Pagar los platos rotos
Hace s¨®lo un a?o, Martinsa declaraba plusval¨ªas por valor de 4.617 millones de euros; es evidente que esas plusval¨ªas lo eran en funci¨®n de unas valoraciones que, a la vista de lo aparecido en EL PA?S del 5 de enero, o eran falsas o estaban adaptadas a las "exigencias del gui¨®n".
S¨®lo voy a centrarme en un dato de los que aparecen referidos, porque adem¨¢s de Martinsa aparece, con nombre y apellido, otro actor necesario, el tasador: "Un terreno situado en la localidad de Tres Cantos, valorado hace justo un a?o en 132 millones, por la consultora CB Richard Ellis, tiene ahora un precio de 33,8 millones". Se?or Mart¨ªn, usted pide por carta a la ministra de Vivienda, Fern¨¢ndez Corredor, ayuda para llevar adelante sus planes para reflotar la compa?¨ªa; yo le dir¨ªa que lo que debe hacer es llevar a los tribunales a Richard Ellis por hacer una valoraci¨®n falsa.
?O debemos decir que dicha valoraci¨®n era inflada artificialmente para obtener cr¨¦ditos y mantener altos los precios de la vivienda, a sabiendas de que el mercado estaba saturado?
Vamos a llamar a las cosas por su nombre y, si me permite, voy a definir como enga?o masivo lo acontecido en los ¨²ltimos cinco a?os con los precios de las viviendas, y en ese enga?o han intervenido, en mayor o menor medida y como actores necesarios, precisamente los tasadores, aquellos que, se supone, deben velar por la objetividad. En nuestro ordenamiento jur¨ªdico y m¨¢s concretamente en nuestro C¨®digo Penal, la Ley Org¨¢nica 10/1995, de 23 de noviembre, en su art¨ªculo 284 deja bien claro que es delito utilizar enga?o para alterar los precios que resultaran de la libre concurrencia de productos, mercanc¨ªas, t¨ªtulos valores, muebles o inmuebles que sean objeto de contrataci¨®n,
Dicho esto, ahora vemos que ese enga?o consist¨ªa en difundir la creencia de que los precios estaban subiendo, mientras, entre otras cosas, se manten¨ªa una bolsa de m¨¢s de un mill¨®n de inmuebles de segunda mano sin vender.
Se?or Mart¨ªn, el Gobierno no debe intervenir en su problema. Si, como dice, se siente una v¨ªctima en todo este embrollo, demande a los que le han mantenido enga?ado, el resto de la ciudadan¨ªa no tiene por qu¨¦ pagar los platos rotos de nadie; bastante tenemos con pagar las hipotecas infladas que nos han dejado.
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