La sombra brit¨¢nica
El influjo de los distintos aspectos de la cuesti¨®n nacional brit¨¢nica no ha pasado desapercibido en la historiograf¨ªa y en las ciencias sociales de nuestro pa¨ªs. Los aspectos m¨¢s sobresalientes de ese influjo habr¨ªan sido, en primer lugar, el impacto del "autogobierno" brit¨¢nico sobre la visi¨®n de nuestra tradici¨®n reformista en los proyectos de cambio de la Administraci¨®n local desde mediados del siglo XIX. A trav¨¦s de ellos, se aspiraba a la liquidaci¨®n del caciquismo y a la transformaci¨®n de los primeros escalones de la vida pol¨ªtico-administrativa en una aut¨¦ntica escuela de gobierno liberal-democr¨¢tico.
En segundo lugar, la atenci¨®n prestada al pleito irland¨¦s tanto en la forma de los proyectos de Home Rule del siglo XIX como, ya en el siglo XX, el significado de la independencia de la Rep¨²blica, ha tenido particular influencia en la evoluci¨®n de nuestros nacionalismos perif¨¦ricos. En tercer lugar, m¨¢s recientemente, el inicio de la Devolution en Escocia y Gales y el restablecimiento del autogobierno en Irlanda del Norte ligado al proceso de paz han merecido la atenci¨®n tanto de nuestros nacionalismos potencialmente disgregadores como de una visi¨®n pol¨ªtica e intelectual interesada en la suerte de Espa?a como naci¨®n y Estado del conjunto de los espa?oles.
En Espa?a y el Reino Unido se vive la necesidad de renovar los elementos de la conciencia nacional
Estas tres grandes influencias no ocultan otros paralelismos en la evoluci¨®n de las cuestiones nacionales brit¨¢nica y espa?ola de los que todav¨ªa podemos extraer algunas consecuencias enriquecedoras para ambos pa¨ªses. Una cuesti¨®n central en la que Espa?a es una adelantada a Gran Breta?a es la incidencia sobre la conciencia nacional de la crisis imperial. La derrota del 98 pone fin a un muy mermado imperio espa?ol que, pese a todo, va a hacer inevitable el dinamismo de unos nacionalismos perif¨¦ricos que, a trav¨¦s de un cambio de bandera nacional, buscar¨¢n salidas propias a los efectos del fin del viejo orden hispano.
El fin de los restos del imperio espa?ol no es comparable en su entidad a la liquidaci¨®n del m¨¢s poderoso imperio mundial, el brit¨¢nico. Sus efectos sobre la crisis nacional del Reino Unido pueden, sin embargo, ser equiparados. La conciencia de ruptura del cemento que hab¨ªa mantenido en buena salud la uni¨®n de Inglaterra y Escocia, y en parte tambi¨¦n de Inglaterra y Gales, se habr¨¢ de traducir en un renacer de las tensiones nacionalistas al norte y al oeste del Reino Unido.
El imperio, despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial, ha dejado de ser una empresa com¨²n en la que todos los brit¨¢nicos participaban, para pasar a ser un recuerdo mejor o peor instalado en la memoria de los recientes ciudadanos del Reino Unido.
Otro elemento que ha obligado a replantear una vieja conciencia brit¨¢nica se produjo en este caso con notable antelaci¨®n en la vida de Gran Breta?a con relaci¨®n a Espa?a. Me refiero a los complejos efectos de una emigraci¨®n masiva de origen africano, asi¨¢tico y americano sobre la percepci¨®n acerca de los ingredientes tradicionales de la cultura nacional.
La memoria del pasado b¨¦lico de ambos pa¨ªses tiene efectos muy distintos en la conciencia nacional brit¨¢nica y en la espa?ola, con un car¨¢cter claramente negativo para Espa?a. Mientras el recuerdo b¨¦lico brit¨¢nico se centra en dos grandes guerras nacionales, en la primera y la segunda guerras mundiales y en un pasado imperial sometido a permanente revisi¨®n, en nuestro caso es la tragedia civil de 1936 a 1939, y el eco de los supuestos fracasos de nuestra modernidad, lo que sigue pesando sobre nuestra memoria.
La integraci¨®n en Europa ha tenido, en estos ¨²ltimos 20 a?os, una interpretaci¨®n acusadamente diferente en ambos pa¨ªses. La actitud optimista y esperanzada de la sociedad espa?ola, en coherencia con la herencia reformista de los dos ¨²ltimos siglos, ha contrastado con las dudas y recelos de una sociedad brit¨¢nica, segura de su punto de partida y temerosa de la disoluci¨®n de su especificidad nacional como consecuencia del desarrollo de la idea de Europa.
Las singularidades presentes en la vida nacional brit¨¢nica y espa?ola son, probablemente, menos apreciables que los elementos comunes. En ambos casos se ha especulado con su posible hundimiento como Estados-naciones. En los dos pa¨ªses se plantean tensiones secesionistas de alguna entidad. Tanto en el Reino Unido como en Espa?a se vive la necesidad de poner al d¨ªa y renovar los elementos distintivos de su conciencia nacional. Pero ambos pa¨ªses parecen afrontar bien su futuro en el seno de una Uni¨®n Europea que, durante un largo trecho de su historia, va a seguir conviviendo con unos espacios nacionales en su seno. Todo ello en un marco de pluralidad de jurisdicciones en que los procesos de integraci¨®n hacia arriba y de devoluci¨®n hacia abajo no parecen amenazar la vida de los viejos Estados nacionales en un horizonte, cuando menos, a medio plazo.
En todo caso, la opini¨®n y los pol¨ªticos espa?oles har¨¢n bien en renovar su inter¨¦s por el problema nacional brit¨¢nico, aunque sean ahora diferentes los centros de atenci¨®n que dominaron en la vida de nuestro inmediato pasado.
Andr¨¦s de Blas Guerrero es catedr¨¢tico de Teor¨ªa del Estado en la UNED.
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