Nuevo americanismo
Quiz¨¢s al final de las cuentas este siglo, el XXI, s¨ª ser¨¢ americano, la American century proclamada en 1997 por un nutrido grupo de neocons, entre los que se hallaba la flor y nata del futuro Gobierno de George W. Bush, que cre¨® incluso una asociaci¨®n para conseguirlo. Lo intentaron por la fuerza bruta, el desprecio a los pa¨ªses amigos y aliados y la vulneraci¨®n de los principios fundacionales de la naci¨®n americana, con los resultados que se conocen: nunca Estados Unidos lleg¨® tan lejos en desprestigio y en p¨¦rdida de autoridad e influencia. Si se consigue, ser¨¢ por el camino diametralmente opuesto, proclamado el martes en el discurso inaugural de Barack Obama e incluso demostrado como ejercicio pr¨¢ctico de ciudadan¨ªa por unos fastos y ceremonias que se han seguido con pasmo y regocijo desde todo el mundo.
El poder inteligente puede dar a EE UU la autoridad que los 'neocons' buscaron por peores medios
Quiz¨¢s sea verdad esa sentencia horrible acerca de los nubarrones que tenemos encima, que hace falta que las cosas vayan peor para que luego vayan mejor, pues ¨¦sta ser¨ªa la lecci¨®n impartida por la historia con la calamitosa presidencia que ahora termina. A partir de tres desastres hist¨®ricos se levanta la nueva: el carpetazo a los ocho a?os de Bush, el agotamiento del capitalismo financiero voraz e irracional de la era de Reagan y la superaci¨®n ejemplar de la lacra racista que arrastraba la gran democracia americana desde su fundaci¨®n. El ex presidente de Rusia, actual primer ministro y de nuevo presidente in pectore Vlad¨ªmir Putin, est¨¢ entre quienes lo ven exactamente al rev¨¦s, al estilo de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, cuando predica que el exotismo que significa Obama acarrear¨¢ un desastre econ¨®mico. Putin est¨¢ "convencido de que las mayores decepciones nacen de grandes esperanzas", aunque la ¨²nica demostraci¨®n que se deduce es exactamente la contraria: de la gran decepci¨®n de Bush ha nacido la gran esperanza de Obama.
?ste representa, en todo caso, un nuevo americanismo, que significa una demostraci¨®n de confianza en la capacidad de su pa¨ªs para salir de la crisis y volver a liderar el mundo. Los valores que reivindica, obviamente, son los de siempre, los fundacionales -"todos somos iguales, todos somos libres y todos merecemos una oportunidad de buscar toda la felicidad que nos sea posible"-, que su elecci¨®n como presidente actualiza en contraste con las frustraciones de la historia estadounidense. Pero los m¨¦todos son distintos: "Nuestro poder crece mediante su uso prudente; nuestra seguridad nace de la justicia de nuestra causa, la fuerza de nuestro ejemplo y la moderaci¨®n que deriva de la humildad y la contenci¨®n".
EE UU es todav¨ªa "una naci¨®n joven", capaz de recuperarse despu¨¦s de una tremenda ca¨ªda y de reinventarse de nuevo, con una energ¨ªa que todo el mundo envidia. La jornada de la inauguraci¨®n ha proporcionado un espect¨¢culo de unidad nacional y de consenso moral ins¨®lito en el mundo de hoy, en cualquiera de sus continentes, y no es extra?o que se haya producido en el momento en que la minor¨ªa fundacional afroamericana ha conseguido que uno de los suyos encarne la soberan¨ªa nacional. Michelle Obama dijo durante la campa?a, en un momento no del todo conveniente, que "por primera vez se sent¨ªa orgullosa de ser americana". Su frase se convirti¨® en un proyectil contra su marido, pero encierra una verdad que el martes emergi¨® en toda su dimensi¨®n hist¨®rica.
Durante la campa?a, desde los cuarteles conservadores, se lanz¨® la insidia de que votar a Obama era optar por un presidente para la decadencia, cuando todo est¨¢ indicando lo contrario. En vez de seguir con la agon¨ªa neocon y bushista, EE UU ha apostado por una Am¨¦rica que vuelve a situarse en cabeza de todo, empezando por su capacidad de renovaci¨®n y de entusiasmo, por el regreso de la pol¨ªtica y de la voluntad ejemplarizante. El mensaje de Obama enlaza directamente con la ilusi¨®n primigenia de la Revoluci¨®n Americana, aquella hermana m¨¢s inteligente y pac¨ªfica de la Revoluci¨®n Francesa: "Sabed que Estados Unidos es amigo de todas las naciones y todos los hombres, mujeres y ni?os que buscan paz y dignidad, y que estamos dispuestos a asumir de nuevo el liderazgo".
Independientemente de los resultados que obtenga, esta propuesta de un nuevo americanismo resuena positivamente en todo el mundo. Es la superaci¨®n del EE UU de la guerra fr¨ªa, que se ali¨® con las dictaduras de Franco, Salazar y los coroneles griegos y favoreci¨® el golpismo en Am¨¦rica Latina. Quiere ser tambi¨¦n la superaci¨®n, m¨¢s dif¨ªcil, de la Am¨¦rica de la transici¨®n del siglo XXI, que sigui¨® aliada con dictaduras ¨¢rabes y asi¨¢ticas en nombre de los intereses econ¨®micos primero y de la lucha contra el terrorismo despu¨¦s. Veremos c¨®mo declina en la pr¨¢ctica el complejo axioma que declara "falso que haya que elegir entre nuestra seguridad y nuestros ideales". La hegemon¨ªa en el siglo XXI se jugar¨¢ en el terreno econ¨®mico, obviamente, pero tambi¨¦n en el campo de las ideas morales y pol¨ªticas. Y ah¨ª es donde la combinaci¨®n entre poderes blandos y duros, es decir, el poder inteligente (smart power) que ahora Hillary Clinton ha puesto en boga, puede dar a EE UU aquella superioridad que los neocons buscaron por los peores medios.
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