Fetiche del siglo XX
?Y eso de los relojes blandos? ?Por qu¨¦ los pinta blandos? Y Dal¨ª respondi¨®: "Lo importante no es que sean blandos o duros, sino que marquen la hora exacta". Ese gran y encantador liante pintaba por ocurrencias y a posteriori le buscaba la explicaci¨®n psicoanal¨ªtica o desoxirribonucleica que m¨¢s le conviniera para dejar a la audiencia estupefacta; se aburr¨ªa, como es natural, de contar siempre lo mismo y agradec¨ªa que cualquier reci¨¦n llegado encontrase en sus cuadros nuevas capas de significados, m¨¢s trascendentes explicaciones. Desde luego la explicaci¨®n original -se le hab¨ªan ocurrido los relojes blandos porque esa noche hab¨ªa cenado un queso camembert en su punto de licuaci¨®n-, era m¨¢s bien prosaica, y ¨¦l era el primero en darse cuenta de ello, aunque tambi¨¦n es cierto que no le arredraban los prosa¨ªsmos. Ni le dol¨ªan prendas, por ejemplo, para rebautizar su ¨®leo Construcci¨®n blanda con alubias con el t¨ªtulo mucho m¨¢s enigm¨¢tico de Premonici¨®n de la guerra civil, cuando ¨¦sta ya hab¨ªa estallado. As¨ª, para La persistencia de la memoria, m¨¢s conocido como Los relojes blandos, que ahora ha llegado al museo de Figueras, prestado por el MOMA, y que es el m¨¢s famoso de los que pint¨®, y desde luego el que Am¨¦rica recibi¨® como imagen paradigm¨¢tica del surrealismo (y con raz¨®n, pues es surrealista seg¨²n el primer Manifiesto "cualquier descubrimiento que cambie la naturaleza o el destino de un objeto o un fen¨®meno"), le interes¨® lo que le contamos sobre el vellocino de oro, que colgaba de un ¨¢rbol hasta que despu¨¦s de correr muchas aventuras, Jas¨®n y los argonautas se lo llevaron, y eso le dio pie a comentar con entusiasmo que el vellocino o cordero por antonomasia es el agnus dei, el Cordero de Dios, y que precisamente un jesuita erudito le acababa de visitar y de explicarle que en uno de sus salmos David llama a Dios "mons coagulatus", lo que evidentemente tiene que ver con el queso, y, m¨¢s a¨²n, con el camembert...
Am¨¦rica recibi¨® 'Los relojes blandos' de Dal¨ª como paradigma del surrealismo
La famos¨ªsima imagen suscita, adem¨¢s del l¨®gico inter¨¦s por un icono que no puede faltar en una retrospectiva de las aventuras art¨ªsticas del siglo XX, y adem¨¢s de una punta de angustia o de melancol¨ªa o de malestar o de aprensi¨®n en el espectador, muy f¨¢cil de entender, suscita, digo, toda clase de dudas razonables, desde el mismo t¨ªtulo redundante.
Estos d¨ªas se explica la g¨¦nesis de la imagen de los relojes blandos recurriendo, oportunamente, a las propias explicaciones de Dal¨ª en Mi vida secreta, pero en lo referente a esas mencionadas "dudas", lo m¨¢s revelador es lo siguiente. Dice el pintor que hab¨ªa pintado un paisaje cercano a Port Lligat, "cuyas rocas estaban iluminadas por un transparente y melanc¨®lico crep¨²sculo; en primer t¨¦rmino, un olivo con las ramas cortadas y sin hojas. Sab¨ªa que la atm¨®sfera que hab¨ªa logrado crear con este paisaje hab¨ªa de servir de marco a alguna idea, a alguna sorprendente imagen; pero no sab¨ªa en lo m¨¢s m¨ªnimo lo que ser¨ªa. Me dispon¨ªa a apagar la luz, cuando instant¨¢neamente 'vi' la soluci¨®n. Vi dos relojes blandos...". Y r¨¢pidamente los pint¨®. Con el surrealismo estamos en el terreno de la ocurrencia impromptu, de lo "dispar-atado" llamativo, como en aquella frase de Lautreamont que Breton invocaba, "bello como el encuentro fortuito de una m¨¢quina de coser y un paraguas en una mesa de disecci¨®n", o como aquel restaurante que hubo en Barcelona antes de la guerra llamado A lo loco, donde el camarero tomaba nota de lo que ped¨ªas para cenar, pero luego te tra¨ªa lo que a ¨¦l le parec¨ªa. ?Ped¨ªas un solomillo? S¨ª, se?or, c¨®mo no. Y te tra¨ªa una tortilla de patatas. ?A lo loco! ?A lo loco! No dur¨® mucho. En cambio "la persistencia de la memoria" persiste por esa punta de una punta de angustia o de melancol¨ªa o de malestar o de aprensi¨®n que despierta la alusi¨®n al Tiempo en los relojes, y el paisaje rocoso y desierto, esa atm¨®sfera opresiva y ese durmiente en el centro del cuadro, ser larvario sobre cuya espalda descansa un reloj blando, que Dal¨ª repiti¨® en muchos otros cuadros, inspirado en la roca del cabo de Creus que vemos en la fotograf¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.