Agoreros
En este inicio del a?o, a la espera de que ma?ana tome posesi¨®n de su cargo el flamante presidente estadounidense, Barack Obama El Deseado, y mientras el ej¨¦rcito israel¨ª se dedicaba a masacrar palestinos con la impune banalidad de un tiro al blanco, casi todos los analistas institucionales y observadores medi¨¢ticos se han dedicado a hacer p¨²blicos sus augurios sobre el triste balance anual que nos espera. As¨ª por ejemplo, este mismo viernes, el vicepresidente Solbes daba a conocer el cuadro macroecon¨®mico oficial que augura para 2009 un d¨¦ficit presupuestario del 6%, una contracci¨®n del PIB del 2% y un desempleo del 16%. Cifras que enseguida fueron contestadas por un coro de protestas que las juzgaban demasiado benignas, prefiriendo pronosticar un derrumbe mucho m¨¢s ruinoso y deprimente.
Los medios de comunicaci¨®n son el tercer sector m¨¢s damnificado por la crisis
Y es que los augurios agoreros se imponen por goleada a los ecu¨¢nimes, pues basta con hacer un recorrido por las principales webs del planeta financiero (tal como resume casi todos los d¨ªas el gur¨² McCoy en sus p¨¢ginas digitales del celtib¨¦rico Confidencial) para echarse a temblar. Tanto es as¨ª que bien pudiera pensarse que se hab¨ªa convocado una carrera entre todos los agoreros que compiten entre s¨ª por ver qui¨¦n se lleva la corona de rey del pesimismo global, hoy en poder de Nouriel Roubini. De ah¨ª que se empiece a pensar que esta epidemia medi¨¢tica de pesimismo agorero est¨¢ directamente relacionada con la crisis financiera por relaciones circulares de causa a efecto, en las que no se sabe qu¨¦ es primero, si el huevo del p¨¢nico burs¨¢til o la gallina del mensajero agorero. De ah¨ª la pregunta ret¨®rica que hace poco reformulaba Joaqu¨ªn Estefan¨ªa en estas mismas p¨¢ginas: ?son los medios de comunicaci¨®n los responsables de la crisis?
Pues bien, aceptemos por un momento esa hip¨®tesis aunque s¨®lo sea como ejercicio intelectual. ?C¨®mo se explica que los mercados se dejen manipular por el alarmismo medi¨¢tico? Lo que en seguida conduce a plantear la pregunta siguiente: ?c¨®mo entender que la prensa est¨¦ ejerciendo su cuarto poder con un sesgo tan alarmista?
Respecto a la primera cuesti¨®n, hay que darse cuenta de que la conducta del inversor, como la de cualquier calculador estrat¨¦gico, est¨¢ completamente determinado por su expectativa de cu¨¢l ser¨¢ el comportamiento de los dem¨¢s. Sobre todo porque los mercados son sistemas interactivos que colocan a sus participantes ante un dilema del prisionero (como lo llama la teor¨ªa de juegos), donde la estrategia m¨¢s eficiente (descubierta por Rapoport en un experimento dise?ado por Axelrod) es emular al competidor. Ahora bien, para poder saber qu¨¦ van a hacer los dem¨¢s, hay que tratar de adivinarlo por anticipado, lo que s¨®lo puede lograrse escrutando la bola de cristal de los augures profesionales: los gur¨²s medi¨¢ticos de las redes globales.
Y ahora vamos con la otra cuesti¨®n. ?Por qu¨¦ la prensa tiende a dramatizar la publicaci¨®n de expectativas alarmistas, ignorando las venturosas o benignas? Debido a la intensificaci¨®n de su competencia en un mercado cada vez m¨¢s saturado, hace tiempo que los medios relegaron la informaci¨®n sobre los hechos ya ocurridos (news o noticias) para priorizar la creaci¨®n de expectativas por ocurrir (views: visiones, augurios o profec¨ªas). Unas expectativas que, como en el suspense de las pel¨ªculas de terror, captan mucho mejor la atenci¨®n de la audiencia si son agoreras o truculentas: lo peor est¨¢ por venir. De ah¨ª que se caiga en augurios apocal¨ªpticos o catastrofistas que siembran el temor y la ansiedad. Unos augurios que, si son cre¨ªdos por la audiencia, se convierten en profec¨ªas negativas que se cumplen a s¨ª mismas.
Pero a¨²n existe otra explicaci¨®n que permite entender mejor el pesimismo de la prensa agorera. Y es que los medios se han convertido en la tercera industria m¨¢s damnificada por la crisis, tras la inmobiliaria y la automovilista. El viernes pasado, Magis Iglesias, presidenta de las asociaciones de la prensa, augur¨® que en 2009 se perder¨¢n 4.000 empleos en el sector, tras perderse 3.000 en 2008. Eso por no hablar de la ca¨ªda en picado de las ventas y el valor burs¨¢til de los grupos medi¨¢ticos, cada vez m¨¢s cargados de deudas imposibles de refinanciar, que les lleva a malvender sus activos como est¨¢n haciendo los grandes diarios de referencia en Estados Unidos.
Una debacle de la prensa que no se debe tanto a la crisis financiera como a su incapacidad de competir con Internet. Pero que sin embargo la ha llevado a caer en una crisis de depresi¨®n paranoide. De ah¨ª que reaccione extremando sus expectativas agoreras para proyectar sus miedos sobre los dem¨¢s.
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