"Mi pareja abus¨® de mi hija, y eso ha marcado mi lucha"
Esta mujer menuda que come como un pajarito. Esta mujer que habla tan bajo que hay que pegarse a ella para o¨ªr las terribles historias que ha vivido. Esta ex guerrillera que un d¨ªa se enter¨® de que su pareja abusaba sexualmente de su hija. Esta mujer a la que de vez en cuando se le escapa un suspiro -"Ay, se?or"- y a la que le cuesta la vida echar esa sonrisa que le implora el fot¨®grafo. Esta guatemalteca de 46 a?os que parece tan poquita cosa se llama Norma Cruz y es un s¨ªmbolo de la lucha contra la violencia de g¨¦nero.
Comeremos (poco) en la cervecer¨ªa Santa B¨¢rbara porque est¨¢ cerca de su hotel y porque Norma prefiere ir a un sitio t¨ªpico. La activista acaba de aterrizar en Madrid, adonde ha venido a presentar el documental Un cambio en la mirada (producido por la Fundaci¨®n Internacional y para Iberoam¨¦rica de Administraci¨®n y Pol¨ªticas P¨²blicas), que narra cinco historias de Latinoam¨¦rica, entre ellas la suya.
Esta ex guerrillera guatemalteca es un s¨ªmbolo en la defensa de la mujer
Norma empieza a hablar y se nos olvida pedir la comida. Hija de un zapatero y de una cocinera, creci¨® viviendo la represi¨®n militar por ser familiar de un l¨ªder revolucionario. "Crecer en un ambiente hostil te hace tomar decisiones muy claras. A los 12 a?os me incorpor¨¦ a la guerrilla. Yo llevaba sus comunicados a la prensa. Tras la masacre de 37 ind¨ªgenas en la Embajada de Espa?a, dej¨¦ mi casa y me alc¨¦". Norma dedic¨® 20 a?os a la guerrilla, en la que desarroll¨® tareas pol¨ªticas. Ten¨ªa 19 a?os cuando naci¨® y muri¨® su primer hijo. M¨¢s tarde tuvo otros dos, un ni?o y una ni?a.
En 1999, tras la firma de los acuerdos de paz, Norma se dispuso a retomar su vida de civil. Y entonces lleg¨® la confesi¨®n: su hija Claudia le cont¨® que su segunda pareja, Arnoldo Noriega, abusaba de ella. "En una sociedad machista como la de Guatemala, entend¨ª que ten¨ªa una nueva lucha. No pod¨ªa fallarle a mi hija. Fue duro, nadie nos tendi¨® la mano, pero conseguimos que le declararan culpable, aunque pas¨® menos de cuatro a?os en prisi¨®n y hoy es asesor de la Presidencia".
Son cerca de las cuatro de la tarde y le tiendo la carta a Norma, que regatea gambas, cigalas, n¨¦coras, lomo y se queda con las croquetas. ?Y un caldito? "Bueno", concede, y sigue contando. Durante su periplo legal, madre e hija conocieron el caso de muchas otras mujeres. Ayudaron a Rusita, abusada por su t¨ªo, y luego a Elena... Y as¨ª, sobre la marcha, naci¨® la Fundaci¨®n Sobrevivientes. Empezaron ellas dos m¨¢s su abogada y hoy son 38 empleados.
A la violencia sexual se sumaron los casos de maltrato y asesinato en un pa¨ªs en el que el a?o pasado fueron asesinadas 722 mujeres. "A todas las mujeres que nos piden ayuda les ponemos un abogado para que puedan afrontar a su agresor en igualdad de condiciones. Si una mujer arriesga su vida para buscar justicia, es para ganar. No aceptamos perder un juicio y no hemos perdido ni uno", dice Norma, que ahora s¨ª que sonr¨ªe. "Cada golpe que damos a la criminalidad nos alimenta".
Norma y su equipo han metido en la c¨¢rcel a pol¨ªticos, narcos, jefes de maras... Este a?o han empezado a recibir amenazas. Norma vive con una pistola prendida del cinto, como hace a?os. En noviembre, unos desconocidos le dieron una paliza a su madre. "Desde entonces no es la misma", dice Norma, que pierde la mirada m¨¢s all¨¢ de la ventana, como ida. "Est¨¢ mal (...). Est¨¢ mal (...). Est¨¢ mal...".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.