Seis a?os de obras pendientes en Sants
Los trabajos para renovar la estaci¨®n se alargar¨¢n como m¨ªnimo hasta 2014 - La terminal de autocares se degrada a la espera de que culminen las obras
Javier Ruiz, un capataz de las obras de la estaci¨®n de Sants de Barcelona, ha estado buscando piso. De propiedad. Lleg¨® de Galicia hace a?o y medio pero prev¨¦ quedarse en la ciudad una buena temporada. "Aqu¨ª habr¨¢ patadas de trabajo", dice mientras extiende el ¨ªndice hacia la plaza de los Pa?sos Catalans: una explanada tomada por una pila de barracones api?ados en varios pisos. Javier se ocupa de preparar la ampliaci¨®n del vest¨ªbulo de la estaci¨®n de Sants.
El motivo que le empuja a quedarse es el soterramiento de la estaci¨®n de autobuses, que quedar¨¢ integrada con la de tren. El complejo constituir¨¢ el principal centro intermodal de la ciudad, pero Javier tendr¨¢ que esperar. A¨²n no se sabe qui¨¦n realizar¨¢ las obras ni cu¨¢ndo empezar¨¢n. Adif, empresa responsable del operativo, todav¨ªa debe desarrollar un proyecto que sigue sin licitar y sin presupuesto. "La idea es empezar la obra en 2011", augura un portavoz de la empresa. De cumplir el plazo m¨¢s optimista la estaci¨®n no se acabar¨¢ hasta finales de 2014. Casi seis a?os.
De la futura terminal s¨®lo existe una maqueta virtual
"Es la peor parada de autobuses que he visto en mi vida", lamenta un ch¨®fer
De la futura terminal de Sants s¨®lo existe la maqueta virtual proyectada por Adif. El boceto ense?a un vest¨ªbulo central que ha pasado de 17.900 a 35.000 metros cuadrados y dispone de puertas de acceso por los cuatro flancos -ahora consta de una entrada al norte y otra al sur-. El cuadril¨¢tero que sirve de base a la estaci¨®n aparece extendido por los cuatro lados. La parada de taxis situada en la parte frontal y la de estacionamiento en la trasera quedan engullidas por el zagu¨¢n de la terminal. El hotel que ¨¦sta aloja tambi¨¦n se ampliar¨¢ hasta conectarse con una galer¨ªa comercial dispuesta en terrazas, diseminadas por el lateral de la terminal ferroviaria.
En este punto est¨¢ Javier, el capataz, frente al garaje de cuatro plantas estrenado a principios de septiembre: la ¨²nica pieza del croquis de Adif que est¨¢ en pie, junto a un descampado repleto de hierbajos. No hay prisa en arrancarlos porque el calendario de trabajos para el vest¨ªbulo de Sants sigue sin definirse. Entre tanto, a una veintena de metros, la estaci¨®n de autobuses agoniza como terminal. Sin paneles informativos, bancos, aseos, extintores, altavoces ni, por extensi¨®n, servicio de megafon¨ªa. La estaci¨®n de autobuses se limita a eso: un pu?ado de autobuses estacionados en fila sin m¨¢s orientaci¨®n que un r¨®tulo numerado. La venta de billetes se hace en los barracones que, desde hace a?os, sirven de local a las empresas que all¨ª operan.
"Trabajar aqu¨ª es deprimente", susurra un empleado. Lamenta que la terminal est¨¢ casi igual que cuando se inaugur¨® en 1990: las mejoras llevan d¨¦cadas sin llegar. Tampoco est¨¢ previsto que lo hagan, asume la Generalitat: "Esta estaci¨®n se soterrar¨¢ pronto y siempre fue provisional", seg¨²n un portavoz del Gobierno catal¨¢n. Pronto quiere decir seis a?os, en el mejor de los supuestos. El t¨¦rmino provisional se refiere a los casi 20 a?os que tiene la estaci¨®n. ?sta no depende ya de la Generalitat, que en 2004 cedi¨® su gesti¨®n a un consorcio privado que gasta lo m¨ªnimo en mantenimiento. "No invertir¨¢n en un recinto que tiene que desaparecer", les defiende la Generalitat.
