El miedo a la revoluci¨®n
Alan Ball, ese ingenio tan negro como potente, creador y alma de la turbadora serie A dos metros bajo tierra, coloc¨® hace 10 a?os en manos de Sam Mendes, un se?or ingl¨¦s con prestigiosa huella en el teatro pero virgen en el cine, el brillante y ¨¢cido gui¨®n de la tragic¨®mica American beauty, retrato de sue?os incumplidos, excentricidades con causa, violencia reprimida y subterr¨¢neas o transparentes perversiones de la clase media estadounidense, habitantes de barrios residenciales en los que se supone que cada cosa est¨¢ en su sitio, colmenas selectas y protegidas de los tormentos ps¨ªquicos y de la incertidumbre existencial por la estabilidad econ¨®mica y el estatus social que han conseguido con esfuerzo o con naturalidad, gente en paz con el sistema.
REVOLUTIONARY ROAD
Direcci¨®n: Sam Mendes.
Int¨¦rpretes: Leonardo DiCaprio, Kate Winslet, Michael Shannon, Ryan Simpkins, Ty Simpkins.
G¨¦nero: drama. Estados Unidos, 2008.
Duraci¨®n: 119 minutos.
No es casual que vuelvan a entregarle a Mendes un material en aquella onda, la adaptaci¨®n al cine de una venerada novela de Richard Yates que habla de la insatisfacci¨®n cotidiana y los ¨ªntimos y lacerantes anhelos de algunos representantes mod¨¦licos del aparente "todo va bien". Pero en Revolutionary road, a diferencia de American beauty, no hay s¨¢tira, no hay esperpento sobre las miserias en ebullici¨®n, no hay motivos para la risa sarc¨¢stica observando y escuchando la repentina y volc¨¢nica transgresi¨®n de los que hab¨ªan construido su vida intentando estar de acuerdo con ella y ateni¨¦ndose a las reglas sociales. Aqu¨ª s¨®lo hay tragedia de primera clase, desolaci¨®n al comprobar que las v¨ªas de escape est¨¢n selladas, que el sue?o de que la deseada vida puede estar en otra parte y la necesidad de huir de lo establecido no son suficientes para abandonar lo que has almacenado, para prescindir de la seguridad, los confortables h¨¢bitos, la asumida mediocridad, el "nunca pasa nada" y enfrentarte al riesgo y la intemperie que puede implicar la aventura, la b¨²squeda de lo que asocias a la plenitud.
El esfuerzo de este matrimonio que se propone avanzar por territorios inexplorados para que su amor no se oxide, luchar contra la resignaci¨®n al hast¨ªo, cambiar en los a?os cincuenta los roles tradicionales de una pareja cl¨¢sica, pillar el ¨²ltimo tren de las ilusiones, poner en pr¨¢ctica lo que desea el alma y la prosaica realidad desaconseja, est¨¢ descrito con sensibilidad y hondura, piedad y capacidad de conmoci¨®n. Sam Mendes te hace sentir su crisis, sus dudas, su miedo, su desencanto, su definitiva incomunicaci¨®n y su derrota. No puedes sentirte ajeno a este drama sobre la claudicaci¨®n. Yo, al menos, me quedo pegado en la butaca hasta que terminan los t¨ªtulos de cr¨¦dito, con la sensaci¨®n de que lo que te han contado sobre esa gente es de verdad, hipnotizado por el sombr¨ªo olor de la depresi¨®n que renuncia al llanto, una depresi¨®n que se ha hecho muda.
Y te conmueve la intensidad y la veracidad del excelente DiCaprio y de una Kate Winslet que est¨¢ m¨¢s all¨¢ del elogio transmiti¨¦ndote humanidad, el ansia de eso tan problem¨¢tico y huidizo llamado felicidad.

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