Los jueces
En general un juez es una persona, hombre o mujer, que reci¨¦n terminada la licenciatura de Derecho, alrededor de los 22 a?os, no tiene demasiado claro por donde va a orientar su vida. Piensa que podr¨ªa hacer oposiciones a notar¨ªas o a abogac¨ªa del Estado, pero si en ese momento le hubiera tocado el gordo de Navidad con una gran descarda de millones tal vez habr¨ªa montado un bar o una granja de pollos. Salvo raras excepciones, el reci¨¦n licenciado se decidi¨® a opositar a judicatura por una raz¨®n coyuntural, en cualquier caso muy alejada de la vocaci¨®n sagrada de enderezar los torcidos senderos del mundo a trav¨¦s de la justicia. Puede que necesitara colocarse a como diera lugar, apremiado por la pareja que quer¨ªa casarse o trat¨® de complacer a su padre, que tambi¨¦n pertenec¨ªa a la carrera o simplemente se lo jug¨® a los chinos con los compa?eros de la facultad. De hecho, le parec¨ªa m¨¢s f¨¢cil ser juez que notario porque la de juez o fiscal era una oposici¨®n que se convocaba todos los a?os con muchas plazas. Se encerr¨® en casa a cal y canto hasta cebarse con cuatrocientos temas del programa sin enterarse de las pasiones que se coc¨ªan en la calle, salvo lo que o¨ªa por la ventana, y un buen d¨ªa solt¨® como un papagayo ante un tribunal la retah¨ªla de art¨ªculos del c¨®digo que hab¨ªa deglutido y de no ser nadie, sin que el elector lo llamara con su voto, pas¨® por oposici¨®n a formar parte de uno de los tres poderes del Estado, el cual le regal¨® la potestad de meterle a usted en la c¨¢rcel o de llevarlo al pat¨ªbulo si hubiera pena de muerte. Nadie del tribunal le pregunt¨® a aquel lejano opositor, que hoy por simple escalaf¨®n habr¨¢ llegado a lo m¨¢s alto de la magistratura, si era dem¨®crata, beato, conservador o autoritario, pero es evidente que el Estado tiene desprotegido ese flanco por donde puede colarse con ciertas ma?as toda clase de enemigos pol¨ªticos. Aparte de pertenecer a un estamento corporativo lleno de triqui?uelas jur¨ªdicas capaces de trabar la maquinaria del gobierno por pura ideolog¨ªa, aquellos opositores pelanas cuyo cargo es vitalicio, pueden sentar en el banquillo al presidente de la naci¨®n, decir la ¨²ltima palabra a la hora de interpretar la Constituci¨®n e incluso dar un golpe de Estado. Estamos en sus manos.
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