Vuelve el cinco a cero
Todos los equipos felices se asemejan mientras que cada equipo infeliz lo es a su manera. Escribir sobre un equipo al que todo le va bien, como el Bar?a actual, termina por convertirse en un ejercicio mucho m¨¢s dif¨ªcil que hacerlo sobre uno en el que, como todo anda mal y p¨¦simamente organizado, encuentras enseguida una gran cantidad de cosas para decir y recriminar. Los defectos de los equipos infelices dan mucho de s¨ª y permiten escribir intensos textos en tono indignado mientras que, cuando todo va perfecto, como es el caso del Bar?a actual, se hace dif¨ªcil comentar algo, m¨¢s a¨²n cuando los dem¨¢s ya lo han hecho de mil maneras magn¨ªficas y uno mismo, en su anterior art¨ªculo, ya se ha volcado en grandes elogios a Pep Guardiola y ha cantado las glorias de un equipo -mejor dicho, una plantilla- memorable.
Volver a repetir lo bien que lo hacen carece ya de sentido, m¨¢s a¨²n cuando el entrenador no se cansa de frenarnos record¨¢ndonos de forma mec¨¢nica que "encara no hem guanyat res", lo cual, por otra parte, es verdad. Porque nadie ha ganado nada todav¨ªa. Y, en cambio, algunos, como es mi caso, hemos perdido posibilidades de ampliar el tono corrector y cr¨ªtico del a?o pasado, cuando todo era culpa del loro de Laporta -ahora saca excesivo pecho-, la indolencia de Rijkaard y la criminal temporada de Deco y Ronaldinho, los hombres del intrigante Rosell.
A la hora de escribir, dan much¨ªsimo m¨¢s juego los equipos desnortados, desgraciados, profundamente equivocados. No existir¨ªa la gran literatura futbol¨ªstica del desastre si todos los equipos se hubieran comportado como lo est¨¢ haciendo este curso el Bar?a y dieran recitales de felicidad tan grandes como los del s¨¢bado pasado. Se va hablando de Messi, pero, cuidado, porque Alves es tambi¨¦n una grand¨ªsima figura mundial y no digamos ya Xavi, M¨¢rquez o Puyol. No hay un delantero centro en el mundo que supere a Eto'o. Y en cuanto a Iniesta, creo que es el sucesor de Luis Su¨¢rez, que probablemente ha sido el mejor jugador espa?ol de todos los tiempos.
Me encantar¨ªa ahora entrar en la desnortada casa del Madrid, ese apasionante equipo infeliz. Entrar y decir todo lo que pienso del negligente Mijatovic, por ejemplo, y del entrenador que ¨¦ste ha contratado, el irregular y desaborido Juande Ramos. Lo har¨ªa si no fuera porque considero que mi tema ha de ser el Bar?a, manque gane, aunque gane todo el rato, aunque gane siempre, que es lo que est¨¢ ocurriendo de forma alarmante en los ¨²ltimos meses. Le vemos triunfar con una intensidad y un descaro asombrosos, lo que nos depara una felicidad que muchos juzgamos excesiva porque no ped¨ªamos tanto e incluso agradecer¨ªamos de vez en cuando que abrieran alguna brecha por la que pudi¨¦ramos entrar para criticar algo y as¨ª tener algo sobre lo que escribir y no tener que pensar en la atractiva f¨¢brica de historias que es el desdichado Madrid de ahora.
Qu¨¦ complicado se vuelve el f¨²tbol cuando nos hace tan triunfadores e incluso tremendamente felices. Nos paraliza el ¨¢nimo al rev¨¦s de como deber¨ªa hacerlo. La verdad es que no record¨¢bamos un periodo tan intenso de dicha tan inenarrable, y nunca mejor dicho, como ¨¦ste. Pero que siga, faltar¨ªa m¨¢s. Queremos estar as¨ª, sin tener nada que decir, repitiendo embobados "cinco a cero" todo el rato, aburridos de satisfacci¨®n completa hasta el final de la Liga, mudos de entusiasmo, sin historias.
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