Todos con Soraya
La foto, aparecida en un peri¨®dico, es en blanco y negro o casi, porque el pelo que se ve es levemente dorado o, al menos, a m¨ª me lo parece. Es un acierto el blanco y negro porque el color distorsiona el pensamiento y la imagen merece una mirada serena. La pierna derecha est¨¢ en ligera flexi¨®n, resaltando as¨ª la curva perfecta de la rodilla, a diferencia del brazo del mismo lado que pende relajado hacia el suelo, ocult¨¢ndose con modestia tras el muslo. El brazo izquierdo reposa su codo sobre una mesita, posiblemente para una maleta que no existe y que nadie echa en falta, la mu?eca doblada y la mano suelta sin tensi¨®n alguna. Por el contrario, la pierna izquierda, al frente de la foto, est¨¢ r¨ªgida y extendida hasta el empeine, no porque la varilla met¨¢lica de la mesa le atraviese la cadera produci¨¦ndole un espasmo, sino posiblemente por la pr¨¢ctica en danza cl¨¢sica. La humedad, que impregna el pelo, parece de espuma de alta cosm¨¦tica. No reposa sobre el plano horizontal del suelo, tampoco levita, pero se eleva ligeramente en un contexto austero, sin adornos ni motivos de distracci¨®n, aposentada sobre algo que resalta la levedad del ser. El rostro hace juego con el resto, insin¨²a una sonrisa que no existe y los ojos, algo perplejos quiz¨¢ por no saber d¨®nde est¨¢ ni lo que hace, parecen confiar en la intenci¨®n humana, en la bondad del pr¨®jimo.
No estoy de acuerdo en absoluto en la calificaci¨®n sexista de la imagen ni en la malicia de los m¨²ltiples comentarios que provoca, siempre que sean dignos y adecuados. Alg¨²n d¨ªa tendremos que hablar del neomacartismo que recorre nuestra sociedad y del nihil obstat que se necesita para abrir la boca bajo pena de engrosar las listas negras, a la antigua usanza, aunque ahora se conceda a trav¨¦s de mensajes telef¨®nicos. Con permiso de la caza de brujas, me puedo imaginar perfectamente, en actitud semejante, a Rajoy o Zapatero, eso s¨ª, con pantalones, o a Carme Chac¨®n o de la Vega. Rubalcaba, lo confieso, me cuesta m¨¢s, sin duda a causa de un prejuicio imperdonable, pero nadie es perfecto. No es cierto que Soraya est¨¦ a solas, todos estamos con Soraya, con la libertad de imagen, aunque tambi¨¦n con la libertad de ver y de opinar.
Ella, la foto, es buena, verdadera y bella. Hace muchas d¨¦cadas que verdad, bondad y belleza estaban re?idas entre s¨ª, cada una por su lado, y mucho m¨¢s en pol¨ªtica. Muchos piensan que ese divorcio signific¨® el comienzo de todos los problemas sociales que sufrimos en la actualidad. Pues bien, ahora tenemos un ejemplo donde el m¨¦nage ¨¤ trois filos¨®fico coincide de nuevo. ?tica, conocimiento y est¨¦tica de nuevo juntas bajo el s¨ªmbolo de una imagen, algo dif¨ªcil de criticar y mucho menos por los viejos pol¨ªticos que rechazan a la nueva pol¨ªtica.
Me esfuerzo por apartar la mirada de la foto y recorrer el resto de la portada del peri¨®dico. Will Smith, Calder¨®n o el empleo por decreto me interesan poco. En realidad, la foto ocupa toda la portada. Pero observo de pronto que, por encima del propio nombre del diario, aparece una inscripci¨®n a modo de plegaria matutina que reza: "Nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir" (Quevedo). ?Cu¨¢nta sabidur¨ªa la de Quevedo y cu¨¢nta perspicacia por parte de los periodistas! Revela mucho pesimismo, eso s¨ª, y desconfianza hacia ella, la pol¨ªtica, quiz¨¢ porque estamos en tiempos de crisis. Me es igual lo que digan, aunque sea por una sola vez y antes de leer su entrevista, me declaro creyente de la imagen de Soraya.
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