¨® legalmente en Espa?a —despu¨¦s de saldar sus cuentas con la justicia colombiana en 2001, viaj¨® a Chile y luego se radic¨® en Madrid con su familia—, fue el contacto ideal para los que actualmente son se?alados como los grandes capos del narcotr¨¢fico: Daniel Barrera, Loco Barrera, y Pedro Guerrero, Cuchillo. El Loco Barrera es un personaje siniestro que hace favores tanto a la guerrilla como a los paramilitares; maneja coca de los dos bandos enemigos. Cuchillo es un paramilitar que a ¨²ltima hora decidi¨® echar atr¨¢s su decisi¨®n inicial de desmovilizarse y hoy manda una banda de matones en las llanuras que cubren el oriente colombiano.
El general Naranjo, sin embargo, no tiene evidencias de este v¨ªnculo de Le¨®nidas Vargas con los nuevos patrones de la coca¨ªna colombiana. Pero acepta que las muertes de los dos hermanos est¨¢n ligadas. "Debe haber una relaci¨®n", dice Naranjo, "se puede tratar de vendettas". No dice m¨¢s; no quiere especular sobre lo que a¨²n no est¨¢ claro. Prefiere hablar de la estrecha relaci¨®n que esta "alianza funcional" ha permitido crear entre las polic¨ªas de Colombia y de Espa?a y que ha llevado a ¨¦xitos operativos en forma de capturas, decomisos o identificaci¨®n de rutas usadas actualmente para el tr¨¢fico ilegal.
En el caso de los dos hermanos Vargas, los polic¨ªas de ambos pa¨ªses trabajan en com¨²n para descubrir lo que hay detr¨¢s de los dos cr¨ªmenes, casi simult¨¢neos, cometidos en dos puntos geogr¨¢ficos a miles de kil¨®metros de distancia. Nada parece ser casual: Fabio, el peque?o de los Vargas, hab¨ªa llegado a Bogot¨¢ el d¨ªa anterior a su muerte; ven¨ªa de Espa?a.
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