Juan Mareas, ch¨®fer de autocar de 48 a?os que pasa a diario por la estaci¨®n, tampoco pide tanto. "Con un manguerazo de vez en cuando esto pasar¨ªa de la noche al d¨ªa", dice ante la mugre que trepa por los pilares de la terminal, calificada la peor estaci¨®n del pa¨ªs por la revista Consumer en 2007. Mareas, tras 13 a?os cubriendo la ruta Barcelona-Lleida, se limita a decir que es la peor que ha visto en su vida. "Quiz¨¢ se parece a la de Les Borges Blanques [Garrigues, 5.800 habitantes]. No, no. ?sta es peor", zanja.
Aun as¨ª, la delincuencia se ha reducido respecto a la d¨¦cada pasada. Lo asegura Antonio, el canoso y longevo vigilante que prefiere ocultar su apellido y su edad. Es la ¨²nica autoridad de la terminal, pero se presenta como una mera silueta disuasoria. "S¨®lo paseo. Soy un controlador, no un polic¨ªa", dice. Trabajo no le falta: robos y atracos conforman el men¨² diario. Cuando ocurren, la tarea de Antonio consiste en orientar a la v¨ªctima hacia la comisar¨ªa m¨¢s cercana.
En medio, los residentes de la zona aguantan el tipo. "Es un desastre pero podr¨ªa ser peor", se consuelan las asociaciones vecinales. En la plaza, todos asienten al escuchar que las obras de Sants se soportan de un modo parecido a algunos matrimonios. "Basta con conocer a un marido peor que el tuyo", cuenta divertida Mar¨ªa Gonz¨¢lez, jubilada de 76 a?os. Relativizar el desgaste de d¨¦cadas de obras parece sencillo en el barrio. Unos metros m¨¢s al sur persisten las fachadas agrietadas por los trabajos del AVE. "Estas obras lo ensucian todo, hacen ruido...", dice Mar¨ªa. "Pero al menos no nos destrozan la casa".
Una estaci¨®n con gesti¨®n difusa
La gesti¨®n de la estaci¨®n de autobuses de Sants depende de una empresa privada cuya estructura es tan embrollada que parece hecha a prop¨®sito: nadie se declara responsable de la aparatosa degradaci¨®n que sufre la terminal. La estaci¨®n empez¨® a operar en 1990 pero la Generalitat se desvincula de cualquier compromiso. En 2004, cuando la terminal ya adolec¨ªa de una falta total de equipamientos, cedi¨® su gesti¨®n a Estaci¨®n de Autobuses de Sants, SL.
Se trata de una suerte de consorcio sin sede ni tel¨¦fono propio que, sobre el papel, codirigen las l¨ªneas que operan en la estaci¨®n: Hispanoigualadina, Juli¨¤ y Alsa. La cogesti¨®n, para empezar, no existi¨® nunca. "?Qui¨¦n se ocupa de la estaci¨®n? Es como ser presidente de una escalera de vecinos. A nadie le apetece", ilustra un portavoz de Hispanoigualadina.
"Preferimos que siempre lo sea el mismo", a?ade. Esta figura de presidente vitalicio , se?ala, recae sobre un directivo de la empresa Juli¨¤, un directivo que se retir¨® hace m¨¢s de un a?o. Y nadie en Juli¨¤ lo ha reemplazado, dice la empresa.
La tercera compa?¨ªa tambi¨¦n escurre el bulto. "?Gestionarla? Nos ocupamos de pagar a un vigilante", zanjan en Alsa antes de aclarar que tampoco es responsable. La Generalitat no las obliga a m¨¢s: tendr¨¢n la concesi¨®n hasta que la estaci¨®n quede soterrada, sin ning¨²n otro requisito.
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